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Nada halagüeño en el panorama

Noviembre 20, 2018 05:18 PM

1. Después de siete meses, Ortega ya dio hartas y variadísimas muestras de que ignora olímpicamente todo lo que, en la práctica, significa gobernar democráticamente. Ha lucido sobradas y poderosísimas muestras de que le falta condiciones políticas y de toda índole para ejercer el puesto que conquistó en el 2007.

2. Es más, Ortega carece de un discurso para revelar cuál será, concretamente, su propuesta para salir de la crisis actual y sus nociones bizarras de las reglas del juego político. Hay muchas y muchas y serias evidencias de que hay que temerle si permanece en el poder hasta el 2021.

3. Pero lo que no se esperaba, al menos entre quienes tratan de entender el manicomio en que se transformó la política nicaragüense, es que no hubiese nadie, pero absolutamente nadie, capacitado para soplarle al oído que una cosa es ejercer el poder autoritario, y otra, muy diferente, gobernar en democracia. Que, en general, esto significa, en otras palabras, negociar con los adversarios y abrir espacio de diálogo con los opositores, con el propósito de alcanzar una salida equilibrada a la crisis sociopolítica.

4. Alguien que tuviese bien clara que la crisis de abril abrió una nueva fase política y que Ortega no podía seguir actuando de manera autoritaria. ¿Quién, quiénes? Por ejemplo, los generales y el estado mayor del Ejército, al no ser primates absolutos, son cuadros con formación y con influencia palpable no sólo sobre las tropas, sino sobre todo el círculo íntimo de poder que rodea a Ortega. Pensamos que tienen una visión propia de la crisis, del país, de futuro.

5. Nos acercamos a momentos claves de la vida nacional, a una fase que será todo menos tersa, plaga de altibajos financieros y cambiarios, pérdidas en los índices que juegan en la Bolsa de Valores, las evaluaciones negativas de las calificadoras de riesgo, y muchos cálculos no expresados todavía sobre los efectos que para las empresas que había adelantados inversiones y compromisos en la construcción de diferentes centros comerciales y edificios de oficinas.

6.  Todo lo anterior revela la fragilidad económica del país y la imposibilidad de desacoplarse de la tendencia regresiva. La profundización de la recesión en el 2019 va a provocar una caída en el tipo de cambio y podría llevar a una ruptura en el sistema financiero, sobre todo si sobreviene un descenso productivo, congelamiento de proyectos de inversión y una burbuja inmobiliaria.

7. En el escenario político habrá primicias o no, pero lo que hoy impera es una extraña incertidumbre sobre si viene una recesión a toda regla. La austeridad gubernamental, a destiempo y peor aplicada, no puede sino generar mayor incertidumbre en el sector público, y la lealtad de los funcionarios al dictador, no puede sino flaquear.

8. El silencio de los empleados públicos y la opacidad de los altos funcionarios que, reina en los corredores de las instituciones gubernamentales, hablan de un coloquio de aprendices de brujos, sometidos a los viejos ritos e invenciones que hasta aquí nos trajeron.

9. También, en el panorama sociopolítico observamos un poderoso movimiento popular que carece de organización, cuadros y programa, pero está guiado por la voluntad de imponer un cambio político-social acabando con el poder de Ortega y sus aliados.

10. Los sectores populares luchan por transformar socialmente a Nicaragua. Espontáneamente tiende a la autonomía municipal, a la autogestión del Caribe, a la descentralización para responder a la necesidades municipales, territoriales y regionales.

11. Esa ola social tiene una gran capacidad de presión que reduce los márgenes de maniobras a los políticos tradicionales y al gran capital para llegar a un acuerdo que favorezca una solución de: “orteguismo sin Ortega”.

12. Esa ola social es un gran magma en continua evolución, compuesta por diferentes estratos económicos, étnicos, regionales y culturales (pequeños comerciantes, pequeños talleres y otros propietarios, clases medias urbanas y rurales), políticamente oscilando, por un lado, a favor de las clases y sectores populares y, por otro, apoyo a la alianza entre la burguesía tradicional, el gran capital y el capital financiero.

13. Las clases medias piden medidas democratizadoras y modernizadoras. La gran burguesía no quiere ceder nada, busca solo modificaciones domésticas y verticalista. Las clases medias, que no son anti-neoliberal, siguen hoy a los sectores populares contra la represión gubernamental, pero comparten los valores burgueses que pesan también sobre los sectores populares, pero chocan con su vida cotidiana.

14. En ese gran milhojas social, dividido en capas y estamentos, figuran también los altos jefes militares, los oficiales castrenses, los abogados, dentistas, médicos, ingenieros, profesores universitarios, empleados bancarios, trabajadores formales e informales, etcétera.

15. Las fuerzas armadas reclutan sus soldados y suboficiales en los sectores populares. Los altos oficiales, tienden a inclinarse por el “status quo” y algunos de ellos son simpatizantes de Ortega; pero existe un sector de oficiales honrados y con mayor nivel cultural a los que les repugna el papel de policía, de transformarse en guardia pretoriana o incluso rechazan la existencia de los paramilitares.

16. Hay un sector de la burguesía e incluso de las finanzas que se han dado cuenta del carácter insostenible del régimen Ortega-Murillo que representa la corrupción, la represión, la alianza con la delincuencia y los paramilitares. Esta capa teme un nuevo estallido popular y está dispuesta a ceder terreno político para seguir haciendo buenos negocios y monopolizar el mercado interno.

17. Los diferentes sectores de la burguesía buscan crear un clima propicio para desarrollar las construcciones inmobiliarias, cultivar palmas aceiteras, cultivos de agroindustria de exportación e instalar en cualquier lado molinos para la energía eólica.

18. Las idas y vueltas de anuncios y publicaciones de medidas gubernamentales, sus declaraciones a los periodistas extranjeros, etcétera; todo eso ha servido de cortina de humo para el horror que hemos vivido en los últimos meses. En el camino tortuoso desde abril, Ortega y gente de su calaña han arruinado el país.

19. Tal es el mundo hostil en el que vivimos y en el viene, y en el que se tendrá que buscar espacios para el cambio político y económico del nuevo gobierno. Una sociedad con bienestar requiere de la seguridad de una democracia amplia y de calidad.

20. Ortega-Murillo olvidan que Trump ha colocado un militar como Secretario de Estado, sigue una diplomacia coercitiva. Su estrategia es el juego de suma cero. Si Ortega-Murillo mantienen la resistencia de no negociar, lo más probable que Estados Unidos vaya a elegir una de sus escasas e indeseables opciones.

San José/Costa Rica, 19 de noviembre 2018

*Por Oscar René Vargas

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