Los vuelos espaciales afectan al cerebro de los astronautas
Desde hace tiempo, los expertos en medicina aeroespacial saben que las estancias prolongadas en el espacio, en un entorno de gravedad reducida, pasan factura a los astronautas.
Además de estar más expuestos a ciertas radiaciones, capaces de dañar el ADN, su masa ósea puede reducirse hasta un 2% al mes y los músculos de sus extremidades tienden a atrofiarse. Por el contrario, su cabeza se hincha, lo que a muchos les ocasiona intensos dolores de cabeza. Ahora, un equipo multidisciplinar de investigadores coordinados por científicos de la Universidad de Antwerp, en Bélgica, ha descubierto que, del mismo modo, su cerebro también experimenta alteraciones.
“Hemos averiguado que se producen cambios en la materia gris, en la blanca y en el líquido cefalorraquídeo”, indica en un comunicado Angelique Van Ombergen, una especialista en neuroplasticidad de la citada institución belga que ha participado en esta iniciativa. “Algunos pueden ser detectados hasta siete meses después de que su misión haya terminado”, recalca.
Cambios persistentes
Para determinarlo, Van Ombergen y sus colaboradores pidieron a un grupo de diez cosmonautas que se sometieran a un estudio de imágenes por resonancia magnética poco antes de partir hacia el espacio, justo tras su regreso –por término medio, habían pasado medio año fuera de la Tierra– y, de nuevo, siete meses después. “En la primera fase del ensayo, nos centramos exclusivamente en la composición del cerebro y su estructura anatómica; dejamos a un lado el análisis de los aspectos más funcionales”, señala la investigadora.
De este modo, se percataron de que los escáneres que les habían hecho a su vuelta mostraban cambios en diferentes tipos de tejido. Steven Jillings, del Departamento de Física de la citada Universidad de Antwerp, lo explica: “El volumen de materia gris –un tipo de tejido neuronal que se relaciona con el procesamiento e interpretación de la información– se había reducido en todo el cerebro. También detectamos cambios en el líquido cefalorraquídeo, una sustancia incolora que, entre otras cosas, protege el sistema nervioso y elimina los productos de desecho de los sesos. La baja gravedad ocasiona una redistribución de los fluidos, de modo que llegan en mayor cantidad a la cabeza de los astronautas. Parece haber una perturbación en el flujo del líquido cefalorraquídeo, algo que perdura después de la misión”.
Problemas de visión
Transcurridos siete meses, los cosmonautas volvieron a pasar por el escáner. La materia gris presentaba entonces un aspecto mucho más parecido al que tenía antes de su incursión en el espacio, pero aun así eran perceptibles ciertas diferencias. Estas aún eran notables en el mencionado líquido cefalorraquídeo. Los autores de este trabajo, que han publicado en la revista The New England Journal of Medicine, destacan que será necesario llevar a cabo más estudios para saber a qué se debe este fenómeno y las posibles consecuencias que pudiera tener. En principio, sugieren que podría estar relacionado de algún modo con los problemas de agudeza visual que han presentado algunos astronautas que han permanecido mucho tiempo lejos de la Tierra.
Por Abraham Alonso