¿Quién es Patrick Mahomes?, el fenómeno surgido en el Súper Bowl al que llaman el Messi del fútbol americano
Patrick Mahomes empezó a escribir su leyenda el último domingo en el Súper Bowl, ante una audiencia millonaria, con apenas 24 años y en su tercera temporada en la NFL. En una noche difícil, después de sufrir dos intercepciones, se recuperó, lideró la remontada de Kansas City Chiefs para conquistar un título esquivo durante los últimos cincuenta años y recibió el trofeo al jugador más valioso de la noche.
Convertido en estrella, en un ícono global cuyas jugadas se viralizan partido tras partido en las redes sociales, Mahomes no es únicamente la pieza determinante del flamante campeón: también es un jugador vanguardista que redefine la posición del mariscal del campo
Su repertorio de pases y movimientos lo diferencia como un quarterback único e inédito en la liga. No hay nada que no pueda hacer dentro de una cancha, como pasador, como corredor, ganando tiempo mientras se escapa de la presión cuando colapsan su bolsa o combinando las tres virtudes para convertirse en un enigma indescifrable para la defensa rival. Hasta es capaz de pasar con mano izquierda.
Bobby Stroupe, quien fue su entrenador desde el cuarto año de su secundario en Whitehouse High, rememoró aquellos días juntos en diálogo con The Washington Post: “En lugar de tratar de hacer que haga las cosas que la gente piensa que hacen únicos y especiales a los mariscales de campo, decidimos continuar trabajando en las cosas que hacen especial y único a Patrick”
Aquello que hace especial y único a Mahomes es su formación: su historia es diferente a la de la mayoría de los atletas de élite. En la era de la especialización temprana, Mahomes recién se embarcó única y definitivamente en el fútbol americano a sus 20 años, durante su segundo año en la universidad de Texas Tech.
Hijo de Pat Mahomes, ex jugador profesional de béisbol, desde su infancia practicó, con igual intensidad y dedicación, fútbol americano, béisbol y básquet. Su pasado se refleja en su juego, poco convencional, poco ortodoxo y con recursos singulares en la NFL que lo dotaron de un apodo que apunta a su espectacularidad, mientras en las redes lo comparan con Lionel Messi y con Stephen Curry. Magic Mahomes, el mágico, es un atleta genial que se luce en la NFL
La influencia del básquet en su juego es evidente. Mike Kafka, entrenador de mariscales de campo de Kansas City, lo define: “Podríamos decir que su visión es porque jugó al básquet”.
Base en el secundario, era el encargado de comandar la ofensiva de su equipo. Los rivales se lanzaban permanentemente a su caza, doblándole la marca para intentar robarle la pelota. Sobre el parqué desarrolló su capacidad de anticipar los movimientos del rival, de las trayectorias de sus propios compañeros y de cómo encontrarlos bajo presión. Uno de sus pases claves en el Super Bowl, en 3º y 15 en el último cuarto con 7 minutos en el reloj, destaca esa capacidad. Su pase a Damien Williams fue la jugada del partido
La jugada del partido en el Super Bowl: el pase de Patrick Mahomes a Damien Williams
También le sumó a su juego su particular movimiento de pies para desplazarse sobre el campo mientras corre y escapa de la presión de la línea defensiva rival y la picardía para usar su cuerpo -incluso su cabeza y sus ojos- para engañar a sus oponentes. En el touchdown terrestre que anotó en el Super Bowl quedó en evidencia su técnica
Ya profesional, siguió jugando al básquet incluso ya durante su etapa en la NFL. Después de que un video se propagara por las redes sociales, Kansas City le prohibió jugar en su tiempo libre. Brett Veach, manager de los Chiefs, lo llamó por teléfono para comunicarle la decisión: “Estás quebrando un montón de tobillos en la cancha, solo asegurate de que no te rompas los tuyos”
Patrick Mahomes jugando al básquet
Mahomes recibió al béisbol como parte de la herencia de su padre. Como lanzador, perfeccionó su juego de pies sobre el diamante. Como shortstop, adquirió múltiples ángulos de lanzamiento que ejecuta con precisión, completamente diferentes a los tiros tradicionales de un mariscal de campo.
