Nicaragua 2021-2022, las nuevas encrucijadas
Los posibles escenarios que se pueden presentar a partir de los últimos acontecimientos (encarcelación de opositores, farsa electoral de 2021, represión generalizada, etcétera), nos obliga a realizar un análisis a partir de los datos duros del momento que nos puedan indicar las potenciales tendencias en el comportamiento futuro de los poderes fácticos en los escenarios de corto, mediano y largo plazo. En el próximo artículo analizaremos esos probables y previsibles escenarios; por el momento veamos los datos duros de la realidad actual.
Introducción
Las características de la economía nicaragüense evidencian que el sector agropecuario que incluye el agrícola es el más importante generador de empleo, el 43.6% del empleo nacional. Las exportaciones primarias representan el 29.3% sobre una base de empleo de alrededor de 652 mil puestos de trabajo. Solo el 12.5% de los empleos permanentes del sector exportador agropecuario cotizan al INSS (71.7 mil trabajadores).
La caída de la economía nicaragüense entre 2018 y 2020 ha sido asimétrica, con mayor incidencia en los sectores sociales más vulnerables y con afectación desproporcionada en los hogares de bajo ingresos, trabajadores informales, desempleados, mujeres y jóvenes.
De acuerdo con la CEPAL, en el 2008, el PIB de Centroamérica, incluyendo Panamá, fue de US$ 134,489.1 millones de dólares y el de Nicaragua fue de US$ 6,365.3 millones de dólares. Es decir, Nicaragua teniendo más recursos naturales, más agua potable, más tierra cultivable, etcétera; representó solamente el 4.73% del PIB centroamericano.
En el 2017, de acuerdo con The World Fact Book de la CIA, la economía nicaragüense representaba escasamente el 5.42% de la economía de Centroamérica y, en el 2019, según el FMI era el 4.55% de la economía de la región. Es decir, trece años después del pacto de Ortega con el gran capital, Nicaragua sigue siendo el país más atrasado de la región centroamericana.
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Según el Informe Doing Business 2020 del Banco Mundial. Califica a Nicaragua como el tercer peor país de América Latina para hacer negocios, ocupando la posición número 142 (entre 190 economías evaluadas en todo el planeta).
El producto interno bruto (PIB) real de Nicaragua estimados por el Banco Central de Nicaragua (BCN), durante el trienio 2018-2020, tras tres años continuos de recesión económica la producción de bienes y servicios del país se redujo -8.75% hasta el nivel registrado en 2015.
El PIB decreció un -2.0% en 2020, el tercer año consecutivo de contracción, esta vez como producto de la pandemia de la covid-19 y los daños causados por los huracanes Eta e Iota en noviembre pasado. El PIB cayó un -3.7 % en 2019, y un -3.4 % en 2018.
En 2020 el PIB nominal por persona promedio anual valorado en dólares, publicado por el BCN, fue igual a US$ 1,914 dólares, muy similar a su valor de US$ 1,917 dólares registrado en 2014. Este indicador macroeconómico ayuda a concluir que la economía de Nicaragua ha retrocedido 6 años a finales de 2020.
No obstante, la baja cobertura de la vacunación contra el COVID-19 en la población y el sesgo contractivo de la política monetaria y la política fiscal, en el 2021 la economía de Nicaragua está funcionando en una mejor forma que la observada en el 2020, debido a:
A) La inversión pública financiada principalmente con préstamos del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).
B) El aumento del consumo de los hogares por el mayor flujo de remesas, también por el crecimiento de la economía estadounidense.
C) El valor promedio de las remesas que llegaron al país en el primer semestre de 2021 se ubicó en US$ 256.6 dólares, monto superior en 11.9% con respecto a los US$ 229.3 dólares que promedió en el primer semestre del 2020.
D) Los desembolsos realizados por el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco Mundial (BM) y Fondo Monetario Internacional (FMI) superaron los US$ 900 millones de dólares en diciembre de 2020 y permiten mantener la planilla gubernamental.
Sin embargo, la inversión privada, tanto doméstica como extranjera, se estancó y disminuyó por el alto riesgo político y la incertidumbre empresarial; por otro lado, las exportaciones de bienes a pesar de su mayor valor por los altos precios internacionales de materias primas no crecen lo suficiente para sostener una recuperación económica importante.
Según el BCN, el índice de producción del IMAE (Base: 2006 = 100), reflejó en mayo de 2021 un nivel de 154.5%, muy aproximado al 153.8% registrado en marzo de 2017.
