CSKA Moscú derrota al campeón de la Champions
En ocho días se ha desvanecido todo el optimismo que había despertado el Madrid en el inicio de temporada. Frente a un rival ordenado pero con recursos limitados no fue capaz de igualar siquiera en el Luznhiki, ese estadio maldito para los blancos. Buscó y buscó el Madrid la respuesta a la feroz defensa rusa y no la encontró. Sí, le falta gol. Estrelló tres palos. Pero tampoco tuvo claridad de ideas. Y eso es más preocupante.
Empieza a ser costumbre ya, nada recomendable por cierto, que el Madrid obsequió al contrario con los primeros minutos de partido. Como en el Pizjuán y ante el Atlético se inhibió de inicio, y el CSKA castigó como el Sevilla. Al minuto estaba por detrás en el marcador víctima de un error de Kroos, impropio de su calidad y experiencia.Cedió desde el centro del campo de volea, botando, confiado en que su servicio llegaría a Keylor.De haber sido así tampoco lo habría tenido fácil el tico para controlar.
El caso es que Vlasic intuyó la pifia, encaró a Varane, le eliminó con un amago y anotó fácil. 1-0 en un pestañeo. No fue todo. La fuerte presión del equipo ruso y sus tres centrales, el dibujo de Machín que amargó a los blancos, prolongaron la tortura hasta el minuto 20. Un remate de Chalov taponado por Nacho, otro blocado por Keylor, un cabezazo de Becao alto y, sobre todo, la sensación de más intensidad que aportaba el bloque ruso inclinaron el duelo.
El majestuoso Luznhiki, donde España cayó víctima de los 1.000 pases sin profundidad, se enfrió con el dominio blanco, pero con una profundidad similar. Después de un arranque tremendamente productivo, Benzema no encuentra el hilo para hacer daño. Ayuda, despeja el panorama, pero no tiene presencia en el área. La que se supone al 9 blanco. Aún así, tuvo dos opciones, una al cazar un rebote en un córner que se le fue alto buscando la escuadra. Y en otra, la más clara, cabeceó al travesaño un estupendo centro de Reguilón.
Puso paciencia el Madrid para buscar la igualada antes del descanso. También Casemiro se topó con la madera al arrancar con ventaja y cruzar el remate a la base del poste derecho. Una muestra del empuje territorial del campeón, enredado en la madeja defensiva rusa. Y si faltaban dificultades que remontar, Carvajal se resintió de sus músculos y tuvo que ser reemplazado por Odriozola.
Lopetegui entendió que la dificultad era extrema y preparó un plan rápido para cambiar el paisaje. Aceleraron el calentamiento Mariano y Modric, y el técnico agotó los cambios con 33 minutos por delante. Retiró a Lucas y Casemiro, liberando a Benzema de comparecer en área chica y abriendo la pradera a Odriozola. El partido fue blanco sin asomo de discusión porque el CSKA no encontraba rutas para salir a la contra, y además retiró a Dzagoev, su futbolista más imaginativo entre líneas. Y como en aquel infausto partido de la Roja en julio, fue un gobierno sin soluciones para los problemas que realmente importan.
El tramo final desesperó al madridismo. Más allá de algún remate lejano de Kroos o Ceballos y el bullicio de Mariano en el área, se escurrieron los minutos con impotencia. Faltaron Bale, Isco, Marcelo, Ramos y se lesionó Carvajal. Cierto. Pero debió bastar con los que estaban para al menos sacar un punto. Lo buscó Mariano a centro de Odriozola, pero su cabezazo rebotó espectacularmente en el poste. También lo acarició Varane, pero se fue fuera su cabezazo. Ni la épica funciona ahora en el Madrid.
Por José María Rodríguez