PANAMÁ AMANECIÓ PARALIZADO POR EL CARNAVAL
Febrero 14, 2015
08:19 AM
Este país amaneció este sábado paralizado en una gran parte de sus actividades laborales, pero el motivo no es una huelga general, sino los Carnavales 2015, uno de los acontecimiento más importantes para los panameños.
Desde hace varias semanas, tanto los medios de comunicación, como las personas en la calle hablan de la llegada de estas centenarias fiestas como quien espera el fin de año o la Navidad.
Cuatro días consecutivos que siempre comienzan un viernes y son anteriores al Miércoles de Ceniza, que marca el primer día de la Cuaresma en los calendarios litúrgicos católico, protestante y anglicano, y que a su vez se celebra 40 días antes del inicio de la Semana Santa.
Pero el matiz religioso solo influye en la fecha, pues la diversión tiene que ver más con los paganos que con los devotos, y la picaresca latina ofrece un toque de íntima complicidad, desde la letra de las canciones, hasta los chorros de agua que lanzan a la multitud delirante.
Las llamadas fiestas del Rey Momo las amenizan la contagiosa murga, ese ritmo carnavalesco creado a mediados del siglo pasado por el músico local Manuel Consuegra Gómez y que tiene su base en compases tradicionales.
Carrozas que muestran escenografías exuberantes, bailarinas medio desnudas que danzan con la pegajosa música y el coro popular que acompaña la letra picante, amenizan un espectáculo de masas que arrastró este año a unos 40 mil turistas, según las autoridades.
La Reina, elegida únicamente por sus atributos físicos, se contonea entre la multitud, mientras los fuegos artificiales iluminan la noche en el litoral pacífico capitalino.
El festejo se multiplica simultáneamente, casi con iguales características, en todos los barrios y pueblos panameños, excepto en las zonas indígenas, que tienen las celebraciones propias de cada cultura ancestral.
El clímax de las fiestas es el "entierro de la sardina", una ceremonia que tiene más de espectáculo que de místico, aunque la tradición venida de España dice que se entierra simbólicamente el pasado, para que pueda renacer con mayor fuerza y surja una sociedad transformada.
Los panameños de más fe, de seguro que intentarán esta vez que la sardina se lleve lo peor de la suciedad social actual, que expresada en corrupción de poderosos, tiene escandalizado a un pueblo que se siente defraudado por cierta clase de políticos.
Pero esos pensamientos tal vez sean fugaces, pues al final la farra tratará de alargarse hasta donde alcance el bolsillo, con la esperanza de un reencuentro con el Rey Momo el próximo año, cuya fecha ya está determinada por la liturgia: del 6 al 9 de febrero de 2016.
RADIO LA PRIMERÍSIMA.
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