Inversión extranjera directa
De acuerdo al BCN, la inversión extranjera directa (IED) en Nicaragua cayó un 63.8 por ciento en el 2020 al pasar de US$ 503 millones de dólares en 2019 a US$ 182.3 millones de dólares en el año 2020.
En 2016 Nicaragua atrajo US$ 981.1 millones de dólares en IED, US$ 1,035.4 millones de dólares en 2017, US$ 837.6 millones de dólares en 2018, US$ 503 millones de dólares en 2019, y US$ 182.3 millones de dólares en el 2020, detalló el BCN.
Desempleo
El problema de la informalidad (trabajo informal) en Nicaragua, es un lacerante problema socio laboral presente de tiempo atrás, pero acicateado durante el régimen Ortega-Murillo. En el 2020, sólo el 24.12 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) cotiza al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) y por lo tanto están afiliados al sistema de pensiones y salud; es decir, el 72.19 por ciento de la PEA estaba en la informalidad, desprotegidos de beneficios y seguridad social o en el desempleo.
La leve recuperación proyectada para el 2021 no ha permitido una recuperación del empleo de calidad y persisten los altos niveles de subocupación o trabajo informal, es decir, no reciben un ingreso suficiente para comprar una canasta básica. El empleo recuperado no necesariamente tiene la misma calidad.
Los que no han rescatado el trabajo son los subocupados; es decir, personas que no perdieron su trabajo, pero no están laborando las horas completas, entonces tampoco les están pagando el monto completo.
Al disminuir la actividad del sector servicios (hoteles, restaurantes, turismo, banca) mucha gente con estudios universitarios terminados o personal calificado, que principalmente se ubica en este sector, perdió su trabajo o vio reducidos sus ingresos.
Por otro lado, la recuperación del empleo es muy desigual conforme al sector económico, mientras en el sector primario hay más personas ocupadas, en el sector terciario aún está muy afectado.
Todo lo anterior ha estimulado la migración de jóvenes y personas con cierta formación profesional hacia Estados Unidos, Costa Rica, España y otros países de la región.
Salarios y poder de compra
De acuerdo con el Banco Central de Nicaragua (BCN), en diciembre de 2011 el precio de la canasta básica de 53 productos era de C$10,135.9 córdobas. En 2007, el costo de la misma canasta básica era de C$ 7,713.9 córdobas.
En diciembre de 2017 el costo canasta básica 53 productos era de C$ 13,331.90 córdobas. Mientras que, en enero 2018, el salario promedio nominal de los afiliados al INSS se situó en C$ 10,209.3 córdobas. Es decir, el salario promedio nominal de los afiliados al seguro social era menor al costo de la canasta básica.
Luego, a finales de diciembre de 2018, el precio de la canasta básica llegó a C$ 13,564 córdobas. En julio 2019, de acuerdo a la información del BCN (Informe Anual 2019), el costo de la canasta básica se ubicó en C$ 14,159.76 córdobas, mientras que a finales de 2019 el promedio del salario nominal de los afiliados al INSS, según el Anuario de Estadísticas Macroeconómicas 2019 del BCN, era de C$ 11,384.3 córdobas con el cual no se cubría el costo de la canasta básica. Más de la mitad de los trabajadores formales cotizantes del INSS ganan menos de lo requerido para garantizar las necesidades básicas de un hogar familiar, por lo tanto, muchos hogares dejaron de realizar alguna comida del día y/o se quedaron sin comer.
Más tarde, a finales de diciembre de 2020 el costo de la canasta básica pasó de C$ 14,526.34 córdobas y, finalmente, a C$ 15,305.34 córdobas cerrando junio de 2021. Es decir, entre enero 2018 a junio 2021 la canasta básica incrementó su costo en C$ 1,973.38 córdobas.
Entre enero 2018 y marzo 2021, el salario nominal o monto en córdobas mensual que el trabajador recibe por su servicio laboral, mostró un incremento de 3.0 por ciento acumulado, al pasar de C$ 10,685 córdobas en diciembre de 2017 a C$ 11,006 córdobas mensuales en marzo de 2021. En ese mismo lapso se registró una tasa de inflación nacional acumulada de 15.1 por ciento. Por consiguiente, el salario real (eliminando la inflación), o poder adquisitivo del salario, se redujo 10.4 por ciento en ese mismo período.
