Padre Somarriba denuncia expulsión de Monseñor Carlos Herrera de Nicaragua
El padre Marcos Somarriba dedicó su prédica dominical a una reflexión sobre la opresión política y espiritual que viven los pueblos, alentando a los fieles a mantenerse firme en la fe y a recordar la promesa de liberación.
La homilía de Somarriba, resuena a solo unos días del destierro de Monseñor Carlos Herrera, Obispo de 75 años, presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua y miembro de la Orden de Frailes Menores.
Durante su reflexión, centrada en el evangelio de San Marcos y el libro de Daniel, el sacerdote trazó paralelismos entre las luchas del pueblo de Israel y las dificultades que enfrentan muchas naciones en la actualidad, incluida la situación de los pueblos que sufren bajo regímenes opresivos.
La homilía comenzó con una referencia a la historia del Templo de Jerusalén, cuyo inminente colapso se presenta en los evangelios como una crisis tanto espiritual como política para el pueblo de Israel.
"Hoy, como ayer, nuestros pueblos están viviendo algo similar", dijo el Padre Somarriba, señalando cómo muchos enfrentan el abuso de las autoridades que usurpan el poder y pisotean los derechos de los más vulnerables.
“Hoy vemos cómo se destruye el Templo, y lo que eso representa es una crisis espiritual y política. Nuestros hermanos son expulsados de sus tierras, obligados a vivir fuera de su país, a la deriva, sin rumbo. Pero lo que llevan consigo es el sueño de regresar a su patria, a su hogar", expresó.
Desde el púlpito en la iglesia Santa Agatha, el sacerdote continuó haciendo una comparación con la situación de la Iglesia hoy, donde el silencio y la opresión prevalecen, especialmente contra aquellos que se atreven a denunciar la injusticia.
“Así como se destruye el Templo, hoy también se intenta destruir la Iglesia, a los apóstoles y a sus pastores. Aquellos que dicen la verdad y defienden la justicia están siendo expulsados de sus comunidades. La intolerancia, la prepotencia y la maldad se han apoderado de la autoridad, y el pueblo de Dios sufre”, subrayó el Padre Somarriba.
El mensaje del evangelio, según el Padre Marcos, es claro: a pesar del sufrimiento y la opresión, hay esperanza.
"Dios nunca olvida a su pueblo. A veces parece que tarda, pero Él está en medio de nosotros, en el corazón de los que sufren, de los que viven bajo el peso de la injusticia y la maldad humana", afirmó. El sacerdote citó el pasaje de Marcos 13, donde Jesús habla de los tiempos difíciles y de la esperanza que viene con su retorno. "La intervención divina será en el momento adecuado", enfatizó.
El Padre Somarriba subrayó la importancia de no perder la fe a pesar de las dificultades. "Jesús nos invita a estar atentos a los signos de los tiempos, a vivir vigilantes y con la esperanza de que, aunque la opresión dure más de lo que quisiéramos, la liberación de Dios llegará", dijo, añadiendo que, en última instancia, "Dios tiene la última palabra".
En un momento particularmente emotivo de la homilía, el sacerdote se refirió a las palabras de la profecía de Daniel, quien habla del fin de los tiempos y de la justicia divina.
"En el libro de Daniel, el pueblo de Israel vivió en el exilio, bajo la opresión de un imperio extranjero. Pero, como nos dice hoy, se levantará Miguel, el defensor del pueblo, para proteger a los justos. Esa misma defensa se extiende hoy a nuestros pueblos que sufren persecución, injusticia y violencia", afirmó. El padre Somarriba instó a la comunidad a no rendirse, a mantenerse firmes en la fe y a luchar por la justicia.
La figura del arcángel San Miguel, mencionada en la homilía, simboliza la protección divina en tiempos de sufrimiento. "Así como San Miguel se levanta para defender al pueblo de Dios, nosotros también debemos levantarnos, ser valientes y defender los derechos de los oprimidos", dijo el sacerdote, instando a todos a ser defensores de la dignidad humana.
En su homilía, el padre Somarriba recordó que, a pesar de las adversidades, Dios tiene un plan para cada uno de nosotros.
"La resurrección de los justos y su compensación es la promesa de que, al final, todo mal será vencido. El sufrimiento no es en vano, y los que permanecen fieles a la justicia brillarán como estrellas", concluyó, alentando a los presentes a mantener viva la esperanza de un futuro mejor, marcado por la justicia y la paz.