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Cronología del engaño: cómo Irán intentó encubrir el derribo del avión ucraniano

Según una reconstrucción de los hechos, el régimen persa mintió sobre la tragedia en la que murieron 176 personas desde el primer día y en el proceso desnudó las tensiones internas entre las Fuerzas Armadas y el presidente Hassan Rohani

Enero 26, 2020 02:49 PM

Cuando el pasado miércoles 8 de enero el Boeing 737 de Ukraine International Airlines cayó a tierra minutos después de despegar del aeropuerto de Teherán, las autoridades iraníes de inmediato hablaron de una posible falla en un motor como posible explicación para la tragedia en la que murieron 176 personas.

La rápida declaración, cuando los equipos de rescate aún trabajaban sobre los escombros y las cajas negras no habían sido aún halladas, fue recibida con desconfianza en todo el mundo.

Después de todo, Irán acababa de lanzar un ataque con más de 20 misiles balísticos contra una base iraquí que alberga personal estadounidense, en represalia por la muerte del temido general Qassem Soleimani en un operativo de Estados Unidos. La región parecía estar al borde de una guerra, y el nerviosismo era total.

Luego de que el gobierno de Canadá, motivado por el gran número de canadienses que murieron en el vuelo 752, declarara públicamente que tenía razones para creer que el avión había sido derribado por error por una batería de misiles, el régimen acabo dando marcha atrás y reconoció sus responsabilidad.

El periodista Farnaz Fassihi, del New York Times, realizó este domingo una reconstrucción detallada de cómo fue el proceso de ocultamiento realizado por gobierno de Irán, cuáles fueron los cruces internos y los reproches y cómo fue reaccionando el régimen a las diferentes revelaciones internacionales.

La cronología demuestra que Tehéran intentó ocultar desde el primer instante su responsabilidad en el derribo de la aeronave civil, que cubría la ruta entre la capital iraní Kiev, en Ucrania, y que lo hizo para salvaguardar al régimen del momento de descrédito que vive actualmente.

Martes 7 de enero

En la víspera del ataque con misiles balísticos a la base Ayn Al Assad, en el centro de Irak, la Guardia Revolucionaria de Irán, cuya Fuerza Aeroespacial controla este tipo de armamento, desplegó lanzadores móviles de misiles antiaéreos en diferentes áreas estratégicas.

Se trataba de los Tor-M1, un potente sistema de armas fabricado por Rusia y comprado por Irán en 2005, y su puesta en operaciones se debía al temor de los iraníes a un contraataque estadounidense.

Según reporta el New York Times, las fuerzas persas, incluyendo las tripulaciones de estos lanzadores móviles, fueron puestas en “estado de guerra”, el nivel de alerta más alta.

Aunque tales disposiciones pueden parecer razonables en el contexto del ataque que estaban apunto de realizar, analistas y expertos en todo el mundo se preguntaron entonces por qué no se cancelaron los vuelos civiles, especialmente en el Aeropuerto Internacional Imam Khomeini, en los alrededores de importantes bases militares.

Al parecer las autoridades no quisieron generar pánico ante un anuncio, la suspensión de vuelos, que hubiera sido interpretado como la llegada inminente de una guerra con Estados Unidos, según indicaron miembros de la Guardia Revolucionaria al periódico estadounidense. También, contaban con usar a los aviones civiles como escudos humanos: si se les permitía seguir volando en la zona, era menos probable que Washington ordenara un ataque que pudiera causar víctimas colaterales.

Algunos miembros de la Guardia Revolucionaria, incluyendo el comandante de la Fuerza Aeroespacial, general Amir Ali Hajizadeh, aseguraron haber pedido formalmente el cierre del espacio aéreo, lo que les fue denegado.

Miércoles 8 de enero

Poco después del lanzamiento de los más de 20 misiles balísticos en la madrugada del miércoles, que provocaron fuertes destrozos en Ayn Al Assad pero ninguna víctima, el Comando Central de Defensa Aérea de Irán alertó a todas las unidades sobre el despegue de aviones de guerra estadounidenses desde sus bases en Emiratos Árabes Unidos. También, que misiles de crucero venían en dirección a Irán. Ninguna de las dos amenazas era real.

Pero el comandante de uno de los Tor-M1 se tomó el alerta de los misiles de crucero muy en serio, y aparentemente no escuchó un reporte posterior que lo calificaba de “falsa alarma”. Así que cuando sus radares detectaron a un posible enemigo (el vuelo 752 de Ukraine International Airlines), pidió permiso para disparar. Nadie le respondió. De acuerdo a Hajizadeh, las comunicaciones se habían caído o bien estaban siendo interferidas por otros países. Entonces el oficial al mando del Tor-M1, cuya identidad se desconoce aún, disparó. Fueron dos misiles, en un espacio de 30 segundos.

Hajizadeh se encontraba en el oeste supervisando el ataque contra la base de Ayn Al Assad cuando recibió por teléfono el aviso de que una batería había disparado y que era “altamente probable” el derribo de un avión propio, según relató Hajizadeh tiempo después a la televisión iraní.

De inmediato voló a Teherán e informó de lo sucedido a su superior más directo, el comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, mayor general Hossein Salami. A pesar de que este cuerpo de élite dentro de Irán funciona en paralelo con las Fuerzas Armadas convencionales y sólo responde ante el líder supremo, ayatolá Ali Khamenei, Hajizadeh también reportó lo sucedido a los comandantes del Ejército, del Comando Central de Defensa Aérea (que había emitido las falsas alarmas) y al jefe del estado mayor.

Toda la cúpula militar iraní estaba ya al tanto del posible derribo no intencional de un avión de pasajeros.

Pero Hajizadeh recomendó personalmente que esto no fuera informado a otros oficiales y mucho menos a la tropa encargada de la defensa antiaérea, que debía permanecer alerta ante un posible ataque estadounidense. “Fue en beneficio de la seguridad nacional porque de lo contrario nuestro sistema de degfense aérea hubiera quedado debilitado”, justificó esta semana en un entrevista con la prensa iraní. “Los bajos rangos hubieran sospechado de cualquier cosa", agregó.

Siguiendo su consejo, las autoridades militares iraníes formaron una comisión secreta de investigación, compuesta por un grupo selectos de individuos bajo la orden de no hablar con nadie sobre el asunto.

La comisión investigó todo. Datos de vuelo del aeropuerto, información de las estaciones de radar y mensajes entre los operadores del Tor-M1 y el comando central, incluso también la posibilidad de una operación de interferencia de parte de Estados Unidos o Israel.

Aquellos que participaron directamente en el derribo fueron además interrogados durante horas.

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