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Un refugio donde los caballos explotados de Nicaragua encuentran nueva vida

Caballos criollos que ahora mismo estarían muertos, hoy galopan en una granja del Pacífico de Nicaragua sin llevar cargas.

Junio 09, 2022 05:33 PM

Diriomo (Nicaragua), 9 jun (EFE).- Hasta ahora cualquier caballo que sufría una lesión seria en Nicaragua, donde los equinos de las zonas urbanas sufren explotación, estaba condenado a la muerte, pero un grupo de jóvenes amantes de los animales está cambiando de a poco la situación y hoy los equinos tienen una segunda oportunidad para seguir viviendo, o al menos tener una muerte digna.

Caballos criollos que ahora mismo estarían muertos, hoy galopan en una granja del Pacífico de Nicaragua sin llevar cargas, reciben cuidos especiales y tienen a su disposición cinco manzanas de tierra (3,52 hectáreas), dividida en amplios corrales, zonas de producción de pasto, áreas de recuperación, y espacios individuales para cada equino, que contrasta con las calurosas calles de las ciudades que casi los llevaron a la muerte.

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Aunque los equinos, 16 caballos y un burro, se ven bien cuidados, ninguno de los jóvenes es especialista en la atención de animales. Lo que hacen es contactar a todo el que pueda ayudar, incluyendo voluntarios, veterinarios, incluso autoridades o transportistas cuando el caso lo amerita, y realizan los rescates cada vez que reciben la denuncia de un ejemplar abandonado.

"Los dueños los ocupan para transporte, pero cuando ya no tienen las condiciones, simplemente los dejan a su suerte, entonces la gente nos hace una denuncia y llegamos a hacer el rescate. Lo traemos al refugio, lo rehabilitamos, y una vez rehabilitado lo dejamos en áreas donde pueden estar en libertad, pueden vivir tranquilos su vida durante el tiempo que les queda", explicó uno de los líderes el grupo de jóvenes, Giovanny Murillo.

A primera vista los equinos se ven hermosos, pero algunos carecen de un ojo, otros conviven con las secuelas de algún accidente de tráfico, sobrevivieron a fracturas en una pata, tienen sus extremidades deformes, o como en el caso del burro, la falta de dientes.

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Según Murillo, salvo dos potros que nacieron en el refugio, a donde las yeguas llegaron embarazadas tras recibir maltrato, el resto de equinos llegaron tras ser víctimas de tratos crueles en diferentes municipios de Nicaragua, donde eran utilizados para tirar carga pesada, o incluso pasear a turistas en los lujosos carruajes de ciudad la colonial de Granada.

En algunos casos, los dueños intentan recuperar al caballo, a veces con violencia, tras saber que los jóvenes buscan darle una vida mejor, pero esos inconvenientes valen la pena en un país donde no hay hospitales públicos para animales, insistió Murillo.

Pero no todas las historias de rescate tienen un final feliz. De hecho, solamente entre un 25 % y un 30 % logra sobrevivir, de acuerdo con los datos del grupo de jóvenes, conocidos en redes sociales como "El mirador de Galán", en honor de la mirada del primer caballo que rescataron hace cuatro años.

"Pues es duro perder a uno (...). Es una pérdida, es como que se muera un ser querido, un amigo, aunque se haya conocido el día anterior. Lo que pasa es que uno crea una amistad con ellos", afirmó Xochitl Martínez, una administradora de empresas que actualmente cuida a los equinos de forma voluntaria.

Pese al voluntariado, el cuido no es barato. Solamente la recuperación cuesta al menos 1.000 dólares, sobre todo en medicamentos, transporte y alimentos, gastos que son cubiertos exclusivamente con donaciones de la gente, incluyendo apadrinamientos, o recaudaciones en páginas webs especializadas en la búsqueda de fondos, detalló Murillo.

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Para los amantes de los equinos, todo vale la pena.

"Ya una vez que está aquí y está rehabilitado, ellos tienen una vida libre, ellos pueden vivir aquí sin trabajar, sin ser explotados, simplemente viven la vida que todo animal debería tener, una vida tranquila, relajada, sin ser explotados", concluyó el joven, con Aquiles, Pegaso, Cupcake, Rayo, Peillo o Donkey, merodeando las cámaras.

Wilder Pérez R.

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