No hay excusas para no condenar el terrorismo de Hamas; de no hacerlo, seremos cómplices

La reciente escalada de violencia en la región de Israel y Palestina nos ha dejado conmocionados y preocupados. La tragedia que se ha desplegado, con la pérdida de vidas humanas y el sufrimiento de civiles inocentes, nos insta a reflexionar y a tomar una postura firme contra el terrorismo de Hamas. No podemos permitirnos permanecer en silencio ni eludir nuestra responsabilidad en esta situación.

En primer lugar, es imperativo reconocer el derecho de los estados a defenderse contra el terrorismo. No hay duda de que Hamás ha perpetrado actos de violencia inimaginables: bebés acribillados a balazos, jóvenes asesinados a tiros con regocijo, decapitaciones brutales, familias quemadas vivas, secuestros masivos, violaciones y ejecuciones públicas. La brutalidad de estos actos es inexcusable, y debemos preguntarnos por qué la indignación y la condena no han sido más evidentes.

Como ciudadanos del mundo occidental, debemos condenar estos actos terroristas de manera inequívoca. Todos los actos de terrorismo son ilegales e injustificables, sin importar quiénes sean sus víctimas o los perpetradores. Cada país, cada ciudadano del mundo tiene la responsabilidad de señalar a los estados que apoyan, financian y entrenan a Hamás u otros grupos terroristas. Recordemos que entre las víctimas se encuentran ciudadanos de diversas nacionalidades, lo que subraya la necesidad de una acción conjunta para combatir el terrorismo.

La falta de condena al terrorismo de Hamas es un asunto que merece una profunda reflexión y una acción conjunta por parte de la comunidad internacional. La reciente escalada de violencia entre Israel y Hamas, que comenzó con una andanada de cohetes lanzados por Hamas hacia Israel y la respuesta militar israelí, ha resultado en una escalada de horrores que han afectado a civiles inocentes, sin importar su nacionalidad, etnia, religión o fe.

Es necesario destacar la inquietante falta de condena global ante el terrorismo perpetrado por Hamas. La organización terrorista ha llevado a cabo ataques indiscriminados, con cohetes dirigidos a zonas civiles de Israel, sin discriminación alguna. Han impactado escuelas, viviendas y hospitales, lo que constituye una clara violación del derecho internacional y un crimen de guerra. Estos ataques han dejado un rastro de muerte y destrucción, y sin embargo, la condena global a menudo ha sido insuficiente o equívoca.

Es fundamental poner de relieve el impacto de esta violencia en ciudadanos de todo el mundo. En la región de Israel y Palestina, las víctimas son muchas y provienen de diversos países. En la reciente masacre, al menos 33 ciudadanos estadounidenses perdieron la vida. Esto debería ser motivo de profunda preocupación y de una respuesta más firme por parte de la comunidad internacional.

La escalada de violencia en Oriente Medio no solo afecta a israelíes y palestinos, sino que tiene ramificaciones globales. Ciudadanos de más de 30 estados miembros de la ONU han sido víctimas de la violencia en la región, lo que demuestra que este conflicto no se limita a las fronteras de Israel y Palestina. La falta de condena contundente a estos actos de terrorismo pone en riesgo la vida de ciudadanos de todo el mundo, sin importar su origen.

La cifra de víctimas civiles inocentes sigue en aumento, y la inacción de la comunidad internacional frente a estos hechos es inaceptable. Cada vida perdida es un recordatorio doloroso de la necesidad de una condena firme y de esfuerzos continuos para detener esta escalada de violencia. Además, es fundamental que se den pasos concretos para garantizar la seguridad de los civiles y evitar una mayor pérdida de vidas.

En este contexto, es esencial que la comunidad internacional se una en la condena del terrorismo de Hamas y en la búsqueda de una solución política que permita poner fin a este conflicto. La violencia y el sufrimiento que han sufrido los civiles, incluidos ciudadanos de todo el mundo, deben ser un llamado de atención para todos nosotros. No podemos permanecer en silencio ni ser indiferentes ante el sufrimiento humano, y debemos unirnos en la búsqueda de la paz y la seguridad en la región.

Es crucial proteger a los civiles en medio de este conflicto. Tanto Israel como Hamás tienen la responsabilidad de garantizar la seguridad de los civiles palestinos, que no son responsables de los actos violentos de Hamás. Es inadmisible que Hamás utilice a civiles como escudos humanos, e Israel debe tomar todas las precauciones posibles para evitar daños colaterales.

La asistencia humanitaria, como alimentos, agua y medicinas, debe fluir hacia Gaza para ayudar a quienes la necesitan desesperadamente. La comunidad internacional debe trabajar en conjunto para garantizar que la ayuda humanitaria llegue a su destino y no beneficie a grupos terroristas.

En tercer lugar, la comunidad internacional debe evitar que este conflicto se extienda. Un conflicto más amplio tendría consecuencias devastadoras no solo para israelíes y palestinos, sino también para la región en su conjunto y el mundo. Los miembros del consejo de seguridad , en particular, tienen la responsabilidad de prevenir una escalada. La comunidad internacional debe enviar un mensaje claro de que no se tolerará la propagación del conflicto.

Es importante abordar el papel de Irán, que ha apoyado a Hamás y otros grupos terroristas durante años. Estados Unidos  ha declarado que no busca un conflicto con Irán, pero está dispuesto a defender a su personal en caso de ataques. Todos los países deben exhortar u obligar a Irán a no abrir otro frente en este conflicto y a tomar medidas para evitar la expansión del mismo.

Finalmente, a pesar de la crisis actual, se debe redoblar esfuerzos para buscar una solución política duradera al conflicto entre israelíes y palestinos. La única vía hacia la paz y la seguridad sostenible en la región es la solución de dos estados para dos pueblos. Es fundamental que se respeten los derechos y la dignidad de todos, independientemente de su nacionalidad, etnia, religión o fe.

La violencia y el sufrimiento que hemos presenciado en las últimas semanas son desgarradores, pero debemos mantener la esperanza y la determinación de trabajar hacia un futuro más pacífico y seguro para la región. No podemos permitir que el terrorismo dicte nuestro camino. Las potencias deben estar dispuestas a colaborar con cualquier entidad que busque un futuro más estable y pacífico para sus pueblos.

En resumen, no hay excusas para no condenar el terrorismo de Hamas. Es nuestra responsabilidad como miembros del mundo occidental tomar una postura firme y trabajar juntos para prevenir más sufrimiento y avanzar hacia la paz en la región. La elección es clara: condenar el terrorismo o ser cómplices de él.