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Yoel Ibzan Sandino: La incompatibilidad del sandinismo con los derechos de las mujeres y los homosexuales

Esta influencia homofóbica por parte de los fundadores ideológicos del socialismo llegó hasta sus nuevos discípulos del siglo XX, como el dictador soviético Iósif Stalin, que aseguraba que la homosexualidad "es un vicio burgués patológico", y los revolucionarios cubanos Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, que acusaban a los homosexuales de "pervertidos e incapaces" y hasta llegaron a hacer campos de concentración donde los encerraban para obligarlos a hacer trabajos forzados y donde muchos perecieron

Julio 24, 2024 04:06 PM
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Yoel Ibzan Sandino: La incompatibilidad del sandinismo con los derechos de las mujeres y los homosexuales
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Yoel Ibzan Sandino

El 23 de julio de 1961, cuando Carlos Fonseca, Tomás Borge, Rigoberto Cruz y compañía fundaron el FSLN, no lo fundaron con la idea de convertirlo en un movimiento político que tratara de obtener el poder por medio de los votos o que tratara de lograr reformas sociales progresistas por medio de la Asamblea Nacional. 

Varios de sus miembros habían viajado a países europeos y a Cuba en medio del auge de las revoluciones armadas de izquierda del siglo XX en el contexto de la guerra fría predominante en el mundo, se involucraron con varios movimientos marxistas armados de donde adquirieron sus ideas, que después importaron a Nicaragua y combinaron con la lucha anti-intervencionista de Augusto César Sandino para crear una suerte de movimiento e ideología que más que ideas innovadoras, contenía y, hasta la vez, contiene violencia política.

Para empezar, el marxismo cultural considera que ciertos grupos poblacionales con inclinaciones diferentes son "derivaciones corruptas" de la cultura occidental. 

Una carta escrita por Friedrich Engels en 1869 dirigida a Karl Marx ya mostraba los primeros indicios del comunismo despreciando a la homosexualidad: “Esto que me cuentas son revelaciones contra la naturaleza…Comienzan a multiplicarse y a darse cuenta de que ellos forman un poder dentro del Estado…Por suerte, nosotros somos demasiado viejos para ver su victoria.” 

Engels (el padre del socialismo) ya había señalado anteriormente en su libro: "El origen de la familia, la propiedad privada y el estado" que la homosexualidad era algo despreciable y degradante, mientras que Marx afirmaba que los homosexuales "eran peores que pederastas".

Esta influencia homofóbica por parte de los fundadores ideológicos del socialismo llegó hasta sus nuevos discípulos del siglo XX, como el dictador soviético Iósif Stalin, que aseguraba que la homosexualidad "es un vicio burgués patológico", y los revolucionarios cubanos Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, que acusaban a los homosexuales de "pervertidos e incapaces" y hasta llegaron a hacer campos de concentración donde los encerraban para obligarlos a hacer trabajos forzados y donde muchos perecieron. 

Los sandinistas, como buenos discípulos del socialismo y marxismo cultural, no fueron la excepción a esta influencia homofóbica. Algunos cuadros dentro de la comandancia del Frente Sandinista llegaron a considerar a los homosexuales como "un peligro para la revolución".

Karen Kampwirth, una profesora de ciencias políticas del Knox College, documentó algunos percances del FSLN con grupos de homosexuales sandinistas que a mediados de los años 80 comenzaron a reunirse para discutir sobre sus derechos. En su extensa y minuciosa investigación, Karen asegura que cuando la Seguridad del Estado Sandinista (DGSE) se enteró, los acusaron de trabajar para el "imperialismo" y les prohibieron hacer futuras reuniones. Muchos miembros fueron detenidos y amenazados con prisión o violencia. Lo peor: no por ser anti-sandinistas o criticar las políticas de estado de la primera dictadura sandinista, simplemente por ser homosexuales.