Entre finales de diciembre de 2007 y junio de 2021, el costo de la canasta básica pasó de C$ 7,713.9 córdobas para alcanzar C$ C$ 15,305.34 córdobas cerrando junio de 2021. Es decir, el costo de la canasta básica se duplicó incrementando la vulnerabilidad de la mayoría de los trabajadores informales y los trabajadores formales en pobreza laboral.
Salir de la pobreza no es una decisión individual. La decisión individual está vinculada con la búsqueda de empleo o la generación de ingresos, pero si el mercado de trabajo no genera puestos de calidad, con buenos salarios y condiciones laborales, nada puede hacerse solo. El mercado laboral es una responsabilidad compartida: las políticas económicas de parte del gobierno; de los empresarios que imponen las condiciones laborales; y de los sindicatos independientes, actualmente inexistentes, que deben defender los intereses de los trabajadores.
La política de diálogo y consenso entre el régimen y el gran capital masacró el ingreso de la mayoría de los nicaragüenses, en general, porque una de sus políticas eran la contención salarial (para incrementar la competitividad del país, decían), lo que precariza el empleo, fomentó la informalidad y el outsourcing, amén de todo tipo de violaciones a la ley laboral. Fue tan brutal, que el poder adquisitivo real del córdoba se redujo, ya que aumentaba el salario por debajo de la inflación y eso significaba pérdida de poder adquisitivo.
Así, la tan cacareada competitividad y la recuperación del poder adquisitivo que tanto presume el régimen de Ortega-Murillo, además de falso, sólo logró dos cosas: el espectacular fortalecimiento de la concentración del ingreso y la riqueza y la acelerada pauperización de millones de nicaragüenses ya no alcanza trabajar para salir de la pobreza.
Para entender la dimensión del deterioro es necesario asociar varios elementos sobre los niveles de ingreso y consumo de los asalariados: la correlación entre el salario mínimo nominal general y el precio de la canasta alimentaria recomendable demuestra que durante el orteguismo (2007-2021), resultado de las políticas salariales del Estado, se generó como saldo un incremento en el desajuste entre salario y poder de compra en detrimento de los asalariados.
En los últimos años se profundizó un fenómeno particular: cada vez más trabajadores viven en situación de pobreza a pesar de tener empleo y un ingreso estable o relativamente estable todos los meses. Es decir, se produjo una pérdida acumulada del poder adquisitivo del salario.
Entre 2007-2021 el precio de la canasta alimentaria se incrementó más que los incrementos salariales recibidos por los trabajadores. El tamaño del despojo es gigantesco, pues equivale a tener hoy un poder de compra en términos reales inferior a un córdoba de 2007. ¿Quién se quedó y por qué con el dinero perdido de los asalariados? La finalidad del mercado de trabajo no puede ser la acumulación infinita de capital de los empresarios en detrimento de la calidad del resto de la población.
Recuperar el poder de compra de los salarios no es solo un buen argumento económico para estimular el consumo y reactivar la actividad económica. Es también una política de respeto hacia los derechos humanos básicos de las personas que, aun haciendo su aporte al sistema productivo, no llegan a conseguir lo básico para sobrevivir.
Deuda externa
De acuerdo con el Banco Central de Nicaragua (BCN), al 31 de diciembre de 2011, el saldo total de la deuda externa (incluye la del Estado y la del sector privado) alcanzó la cifra de US$ 7,629.6 millones de dólares. En el primer trimestre de 2021, la deuda externa nicaragüense cerró en US$ 12,007.2 millones de dólares, lo que equivale al 95.2% del PIB.
El BCN indicó que, del total del endeudamiento al finalizar marzo 2021, US$ 7,000.1 millones de dólares corresponden al sector público (55.5% del PIB), y US$ 5,007.1 millones de dólares a la deuda del sector privado (39.7% del PIB).
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Los desembolsos al primer trimestre de 2021 fueron de US$ 489.8 millones de dólares, de los cuales 34.7% provino de acreedores oficiales. De ese total, US$ 363.7 millones de dólares fueron para el sector privado y US$ 126.1 millones de dólares al sector público.
Las principales actividades económicas que recibieron dinero fueron electricidad, gas y agua (31.4%), intermediación financiera (28.6%), comercio (14.2%) y construcción (12.9%), entre otras, precisó el BCN.
En tanto, el servicio de la deuda externa total fue de US$ 558.3 millones de dólares, de los cuales US$ 502.3 millones fueron pagos de principal y US$ 56 millones pagos de intereses y comisiones. Del total del servicio pagado, el 86% correspondió al sector privado, y el resto al sector público (14%).
