Los animales salvajes también envejecen

Septiembre 25, 2018 12:57 PM
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Hasta hace unos años, la comunidad científica defendía la creencia de que los animales salvajes morían antes de hacerse viejos, principalmente por la acción de depredadores o por la presencia de parásitos. Sin embargo, los elementos opuestos a ellos en un hábitat o ecosistema hostil no logran adelantarse completamente al paso del tiempo. No fue hasta 2011 que se demostró por primera vez el envejecimiento y la senescencia en la naturaleza.

Los primeros animales a los que se monitorizó para determinar su patrón de envejecimiento fueron los piqueros de patas azules (Sula nebouxii).

Estas aves son especialmente longevas y habitan las costas del Pacífico entre México, las Islas Galápagos y Perú. Los resultados obtenidos demuestran que la línea germinal, el ADN que da continuidad a las siguientes generaciones, puede verse dañada con la edad. Al igual que la descendencia de hombres cuya edad supera los 50 años corre más riesgo de sufrir enfermedades genéticas, lo mismo ocurre con estos pájaros. El ADN de las aves de mayor edad tiene daños y puede hacer que su descendencia sea más proclive a enfermedades o mutaciones.

Para los piqueros de patas azules, es precisamente el color de sus extremidades lo que marca la diferencia. La coloración de las patas sufre envejecimiento y es un indicador del daño oxidativo en el esperma, por lo que los machos de mayor edad suelen tener colores más apagados, mientras que los machos de edad media tienen una línea germinal menos deteriorada y patas más coloridas. Según el estudio, las hembras eligen a os machos en función del color de las patas y sienten menor atracción por los sujetos de mayor edad, con patas de colores más tenues.

Antes de este estudio, la creencia general era que la senescencia, los problemas o deterioros naturales del cuerpo asociados con el paso del tiempo y la edad, solo se manifestaban en humanos y animales domésticos debido a que tenemos una esperanza de vida muy superior a lo que nos correspondería de forma natural; vivimos más tiempo del que nos tocaría. Sin embargo, los descubrimientos que realizó Alberto Velando como principal líder de la investigación demuestran que existe la senescencia en la naturaleza y que afecta a la capacidad de vivir y de reproducirse de los animales salvajes.

Los resultados de la investigación permitieron abrir un nuevo campo de perspectivas sobre qué hay detrás de las señales sexuales y sirvieron como un primer indicio de la importancia de la selección sexual para purgar mutaciones genéticas.

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