Nicaragüense emigró dos veces a Estados Unidos, un camino de secuestro y muerte
Irania tiene un mes haber logrado el anhelado sueño americano. Lo hizo en su segundo intento. La primera vez migró con once parientes. Siete, llegaron a Estados Unidos y cuatro se regresaron a Nicaragua enfermos y más endeudados.
El desplazamiento forzado, producto de la crisis socioeconómica ha empujado a miles de nicaragüenses a seguir la ruta del migrante convirtiendo el sueño americano en pesadilla familiar.
“La verdad pudo más la deuda que el miedo”, señala Irania Vindell Betanco de 37 años, quien en octubre pasado abandonó San Juan de Limay, municipio de Estelí para perseguir el sueño americano, nuevamente.
“Arriesgamos la vida en cada intento por llegar a Estados Unidos, somos empujados por la necesidad. Tristemente en Nicaragua la situación es más difícil cada día”, lamenta.
Cuenta que de su pueblo han salido muchas personas motivadas por la pobreza, al igual que ella. “En Limay no hay nada que hacer. Yo trabajaba con uñas acrílicas y con la pandemia todo se me vino abajo”.
Es la segunda vez que Irania encarga a su madre el cuidado de sus dos hijos. Su meta es trabajar fuerte en New York para ayudar económicamente a sus padres, a su hija que cursa segundo año de veterinaria en León y a su hijo de 10 años.
Intento fallido
El 11 de julio pasado fue su primer viaje, pagó 4 mil 800 dólares a traficantes de personas para llegar a Estados Unidos. Narra que su grupo era de once, todos miembros de su familia. Aunque lograron cruzar el río Bravo, las autoridades estadounidenses de inmigración los devolvieron a México después de mantenerlos retenidos varios días.
“Me tuvieron doce días presa en El Paso-Texas, al igual que mis tíos y primos nos sacaron de la cárcel con mentiras de que íbamos a otro centro de detención donde haríamos llamadas y hasta contactar abogados, pero nos dejaron en México”.
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Irania cuenta que ella junto a tres parientes se regresaron a Nicaragua porque no encontraron quien les prestara el dinero estando en Ciudad Juárez, pero siete miembros de su familia se quedaron en México para volver a intentar llegar a Estados Unidos.
“Yo me devolví porque no tenía recursos y solo me quedó la deuda. Tuvimos que conseguir dinero para comprar alimentos y para reunir los pasajes de regreso”.
Narra que mientras esperaban en México algunos de sus parientes fueron secuestrados por bandas criminales dedicadas a la extorción de migrantes y los costos del viaje se elevaron por los pagos del rescate.
“Gracias a Dios llegaron, aunque en condiciones críticas y después de sufrir secuestros e incluso enfermarse, pero llegaron”, dice aliviada.
Sin embargo, Irania cuenta que ni el pago de rescates ni estar privados de su libertad en un país extranjero fue el peor golpe que su familia atravesó en los últimos meses. Lo peor estaba por llegar.
Muerte del primo
La familia de Irania continuó desgranándose y mientras ella volvía al país repatriada, su primo Osman Ariel Betanco de 27 años iniciaba el angustioso viaje hacia Estados Unidos.
“Mi primo salió el 20 de julio, nos comunicamos todo el camino cuando yo volví a Limay perdimos comunicación con él y fue hasta en septiembre que supimos de su deceso”.
Tras la noticia lo primero que se le ocurrió a Idania fue doblar sus rodillas y darle gracias a Dios porque ella había vuelto con vida, pero cree que pudo haber sido ella, fácilmente.
“Nosotros supimos por medio de unas páginas que publican a migrantes desaparecidos que los encuentran en el desierto y algunos de ellos por su estado de descomposición ya no les permite ser identificados. A mi primo se le hizo el ADN y se confirmó su muerte”.
No obstante, esa misma fecha otro grupo de parientes emprendía el viaje al sueño americano. La mayoría habían sido deportados, algunos hasta cuatro veces.
“Todos los viajes son duros, pero creo que el que no arriesga no tiene nada”, dice.
Se sincera Idania al confesar que para ella los intentos se traducen en deudas y entre más intentos se hacen por llegar a Estados Unidos, las personas se endeudan más.
“Fuimos muchos los que salimos a cumplir el sueño americano, tristemente no todos lo logran yo sé de varios casos como el mío que los han regresado”.
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Al regresar a San Juan de Limay, donde la mayoría de los migrantes son jóvenes, en su pueblo Idania se vio sin futuro y en menos de tres meses retomó el sueño americano.
Esta vez desde Nueva York evita responder si nuevamente se endeudó para migrar, solo dice que amistades le ayudaron a reunir el dinero y que ya se encuentra trabajando.
A considerar
El programa de acompañamiento Nicaraguan American Human Rights Alliance (Nahra) señaló que de acuerdo con el reporte del Departamento del Estado la migración nicaragüense se elevó a más de 1,500% este año.
Entre octubre de 2019 y septiembre de 2020 se reportaron 3 mil 164 nicaragüenses capturados por ingresar indocumentados a Estados Unidos en el mismo período de este año la cifra se elevó a 50 mil 722.
“Tenemos mucha desinformación de las personas que están viniendo y pensando que por su condición económica o por la situación del país van a presentar sus casos de asilo”, explicó Astrid Montealegre, abogada supervisora de casos de Nahra.
Agregó que ante la pandemia del Covid-19, Estados Unidos mantiene activa una política que permiten la deportación expedita para proteger la salud del pueblo norteamericano.
“El título 42, es una ley que permite que los agentes de inmigración usen su plena discreción para mantener la protección de las fronteras”, señala Montealegre.
“Simplemente se les reciben y son deportados muchas veces en menos de 24 horas”.
Motealegre enfatiza que no hay trato preferencial para los nicaragüenses que ingresan a suelo norteamericano de forma irregular y uno de los estados más estrictos es Texas. “Tenemos muchos nicaragüenses en centros de detención y que han sido deportados”.