Biden y Trump llegan al debate presidencial con las encuestas más ajustadas que nunca
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el expresidente Donald Trump se enfrentarán este jueves en el primer debate de las elecciones del 5 de noviembre, una cita en un momento trascendental porque el demócrata ha conseguido superar por primera vez a su rival republicano en las encuestas, que están más ajustadas que nunca.
Las campañas de ambos candidatos son conscientes de que decenas de millones de estadounidenses sintonizarán la cadena CNN para ver el cara a cara y preparan el encuentro a sabiendas de que cualquier error que se haga viral puede decantar la balanza.
Trump ha liderado durante todo el año los sondeos, pero su imagen ha sufrido un leve desgaste desde que fue declarado culpable en Nueva York de falsear registros comerciales para comprar el silencio de una actriz porno en las elecciones de 2016.
Biden, en cambio, tiene el viento de las últimas encuestas a favor con una trayectoria ascendente durante la última semana que lo ha colocado en primer lugar, aunque la diferencia es tan estrecha que no permite hacer predicciones.
La media nacional de encuestas del portal FiveThirtyEight da al actual presidente el 40,8 % de las intenciones de voto frente al 40,7 % de su rival republicano. Eso convierte el debate de mañana en un encuentro decisivo.
"Aunque haya pocos miles de personas en estados clave que cambien de opinión tras el debate, eso ya alteraría la trayectoria de estas elecciones tan reñidas", dijo a EFE Aaron Kall, director del Programa de Debates de la Universidad de Míchigan.
La campaña electoral todavía no ha arrancado formalmente, por lo que el debate es inusualmente temprano, pero los candidatos tienen prisa por conquistar el voto anticipado que en algunos estados comienza en septiembre.
Se esperan ataques personales
Durante 90 minutos, estarán cara a cara los dos aspirantes de mayor edad de la historia -Biden tiene 81 años y Trump 78 - y también los más impopulares, lo que llevará a muchos ciudadanos a votar por quien consideren el mal menor.
Las miradas estarán puestas en la lucidez y vigorosidad de Biden, cada vez más cuestionado por sus despistes, y en los modales de Trump, conocido por sus bulos e insultos. Además, a los dos les falta práctica, pues no debaten desde 2020.
El republicano lleva días calentando los motores y explotando las debilidades de Biden, a quien retó a someterse a una prueba de drogas para demostrar que no acudirá dopado al debate.
Trump arremeterá contra la gestión migratoria de la Administración demócrata ante lo que considera una "invasión", y señalará con el dedo la inflación que dificulta la compra a las familias.
Por su parte, Biden, quien lleva casi una semana encerrado en la residencia presidencial de Camp David para prepararse, pretende retratar a su antecesor como un peligro para la democracia, puesto que a día de hoy sigue sin reconocer su derrota en las elecciones de 2020.
También lo señalará como un delincuente por su reciente condena en Nueva York y las varias cuentas pendientes que tiene con la Justicia, incluida la acusación por el asalto al Capitolio de 2021, cuando una turba de trumpistas intentó frenar la transición de poderes.
La sensación generalizada entre los analistas es que será un cara a cara con más ataques personales que propuestas.
"Los dos son vulnerables a ser noqueados por los insultos del rival. Los dos pueden perder el temperamento, más que ningún otro candidato en el pasado, y realmente se odian", dijo a EFE el experto en debates presidenciales Steven Fein.
Sin público y con micrófonos apagados
A pesar del desprecio mutuo, ambos han podido acordar las reglas y el formato del debate, que será una especie de revancha de sus dos tensos cara a cara en 2020.
Esta vez, sin embargo, puede que el debate de la CNN sea más ordenado y tenga menos interrupciones que los de hace cuatro años, dado que solo estará encendido el micrófono del candidato que tenga el turno de palabra.
El evento no tendrá público y estará moderado por los periodistas Jake Tapper y Dana Bash. Biden y Trump no podrán hablar con sus asesores durante las dos pausas comerciales y tienen prohibido llevar anotaciones preparadas.
Por sorteo se decidió que el podio de Biden se sitúe en el lado derecho de la pantalla y el de Trump en el izquierdo. El republicano será el encargado de cerrar el debate con las declaraciones finales.