Las modelos de Chanel se quitaron los zapatos para desfilar (por la playa, claro)
El dúo modelos y zapatos ha dado más de un momento de tensión sobre la pasarela. Ya se sabe: esos tobillos que, repentinamente, se doblan con finales diversos que van desde mantener el equilibrio o caer para levantarse de manera estoica. Pero en 2018, descalzarse en la alfombra roja y caminar con los tacones en la mano ha tenido una lectura sociocultural más profunda que entronca con el feminismo. Sin embargo, el motivo por el que las modelos del desfile de Chanel se han quitado los zapatos para desfilar es mucho más prosaico: han tenido que caminar por la playa. He aquí la inspiración y leitmotiv de la colección de primavera-verano 2019 de la casa capitaneada por Karl Lagerfeld.
Los escenarios mastodónticos e impactantes son una constante en las presentaciones de Chanel. De hecho, ahora mismo cuesta tanto imaginar una sin un set teatral que el día en el que se opte por la sencillez o directamente por la ausencia, se producirá un movimiento sísmico e irrefrenable en la industria. Pero volviendo al ahora: una playa. El Grand Palais se ha transformado en una costa interior, cielos azules, camino de tablas, arena y olas artificiales incluidas. No ha faltado ni un detalle en el desembarque de aquel crucero de, valga la redundancia, la colección crucero: si aquellas mujeres viajaban, estas ya han llegado a su destino.
Paseando primero por el camino de madera en su bajada a la playa, la colección ha continuado tanto con la travesía anterior (al fin y al cabo, lo que llevas en la maleta, es lo que llevas en la maleta) como con las coordenadas básicas y exitosas que definen a la maison: tweed por doquier como nuevo tejido millennial, trajes de dos piezas con faldas midi y chaquetas de manga corta, silueta rectilínea y demás giros asociados con el clasicismo y el nuevo ladylike.
Pero #ChanelByTheSea es un viaje y descenso a la playa, así que las concesiones estivales tienen que aparecer de manera casi obligatoria: ahí están los biquinis que trepan por la cintura, los vestidos lenceros ligeros que se cubren con camisas abiertas, chaquetas a las que se le intuye la inspiración safari (aunque solo sea por los bolsillos XL), algún chaleco y camisolas blancas. Vaya, todo lo que se le pide al verano, teñido en una paleta empolvada que incluye tanto rosas y salmones como amarillos y verdes agua.
Tratándose de Lagerfeld y tratándose de 2018, resulta inevitable buscar la prenda o accesorio con mayor potencial viral. Y no, no resulta sencillo, porque con el título podría alzarse tanto los pantalones pirata (ojo, porque apuntan a ser los herederos directos de las mallas de ciclista para la próxima temporada) como los cinturones con logo, además de los bolsos colgados del cuello, los pendientes maximalistas con el nombre de la marca (CHA-NEL, así, dividido) y, por supuesto, los sombreros de paja.
Después de la fiebre que el universo de la moda experimentó hace pocas semanas por uno de los complementos de costa por excelencia, no resulta extraño ver uno clásico de manual, con copa y ala de tamaño medio y una sencilla cinta negra como todo aderezo. Pero sí, no ha sido el único sombrero, ya que unas gorras de rafia beige han rematado buena parte de los looks.
Al final, que las modelos hayan llevado las sandalias de tacón sensato (y también planas) en las manos resultará ser lo de menos.