El Salvador registró en agosto 907 homicidios, la cifra mensual más alta desde tiempos de la guerra civil (1980-1992) y que ha prendido las luces de alarma entre las autoridades, resueltas a mantener la mano dura para contener la violencia generada principalmente por las pandillas.
"Durante el mes de agosto tuvimos 907 homicidios, es la cifra más alta que hemos registrado últimamente", reconoció ante la prensa el director de la Policía Nacional Civil (PNC), comisionado Mauricio Ramírez.
Las cifras oficiales indican entonces que de enero a agosto se registraron en este país 4.232 asesinatos contra 2.533 en el mismo período de 2014.
De enero hasta agosto, el saldo luctuoso es de unos 18 homicidios diarios, un nivel que no se veía desde la época de la guerra civil, en donde el promedio era de unos 17 al día.
Más muertos por enfrentamientos
En agosto, los medios de comunicación llenaron sus espacios de noticias con el balance de enfrentamientos a nivel nacional de policías y pandillas.
Para el director de la Policía, el incremento de muertes en agosto se debe a que en ese mes "hubo más casos de enfrentamientos de miembros de pandillas con las autoridades durante labores de seguridad a la ciudadanía".
"Nosotros buscamos evitar y prevenir esos casos (de enfrentamientos con pandilleros); sin embargo, en todos aquellos casos en donde hay necesidad del empleo de la fuerza letal para garantizar la efectividad de un procedimiento, las unidades policiales han demostrado estar en la capacidad de poderlo hacer con efectividad y precisión", sostuvo el director policial.
"Son cifras que preocupan, este mes de agosto ha sido el más complicado en cuanto a muertes", remarcó Ramírez, quien agregó que la situación de inseguridad obliga a la Policía a hacer una evaluación constante de sus operaciones.
La guerra social también tiene un elevado costo para las instituciones de seguridad del país: 47 policías y 16 soldados han sido asesinados, muchos de ellos blanco de ataques cuando se encontraban de licencia.
Ante el recrudecimiento de la violencia que generan principalmente las pandillas en un pulso con las acciones represivas gubernamentales, el gobierno del presidente Salvador Sánchez Cerén ha decidido mantener la lucha frontal utilizando hasta al ejército para apoyar a la Policía.
Unos 7.000 soldados de la Fuerza Armada patrullan junto a los agentes en zonas de alta peligrosidad en todo el país.
AFP
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