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Obispo de Jinotega denuncia interrupción de misa por alcalde sandinista con música a alto volumen

Monseñor Carlos Enrique Herrera, obispo de Jinotega, denuncia la interrupción de la misa en la catedral San Juan Bautista por el alcalde Leónidas Centeno, quien puso música a alto volumen, afectando la ceremonia religiosa y causando indignación entre los fieles

Noviembre 12, 2024 10:04 AM
sacerdote denuncia alcalde jinotega

El obispo de Jinotega, monseñor Carlos Enrique Herrera, denunció públicamente el acto sacrílego cometido por el alcalde sandinista Leónidas Centeno al interrumpir la Santa Misa en la catedral San Juan Bautista con música a alto volumen frente a la catedral. Esta acción irrespetuosa impidió que los fieles pudieran concentrarse en el acto litúrgico y en el mensaje religioso.

"Hermanos, antes de iniciar esta eucarístía le pedimos al Señor perdón por nuestras faltas y también por aquellos que no respetan el culto, esto es un sacrilegio lo que está haciendo el alcalde y todas las autoridades municipales y vallan a decírselo porque saben la hora de la misa y nosotros también apoyamos porque después de misa nos vamos a ver ahí, por eso estamos faltándole a Dios todos, por eso pidamos perdón a Dios por ellos y por nosotros", dijo el prelado el pasado 10 de noviembre.

Homilía interrumpida

El mensaje de Herrera, quien además es presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) fue compartido a la feligresía durante la eucaristía, dedicada especialmente a honrar a familiares y amistades fallecidas.

Esta homilía, marcada por la denuncia contra el alcalde Centeno por colocar altos parlantes frente a la sede religiosa jinotegana, fue transmitida en vivo a través de la página de Facebook de la Diócesis de Jinotega, ampliando así el alcance de su mensaje.

Desde las protestas de abril de 2018, monseñor Herrera ha sido un actor clave en la mediación de conflictos en Jinotega, enfrentándose directamente al alcalde orteguista Leónidas Centeno. En los momentos más críticos de la represión, el obispo intervino para proteger a los manifestantes.

Sin embargo, los acuerdos alcanzados se rompieron, y la violencia escaló, culminando en una masacre en junio de ese mismo año. Este hecho marcó un punto de inflexión en la relación entre la Iglesia y el régimen, y evidenció la determinación del régimen de Ortega Murillo de silenciar cualquier disidencia.

Según un reciente informe de la ONG humanitaria Colectivo Nicaragua Nunca Más, la represión religiosa en Nicaragua ha alcanzado niveles sin precedentes. La organización sostiene que “en Nicaragua no existe parangón alguno que iguale los niveles de represión contra la Iglesia Católica, así como evangélicos y otras expresiones religiosas”.

Este clima de persecución, que supera incluso a los tiempos de guerra, se caracteriza por la detención arbitraria de sacerdotes, la expulsión de religiosos y la prohibición de actividades religiosas. Según el Colectivo, integrado por activistas nicaragüenses exiliados, “nunca el país había tenido a tantos sacerdotes presos, religiosas y religiosos perseguidos y expulsados”.

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