Durante su etapa en el secundario lanzó un no-hitter, una rareza que se da cuando el lanzador consigue eliminar a todos sus rivales sin permitirles ni siquiera llegar a la primera base. En 2014 fue elegido por los Detroit Tigers de la Liga Profesional de Béisbol en la 37º ronda del Draft pero decidió comprometerse con Texas Tech.
Ya en la universidad, su entrenador de fútbol americano le recomendó que siguiera jugando durante su primer año. “Era un jugador de béisbol que estaba jugando al fútbol americano”, se describió Mahomes a sí mismo durante la semana previa al Super Bowl. Recién como sophomore, a los 20 años, dejó el béisbol. Dos años después, fue elegido en la décima posición del Draft por Kansas City Chiefs
Mahomes, junto a su padre, de quien recibió como herencia la pasión por el béisbol
Después de una primera campaña en Kansas City en donde fue suplente de Alex Smith, se ganó la titularidad tras la transferencia de Smith a Washington Redskins. En 2018, su segunda temporada, ganó el premio al jugador más valioso del año y únicamente la mala fortuna le impidió jugar el Super Bowl: después de igualar en 31 puntos durante el tiempo regular de su final de conferencia frente a los New England Patriots de Tom Brady, el sorteo decidió que la dinastía construida por Bill Belichick comenzara con el ovoide en el tiempo suplementario. El touchdown de Rex Burkhead arruinó la primera postemporada de Mahomes.
En su segundo año como titular, el tercero en la liga, fue campeón: se convirtió en el segundo mariscal de campo más joven en conquistar el título con apenas 24 años y 139 días. Premiado como el jugador más valioso del partido, también fue el más joven en alzar tal galardón.
Su leyenda recién comienza. La próxima temporada será la última en su contrato de novato y se especula con que su renovación de contrato quebrará todos los récords con un vínculo de más de 40 millones por temporada. Con él como epicentro, Kansas City sueña con trazar una hegemonía en la NFL.
Mahomes es el corazón de su equipo, unos Chiefs que se convirtieron en el primer equipo de la historia en remontar sus tres partidos de postemporada: remontaron 24 puntos en su debut frente a Houston Texans, levantaron una desventaja de 10 unidades vs Tennessee Titans y en el Super Bowl perdían por 10 puntos a seis minutos del final.
El receptor Tyreek Hill, su socio dentro de la cancha, reconoció su influencia: "Para mí, perdiendo 20-10, estaba deprimido. El partido no iba como quería. Soy muy emocional, muy apasionado por el juego, amo el deporte. Pat, siendo Pat, vino hacia mí y me dijo ‘T, te necesito. Necesito que te recuperes y creas’. Fue capaz de calmarme y terminamos ganando”.
Su liderazgo es también una consecuencia de su incursión en diferentes deportes a una edad temprana. Mahomes, interceptado en dos oportunidades en el Super Bowl en una noche para el olvido, jamás perdió la calma. Haber protagonizado distintos escenarios en diferentes contextos.
Cuatro años después de tomar la decisión de dedicarse plenamente al fútbol americano, se transformó indiscutiblemente en el mejor jugador de la liga. También el más determinante, un líder que jamás se entrega. Mahomes es un ejemplo de la especialización tardía sobre la que David Epstein profundiza en su libro “Range: Why Generalists Triumph in a Specialized World”.
Según Epstein, numerosos estudios “demuestran que deportistas que hicieron muchos deportes en su juventud necesitan menos tiempo para convertirse en deportistas de élite”. El libro es un contraste permanente a la hiperespecialización y a la teoría de las 10.000 horas como método para alcanzar la experticia.
