En Nicaragua, cada femicidio deja tres huérfanos que deben crecer entre la depresión infantil, separación de hermanos, inestabilidad, vulnerabilidad, pobreza, desprotección estatal y hasta son víctimas de abusos sexuales dentro del núcleo social y familiar.
Jamie Sofía tenía solo quince años cuando la mañana del 25 de septiembre de 2019 descubrió un bulto colgando de un árbol a metros de su vivienda en el barrio Santa Elena ubicado en la parte norte de Managua. Era el cuerpo sin vida de su padrastro.
Fotos: Óscar Navarrete