Déficit comercial
En marzo de 2021 el déficit comercial fue de US$ 383.4 millones de dólares, un 19.1% más que el registrado en el mismo período de 2020, informó el BCN.
El déficit acumulado en el primer trimestre fue de US$ 61.6 millones de dólares más que el registrado en igual periodo de 2020 (US$ 321.8 millones de dólares), debido principalmente al incremento de las importaciones (US$ 171.9 millones de dólares) que primó sobre el de las exportaciones (US$ 110.3 millones de dólares).
Las exportaciones acumularon US$ 897 millones de dólares en los primeros tres meses del año 2021, lo que significó un incremento interanual de 14%, debido principalmente a mayores volúmenes exportados (10%).
En tanto, las importaciones a marzo 2021 totalizaron en US$ 1,280.4 millones de dólares, reflejando un crecimiento interanual de 15.5%, como resultado del incremento en la factura petrolera (29.9%), bienes de capital (24.2%), bienes de consumo (11.0%) y bienes intermedios (9.1%).
Remesas
Los datos del BCN indican que en el 2008 las remesas representan el 12 por ciento del PIB equivalente a un monto de US$ 1,056.0 millones de dólares de una población estimada que vive en el exterior de 691,253 personas. El promedio de dinero de las remesas recibidas por las personas alcanzó los US$ 127 dólares.
En el 2020, Nicaragua captó US$ 1,851.4 millones de dólares en remesas, un 10% más que en 2019, representando el 14.6% del PIB del país, que cerró el año 2020 en US$ 12,621.5 millones de dólares.
En el primer semestre de 2021, los nicaragüenses recibieron en concepto de remesas familiares US$ 1,030.2 millones de dólares, un 19.7% más que en el mismo período de 2020. En el acumulado a junio de 2021, los nicaragüenses recibieron US$ 169.6 millones de dólares más que lo captado en los seis primeros meses de 2020, cuando sumaron US$ 860.6 millones de dólares en remesas.
A mayo de 2021, del total de remesas recibidas acumuladas, el 62.6% provino de Estados Unidos (US$ 644.7 millones de dólares), seguido de España con un 14.8% (US$ 152.8 millones de dólares), Costa Rica con un 12.8% (US$ 131.5 millones de dólares). Luego le siguen Panamá con el 3.4% (US$ 35.4 millones de dólares) y Canadá aportó US$ 14.3 millones de dólares (1.4%). En conjunto, EEUU, España, Costa Rica, Panamá y Canadá representaron el 95.0% del total de las remesas recibidas.
Cerca del 20% del total de la población de origen nicaragüense, calculada en 6,7 millones de habitantes, vive en el extranjero, principalmente en Estados Unidos y Costa Rica, muchos de ellos son indocumentados.
Entre el 2017 y 2020, las remesas evolucionaron desde US$ 1,390.8 millones de dólares a US$ 1,851,4 millones de dólares. Es decir, se registró un incremento de US$ 550.8 millones de dólares.
Las remesas constituyen un tanque de oxígeno para los hogares que no tienen los recursos suficientes para adquirir una canasta básica de alimentos. Se estima que en Nicaragua alrededor de 670 mil familias reciben remesas, en su mayoría de bajos ingresos, por lo cual las remesas son consideradas como un motor de la economía.
Las remesas son más que todo para sufragar gastos básicos y para apoyar a sus familiares que están sin empleo y que están sobreviviendo; con los montos recibidos de las remesas pagan el agua, la luz, alimentos, sin eso no pudieran sobrevivir. Son recursos de sobrevivencia en los que no se puede sustentar un crecimiento económico.
Conclusión
Nicaragua no tiene horizonte de desarrollarse con la permanencia de la dictadura Ortega-Murillo. El país necesita modificar el rumbo y para ello hace falta un plan estratégico, que desande lo andado y construya cambios que reestructuren el orden social, político, cultural y económico relativos al modelo productivo y de desarrollo actual.
Hay un proceso de debilitamiento estratégico estructural interno de la base social de la dictadura. La represión, las sanciones internacionales, las muertes por el coronavirus y la recesión económica están estrechando, debilitando, mermando la base social del régimen. El proceso de desgaste o agotamiento puede terminar implosionando a la dictadura.
Estamos viviendo un proceso de descomposición del Estado (ilegitimidad, delincuencia, feminicidios, empobrecimiento, desnutrición, etcétera) el cual conduce a que Nicaragua sea considerada como un Estado fallido con altos niveles de probabilidades de producirse una implosión interna del régimen Ortega-Murillo.