Los sandinistas, desde que luchaban contra la dinastía somocista, daban más participación a las mujeres que los demás movimientos políticos en Nicaragua históricamente conservadores en cuanto a los derechos de las féminas. La revolución supuso una mayor participación para las mujeres en los asuntos políticos del país, sin embargo, la reconocida socióloga feminista nicaragüense María Teresa Blandón destacó en una entrevista a la periodista Jennifer Ortiz que los cambios políticos no fueron acompañados con valores asociados al respeto de la integridad física, emocional y sexual de las féminas.

La misma periodista señala en su artículo nombrado: "Abuso Sexual, un mal silenciado en la década de los 80", que otra activista feminista llamada Luz Marina Torres del Colectivo de Mujeres 8 de Marzo, le aseguró que en el año 1987 comenzaron a tener un debate interno en el partido, pues tenían testimonios de violaciones y maltratos de militares sandinistas que nunca se hicieron públicos. A través de la organización feminista AMNLAE, donde Torres participaba, conocieron más de 100 casos de mujeres violadas, maltratadas y con mucho miedo a la militancia sandinista. Por ello, no habían denunciado ante ninguna institución del Frente.

Lo cierto es que el historial de abusos sexuales por parte de elementos sandinistas contra mujeres de todas las edades tiene una larga lista de testimonios en los registros de la CIDH y otras organizaciones de derechos humanos. 

Se sabe que muchos comandantes y líderes de la revolución, cuando llegaban a diferentes departamentos del país para hacer gestiones militares o del partido, "encargaban" a sus súbditos llevarles muchachas jóvenes y hasta niñas locales para abusarlas sexualmente. 

Y es que la pedofilia y el abuso sexual no solo es exclusivo de Daniel Ortega, cuyo caso ya conocemos, ni tampoco del FSLN, porque hay abusadores sexuales en todos lados. Sin embargo, los precedentes y las evidencias sugieren que el abuso y acoso sexual contra las mujeres dentro del sandinismo es más común e impune que en ninguna otra organización o espacio político en Nicaragua.

Recuerdo que durante el año y medio que estuve encarcelado en La Modelo por cuestiones políticas, se decía que los presos homosexuales tenían "derechos". 

En alguna ocasión, vi a un reo común homosexual exigirle a un guardia penitenciario por una atención médica. Recuerdo que ese guardia era de los sandinistas más fanáticos dentro del personal penitenciario. En el calor de la discusión, el reo le gritó al guardia: "Yo tengo derechos gracias al comandante y tú debes respetarlos", a lo que el guardia respondió: "Así como el comandante te dio esos derechos, te los puede quitar y aquí no vales nada cochon". 

Esta más o menos ha sido la pauta del FSLN con las comunidades homosexuales del país, a quienes los engañan con la supuesta garantización de ciertos derechos, pero al final todo se trata de una burda manipulación propagandística sin ningún efecto mayor en la realidad.

Al igual que los supuestos derechos de las mujeres bajo el Gobierno Sandinista, pero la constante persecución del Régimen contra las organizaciones feministas por su respaldo a Zoilamérica Ortega Murillo en su denuncia de violación sexual contra Daniel Ortega, o la persecución y cárcel a otras mujeres que a lo mejor no son feministas pero se atreven a criticar al Régimen o su caudillo. Lo cierto es que el génesis del sandinismo se encuentra en la idea extrema de que solo por medio de la violencia se puede llegar al poder y al no evolucionar con su llegada al mismo, más bien optaron por usar más violencia para mantener el poder, hasta convertirse en la aberración anti-derechos humanos y anti-democracia que representa hoy en día. 

Un movimiento y una ideología así, por consecuencia, no es compatible con la idea de la democracia y los derechos que ésta podría garantizar a las mujeres, homosexuales y otros grupos vulnerables de la sociedad nicaragüense.

El FSLN y su ideología no son más que un obstáculo en el camino para la obtención de más derechos y la aplicación de los mismos en la realidad para los grupos históricamente marginados en Nicaragua. El sandinismo, por lo tanto, es enemigo de las feministas, de las comunidades LGTB y de las mujeres en todos sus estratos sociales. El sandinismo ni siquiera contempla la coexistencia pacífica con otros movimientos de izquierda en el país y repele de su seno las causas que un día prometió defender. 

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