UNA CÁMARA OCULTA REVELA LA AGONÍA DE UN ANCIANO MIENTRAS LAS ENFERMERAS SE RÍEN

Noviembre 28, 2017 02:20 AM
James Dempsey, un estadounidense de 89 años, agonizó hasta sus últimos días de vida en un geriátrico de Georgia, Estados Unidos. El hombre, quien fue veterano de la Segunda Guerra Mundial, lejos de ser asistido por las enfermeras que debían cuidarlo recibió desinterés por parte de esas mujeres. El hecho ocurrió en febrero de 2014 pero se viralizó en los últimos días. El hijo de Dempsey había instalado una cámara en el cuarto donde estaba su padre porque desconfiaba del personal que lo asistía. Y esa sospecha se convirtió en certeza. El día que Dempsey murió las enfermeras que debían asistirlo se reían del padecimiento del hombre y tardaron mucho tiempo en avisar a los médicos. Todo quedó grabado. Según detalló el diario El País, la ayuda al anciano llegó dos horas después. Para ese tiempo la reanimación cardiopulmonar ya había sido tarde.

FAMILIA CREYÓ VERSIÓN SOBRE MUERTE HASTA QUE VIERON LAS CÁMARAS

La familia de Dempsey creyó en la información que le brindaron desde el geriátrico sobre la muerte del anciano, hasta que su hijo accedió a la cámara que había instalado de forma secreta y la versión cambió. En esa cinta estaba registrado el maltrato que su padre había padecido en ese lugar. Las imágenes dejaron al descubierto unas escenas de desatención e inhumanidad que conmocionaron a Estados Unidos. Según un estudio dela Universidad John Hopkins, más de 251 mil personas mueren al año por negligencias médicas. El caso salió a la luz este mes, luego de que el Tribunal Supremo de Georgia, a instancias de la cadena NBC 11 Alive y con apoyo del hijo, autorizó emitir la grabación. Este material resultó clave en el juicio y permitió a la familia llegar a un acuerdo indemnizatorio con el Centro de Salud y Rehabilitación del Noreste de Atlanta. Tras el fallecimiento, las enfermeras mintieron sobre lo ocurrido. Sostuvieron que ante la llamada del paciente, habían corrido a su habitación y le habían intentado reanimar sin descanso. “A no ser que un médico ordene lo contrario, se debe continuar. Esa ha sido siempre la norma”, declaró en la vista oral la supervisora. Pero cuando se le mostraron las imágenes, el rostro de Nuckles cambió. Su coartada se había venido abajo y, aunque a regañadientes, admitió que en los primeros momentos no había practicado ninguna maniobra. Tanto a Nuckles como a otras dos enfermeras se les retiró la licencia y no pueden ejercer la enfermería.
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