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Católicos ucranianos piden ayuda para salvar su catedral más emblemática en Kiev

“La iglesia se degrada cada día por dentro y por fuera”, explica a EFE el párroco de la iglesia, Pavló Vishkovski, bajo el toldo blanco que protege a los feligreses de las pequeñas piedras y fragmentos que se desprenden del techo tras décadas de abandono

Julio 06, 2024 10:49 AM
catedral mas emblematica kiev

Católicos ucranianos piden ayuda para salvar la catedral de San Nicolás de Kiev, uno de los edificios históricos más emblemáticos de la capital, que lleva años degradándose mientras el Estado incumple su promesa de devolver su titularidad a la Iglesia.

“La iglesia se degrada cada día por dentro y por fuera”, explica a EFE el párroco de la iglesia, Pavló Vishkovski, bajo el toldo blanco que protege a los feligreses de las pequeñas piedras y fragmentos que se desprenden del techo tras décadas de abandono en el que apenas se ha hecho mantenimiento.

Construida a principios del siglo XX en estilo neogótico, la catedral de San Nicolás es propiedad del Estado desde que fue intervenida en 1938 por el dictador soviético Iósif Stalin.

Situada cerca de una estación de tren, el edificio sufrió daños durante la II Guerra Mundial. Al término del conflicto, las autoridades soviéticas utilizaron la iglesia como almacén y archivo e instalaron en sus agujas dispositivos electrónicos para interceptar radios extranjeras que consideraban hostiles.

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De iglesia a sala de conciertos

En 1980 Kiev fue una de las subsedes de los Juegos Olímpicos de Moscú. Debido a la cercanía de la catedral de San Nicolás al Estadio Olímpico de Kiev, la iglesia fue convertida en sala de conciertos. Un gran órgano construido en Checoslovaquia fue instalado en el altar y pasó a presidir el espacio.

La iglesia sigue siendo oficialmente hasta hoy un espacio de conciertos propiedad del Estado. Con la independencia de Ucrania en 1991, la comunidad católica volvió a celebrar allí sus misas, que se alternaban con los conciertos.

“Desde 1991 esperamos que se nos devuelva la iglesia tal y como prometió el Gobierno”, dice Vishkovski. Una de estas promesas se le hizo desde la misma presidencia ucraniana al Papa Juan Pablo II cuando visitó Kiev y pasó por San Nicolás en 1981. “Es oficialmente el Auditorio Nacional de Conciertos, y no podemos hacer grandes reparaciones porque no somos los titulares”, agrega con frustración señalando a las paredes desconchadas.

El deterioro de los muros se debe, sobre todo, al incendio que en 2021 arrasó por completo el órgano que se había instalado allí antes de los Juegos.

Hasta ese momento, el Estado decía que no podía devolver la catedral a la Iglesia porque no había ningún lugar adecuado para trasladar el órgano.

El incendio acabó con ese argumento y el Estado volvió a dar nuevas fechas para hacer la transferencia. El último de esos plazos venció en mayo de este año sin que la titularidad del edificio haya cambiado de manos.

 

La comunidad recupera las llaves

Sí han vuelto a manos de los católicos las llaves de la catedral.

“Cuando Kiev fue rodeada por los rusos, mucha gente y muchas instituciones se fueron de la ciudad”, recuerda el párroco de la iglesia, cuyo sótano funciona desde el comienzo de la guerra como refugio antiaéreo. “Nosotros nos quedamos aquí y nos dieron las llaves; después de 84 años volvíamos a tener las llaves”, dice Vishkovski.

Justo al lado del altar, en múltiples cajas blancas que forman una pirámide, se guardan las miles de firmas recogidas por esta iglesia para pedir que vuelva a manos de los católicos. Más de 25.000 personas han firmado también la petición por internet.

La fachada desconchada de la catedral de San Nicolás es uno de los fondos preferidos de 'influencers' y usuarias ucranianas de plataformas digitales de socialización como Facebook, Tinder o Instagram.

Fotografiada a cierta distancia, la catedral no deja ver los muchos desperfectos que el paso del tiempo y el abandono institucional han causado en su arquitectura.

Además de firmas para el cambio de titularidad, Vishkovski y el resto de la comunidad recogen fondos para ir haciendo arreglos menores con la esperanza de frenar el deterioro. Pero son conscientes de que el edificio necesita una gran obra que sólo ven posible si la catedral vuelve a ser propiedad de la Iglesia.

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