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¿Qué hacer para mitigar el impacto económico de la pandemia en los nicaragüenses?

Abril 01, 2020 08:27 AM
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Enrique Sáenz

A diferencia de otros países, en Nicaragua los efectos económicos de la pandemia se superponen a la crisis socioeconómica que ya venían padeciendo los nicaragüenses a causa del aferramiento de Ortega al poder. Desempleo, subempleo, cierre de empresas, reducción de las inversiones y del consumo, aumento del costo de la vida, caída de las actividades económicas. Esta grave situación se vuelve más acuciante a causa de la pandemia.

Un golpe proviene del sector externo, como el cierre de empresas de zonas francas, la disminución de las remesas o el desplome del turismo. El otro golpe proviene del impacto interno de la calamidad sanitaria.

No es momento de hacer politiquería. De hecho, moralmente nunca es momento para hacer politiquería. Pero sí, política. Entendiendo la política como lo que en realidad es, y debe ser: toda acción individual, o colectiva o publica tendiente al bienestar de la población. O de las mayorías.

Estemos claros. La crisis se irá agravando día a día a causa de la irresponsabilidad criminal del régimen. Lo peor todavía está por llegar. Y esto ni es alarmismo, ni es tremendismo. Basta saber lo que está ocurriendo en todo el mundo donde, incluso, se están ampliando los plazos que originalmente se previeron para la emergencia.

Es obligación de todos, comenzando por las organizaciones democráticas, emplazar y exigir al gobierno la adopción inmediata de medidas que contribuyan a amortiguar los impactos más perniciosos de la pandemia. A este fin, la Unidad Médica Nicaragüense y otras organizaciones gremiales, cívicas y sociales han presentado propuestas. Corresponde insistir una y otra vez sobre esas propuestas.

Pero es preciso cubrir el vacío de propuestas en materia económica. Este es el propósito del presente escrito.

El corazón de toda estrategia económica de plazo inmediato debe ser preservar, en lo que se pueda, el empleo y los ingresos de la mayoría de la población, a fin de favorecer condiciones que ayuden a satisfacer las necesidades más elementales, comenzando por la comida. Y aquí la mayoría son los trabajadores, incluyendo los trabajadores de la economía informal, así como microempresarios, profesionales y pequeños empresarios.

Las siguientes medidas son solamente indicativas. Unas corresponderían a la camarilla en el poder y otras a agentes económicos con solvencia suficiente para aportar soluciones. Todas son viables y podrían implementarse en el cortísimo plazo.

1. Comencemos por las empresas y negocios que están en la economía formal: Es imperativo asegurar la sobrevivencia de estas empresas y su capacidad para mantener el empleo. En primer lugar, hay que desahogar sus costos. Para ello están a mano las siguientes medidas:
• Suspender la retención destinada al INATEC. Esto representa el 2% de la nómina de las empresas.
• Restablecer las condiciones fiscales previas a la reforma de febrero del año pasado. Esta medida dotaría de liquidez a las empresas.
• Restablecer la cuota de los empleadores al 19% de la nómina. Esto representa una disminución del 3.5% de la nómina laboral.
• Acordar la flexibilización de las condiciones laborales: adelanto de vacaciones y reducción de la jornada, trabajo en casa, por ejemplo, a fin de preservar en lo posible la estabilidad y prestaciones laborales de trabajadores y empleados.

2. En lo concerniente a consumidores y asalariados:
• Restablecer la cotización al INSS al 6.75% del salario.
• Eliminar el IVA a los productos de la canasta básica.
• Una moratoria, por tres meses, en el pago del servicio de agua potable y energía eléctrica para los consumidores desempleados, o que tengan ingresos menores al valor de la canasta básica. Esta moratoria se aplicaría también a microempresarios y pequeños empresarios que se encuentren en esta condición.
• Asegurar la fluidez de las cadenas de abastecimiento.

3. Medidas para proteger los ingresos de la población:
• Reducir al costo, al menos por tres meses, la tasa de intermediación para las remesas familiares, tanto por parte de bancos como por parte de las empresas que se ocupan de este negocio.
• Flexibilizar el pago de los créditos a bancos, microfinancieras y casas comerciales, tanto para tarjeta habientes, créditos personales, créditos hipotecarios y créditos a empresas. El BANPRO y el BAC están aplicando medidas de alivio en Costa Rica, es natural que también las apliquen en Nicaragua y se amplíen a los otros bancos. Una flexibilización semejante fue ya autorizada por la Superintendencia de Bancos en 2018.
• Reducción de las tarifas de comunicación tanto para empresas como para usuarios. No es posible que en Nicaragua se pague una de las tarifas más elevadas de América Latina.

4. Una medida transversal de beneficio para la sociedad en su conjunto:
Reducción de las tarifas eléctricas y los precios del combustible en proporción a la disminución de precios internacionales del petróleo.

5. Reforma presupuestaria para atender la emergencia en salud y la seguridad alimentaria de los más vulnerables.                                                                                                    Es imprescindible aprobar una reforma del presupuesto general de la república a fin de reorientar recursos. Es posible reducir de forma significativa los 64 mil millones de córdobas presupuestados en gasto corriente, principalmente de instituciones superfluas, en las presentes circunstancias. También deberían revisarse los 17 mil millones destinados a gastos de capital. Las prioridades para reasignar recursos serían las siguientes:
• Recursos para enfrentar la emergencia sanitaria e incrementar compras de ventiladores y demás insumos indispensables.
• Ampliar la canasta alimentaria de la merienda escolar y su cobertura al núcleo familiar, a fin de favorecer la seguridad alimentaria de una manera ordenada. Esta medida supone enviar a su casa a estudiantes y docentes mientras dure la emergencia.
• Compensar la pérdida de ingresos al INSS por las medidas arriba indicadas, a fin de asegurar las pensiones; y establecer un fondo de emergencia para aliviar el impacto económico de la crisis en la población.

Lo anterior se facilitaría enviando a sus casas al personal del Estado no indispensable en la emergencia. Ello permitiría reducir significativamente los gastos corrientes, además de aminorar las posibilidades de contagio.

Por supuesto, puede haber otras medidas viables, principalmente para el mediano plazo. Pero las anteriores generarían prontamente un alivio para miles de familias y empresas, siempre y cuando se apliquen sin discriminaciones de origen partidario.

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