El caso de Mahomes es similar al de otras estrellas. Roger Federer es uno de los elegidos por Epstein para probar su teoría. El suizo, máximo ganador de Grand Slam con 20 trofeos y uno de los mejores jugadores de la historia, practicó squash, esquí, natación, básquet, patinaje, handball, ping pong, bádminton y fútbol, su otro gran amor. Recién a los 12 años empezó a gravitar hacia el tenis y enterró definitivamente a todos los demás deportes.
Una nota publicada en The New York Times en 2006 recopila que el propio Federer destacó a los deportes que practicó durante su niñez, especialmente al badminton y al básquet como dos disciplinas que le permitieron perfeccionar la coordinación entre su hijo y su mano.
“Nuestra mayor fortaleza es exactamente lo opuesto a la especialización: es la capacidad de integrar diferentes experiencias”, describe Epstein en su libro. Mahomes y Federer son dos casos exitosos pero no son los únicos.
Uno de los más significativos tal vez sea el de Hakeem Olajuwon, dos veces campeón de la NBA e integrante del Salón de la Fama, jugó por primera vez al básquet a los 17 años. Hasta entonces, apenas había jugado al fútbol en su Nigeria natal, una práctica que lo ayudó a perfeccionar su movimiento de piernas y su habilidad. Incluso "the Dream Shake", su movimiento icónico, nació en una cancha de fútbol: "Era uno de mis movimientos en el fútbol, y lo incorporé en el básquet".
Un camino inverso recorrió el uruguayo Carlos Goyén, el arquero del último Independiente campeón de la Copa Libertadores. Meses después del triunfo frente a Gremio en la final continental, el charrúa se lució en la histórica victoria en la Intercontinental frente al Liverpool inglés en el Estadio Nacional de Tokio.
Goyén defendió el arco del Rojo durante cuatro años y 210 partidos. Inolvidable, inmortalizó su nombre como integrante perpetuo en el olimpo de ídolos del club. El charrúa recuerda en diálogo con Infobae su particular formación: “Yo no realicé trabajos de divisiones inferiores en el fútbol. Toda mi formación fue propia del básquetbol. Empecé a jugar a los 13 y si bien me gustaba el arco, me gustaba muchísimo más el básquet”.
Goyén, quien nació en Montevideo el 14 de agosto de 1955 y creció admirando al mito Ladislao Mazurkiewicz, empezó a jugar al básquet a los 13 años en el Club Atlético Stockolmo de su ciudad natal. Jugaba en la posición de escolta y alcanzó la Primera División.
“Yo me inicié y me formé como niño y adolescente en el básquet. Toda mi formación fue propia del básquet, a la cual le arrimé un poco de trabajo específico de reflejos porque me gustaba mucho divertirme en el club jugando al ping pong”.
Recién a los 21 años abandonó el básquet, cuando el fútbol profesional irrumpió en su vida por casualidad: “Me vieron atajar en un partido amateur y me vieron cualidades para atajar en primera. Me descubrió Walter Taibo, un ex arquero que jugó en Huracán: iba a dirigir en River Plate de Montevideo y me dijo que le gustaría llevarme porque me veía condiciones para atajar en el fútbol profesional. Sin hacer ningún tipo de divisiones inferiores, debuté en primera directamente”.
Goyén quedó en el recuerdo por su implacable juego aéreo: “Dicen que era lo que mejor sabía hacer. El dominio del área, la seguridad, ir a buscar los centros. Todo eso me lo dio el básquet, la técnica, el timming, el salto, el rebote, me sirvió muchísimo para desempeñarme como arquero”
Como Federer, Hakeem y Goyén, como tantos otros deportistas, Mahomes es una prueba tangible de las ventajas de especialización tardía. Si hoy es campeón, el jugador más valioso y una estrella que obnubila al mundo es gracias a no haber cercenado sus opciones durante su juventud. Su pasado construyó su presente e impulsa un futuro que lo proyecta como uno de los mejores deportistas de la próxima década, el profeta de una revolución que ya acusa la NFL