Pese a que la venta de seguros entre enero y junio creció un 3.5% respecto al mismo período del año pasado, la cultura de adquirir seguros en el país, como en toda Latinoamérica, es aún incipiente. Los nicas aseguran su vivienda, carro, vida o negocio generalmente por exigencias bancarias y cuando concluye la relación con estas entidades financieras resuelven dejar de pagar la póliza. ¿Razones principales? Expertos en el tema lo explican.
Noel Noguera tiene 35 años siendo corredor de seguros. Vende sobre todo seguros de carros y viviendas y dice que “si los bancos no exigieran la adquisición de un seguro, las personas no los comprarían”.
A su criterio, esta lógica es contradictoria y eso lo explica mejor el doctor Juan Tijerino Espinoza, director médico de Iniser. “En la medida en que lo veamos como un gasto y no como una necesidad de estabilidad familiar, vamos a seguir rechazando el adquirir un seguro”, aduce Tijerino, quien también tiene una vida trabajando en el ramo.
“Cuando tomé mi primer seguro tenía 29 años, estaba recién casado y ni siquiera tenía a mi primera hija, pero tenía la visión que la mejor herencia que podía dejarle a mi familia era la estabilidad financiera. Cada deuda que he adquirido, la he asegurado, eso me da estabilidad. Tengo un seguro de vida porque a la hora que falte van a sentir con mucho dolor mi ausencia, pero al menos no van a sentir el dolor sin reales”, agrega.
Prejuicios
Tatiana Palma Vaughan, gerente de Venta de Corredores de ASSA, considera que muchos prejuicios influyen en quienes se oponen a asegurar sus bienes o su vida. “Que es caro, que es impagable, que no lo necesita o que no le va a sacar nada al seguro porque piensan en el seguro como un lucro. Después de haber pagado el seguro cinco años, te dicen: ‘No le saqué nada porque nunca choqué’. El seguro se hizo no para lucro, sino para reponer lo que tenías”.
A su criterio, incide mucho la educación financiera de las personas. “Porque al final el seguro te sirve para trasladar la carga económica. Al momento que quiera usar el seguro para tratar una enfermedad como el cáncer, va a pagar solo una parte” y eso “tiene que ver mucho con educación financiera, con que una persona esté enfocada en su planeación a futuro”.
“Si querés prestar para comprar tu vivienda, el banco exige un seguro de vida en caso que fallezcas”, ejemplifica. El boom de la construcción y el incremento en el parque vehicular son solo dos factores que explican el aumento en la venta de seguros.
Datos oficiales indican que el seguro de automóvil creció un 8.7% entre enero y junio de este año en comparación con 2014, mostrando un aumento absoluto de US$1.19 millones.
De acuerdo al documento “El Mercado asegurador latinoamericano en 2013-2014”, elaborado por la Fundación Mapfre, la participación de Latinoamérica y El Caribe en el mercado mundial aumentó dos décimas en 2013 hasta alcanzar el 3.9%, una cifra baja si se compara con mercados como Europa y Norte América, que representan más del 34% cada uno de ellos en la participación mundial.
¿Aseguramos nuestra vida?
Noel Noguera cuenta que un segmento al que le cuesta convencer sobre la necesidad de obtener un seguro de vida para dejar protegida a la familia es al comprendido entre 20 y 30 años.
“Creen que no llegarán a una edad mayor. Mientras que los de 40 sí pueden comprar, pero hay que enamorarlos bastante. Si es el marido, hay que hablarle delante de la esposa para que nos ayude y lo haga razonar que si le pasa algo, la familia debe quedar protegida”.
“Los latinos creemos que nunca nos va a pasar nada y nacemos con el riesgo bajo el brazo”, sentencia Noguera.
Según el doctor Juan Tijerino Espinoza, uno de los seguros que ha incrementado en los últimos años es el seguro colectivo de vida.
“Nosotros hemos visto un crecimiento en un segmento corporativo y empresarial de asegurar a los empleados, pero a nivel individual sigue siendo muy pequeño”.
“Yo diría que el seguro de vida individual, que es el que protege a la familia en caso de que fallezca el principal proveedor de los bienes, lamentablemente se ha visto como una carga. Es posiblemente la cenicienta de los seguros y no porque las compañías no estén interesadas en venderlo”, dice Tijerino Espinoza.
Fuente: END
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