Por el momento, tienen el dinero suficiente, en reserva, para aguantar hasta enero 2022 gracias a los préstamos del BCIE y a la asistencia humanitaria proveniente de los tres organismos multilaterales tradicionales (BID, BM y FMI), través de préstamos muy concesionales que superaron los US$ 400 millones en diciembre de 2020 y que permiten mantener el gasto público. Razón por la cual no tienen prisa de negociar, piensan que tienen tiempo.
El régimen Ortega-Murillo va a tener que negociar, no puede mantener por mucho tiempo su aislamiento internacional. El país no tiene la capacidad económica para vivir en un aislamiento prolongado y sin recursos externos. El país necesita de los préstamos, donaciones, remesas, exportaciones, inversiones extranjeras, etcétera; por lo tanto, es muy frágil económicamente hablando. Ese es su “talón de Aquiles”.
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Al mismo tiempo, Ortega observa la apertura de unas negociaciones entre Maduro y la oposición en México. El viaje del consejero de Seguridad Nacional de EEUU, Jake Sullivan y a su comitiva, entre ellos el secretario de Seguridad Interior, Alejandro Mayorkas a México y Argentina puede indicar que EEUU trata de coordinar su política hacia Nicaragua, Venezuela y Cuba.
uan González, asesor del presidente Biden para América Latina, dijo que, sí tocaron, en Argentina, los temas de Nicaragua, Venezuela y Cuba. Que los EEUU querían aprovechar el liderazgo argentino para tratar como resolver estos casos, particularmente Nicaragua. La llegada de la misma delegación norteamericana a México ¿anunciaría la misma temática? De acuerdo a las declaraciones de González los EEUU quieren que Argentina y México tomen el liderazgo en la solución del problema de Nicaragua.
Si las negociaciones de Maduro y la oposición funcionan, no sería nada extraño que Ortega vaya en esa misma dirección. Por el momento no cambia de táctica, seguirá reprimiendo, descabezando a la oposición, ganando tiempo y esperando el desarrollo de los acontecimientos.
Ortega asume la opinión de múltiples analistas internacionales que señalan que la hegemonía mundial es tripolar: EEUU, China y Rusia. Por eso apuesta al apoyo político de Rusia para contrarrestar a los EEUU. En todo caso, Ortega trata de ganar tiempo viendo que la correlación de fuerzas ha cambiado en la OEA a su favor: dado el cambio de gobierno en Perú y Santa Lucía; la crisis política en Chile, Colombia, Brasil; la posible neutralidad de México y Argentina.
Basado en la experiencia venezolana, Ortega-Murillo piensan que las sanciones internacionales no son suficientes, sin el correspondiente ingrediente interno, para que se produzca una implosión del régimen, por esa razón mantienen la estrategia represiva “Tous Azimuts” (todo tipo) para evitar el resurgimiento de las movilizaciones sociales internas.
La implosión no será igual al tsunami social de 2018, ni los actores, ni los tiempos políticos, ni las circunstancias, ni la correlación de fuerzas serán los mismos. El colapso del régimen no tiene fecha predeterminada, sin embargo, el proceso de implosión sigue su marcha.
El régimen Ortega-Murillo no tiene conciencia que los errores políticos cotidianos tienen el mismo efecto que las termitas, carcomen internamente la estructura del poder autoritario. Sin embargo, para que se realice la implosión es necesario que las termitas sociales produzcan un quiebre en los poderes fácticos, especialmente en las fuerzas armadas.
El objetivo de la lucha de Abril 2018 sigue siendo la construcción de una nueva hegemonía y por la conformación de un nuevo bloque histórico, con todas las fuerzas políticas y sociales que empujen hacia adelante en su enfrentamiento con la dictadura y a sus aliados que, instaladas en el pasado, presentan serias resistencias al cambio y niegan el cambio generacional para seguir monopolizando el poder absoluto.
Mientras tanto, el régimen sigue en la lógica "el poder o la muerte". Ya cruzaron el "Rubicón", no les importa guardar las apariencias frente a la comunidad internacional. Su única preocupación es conservar el poder. Ellos piensan que mientras tengan el apoyo de las fuerzas armadas la implosión tiene pocas posibilidades de producirse
Todos estos elementos y variables nos permitirán elaborar los posibles y probables escenarios que se están desarrollando desde finales de 2021 en adelante y visualizar las posibilidades de construir un Frente Único Somos Mayoría.