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Guardianes del Amanecer: La Juventud Nicaragüense en la Senda de la Libertad, Democracia y la Justicia

No podemos ser simples espectadores en la lucha por nuestros derechos y nuestras libertades. Debemos ser actores principales, defendiendo los derechos humanos y promoviendo las ideas de la libertad, que son el cimiento de cualquier sociedad democrática y próspera

Septiembre 12, 2024 08:35 AM
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Guardianes del Amanecer: La Juventud Nicaragüense en la Senda de la Libertad, Democracia y la Justicia
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Enrique Martínez/Avanza

Queridos amigos, colegas, jóvenes, 

Es un honor para mí dirigirme a ustedes y compartir estas ideas en el marco Generation Democracy (GenDem) en un espacio que celebra la participación activa de los jóvenes en la construcción de sociedades más justas, libres y democráticas. Como jóvenes nicaragüense, hemos crecido en un contexto marcado por la represión, la corrupción y la negación sistemática de los derechos humanos en nuestro país, Nicaragua, enfrenta una dictadura socialista del Siglo XXI, caracterizada por la concentración del poder, el nexo con el crimen organizado y el narcotráfico, y un ejército corrupto que ha perdido su legitimidad al convertirse en el principal opresor de la libertad de nuestro pueblo. 

Nosotros, la nueva generación de nicaragüenses, tenemos una responsabilidad histórica. No podemos permitir que las atrocidades cometidas por el régimen actual se repitan ni que sus crímenes queden impunes. Nuestra misión es clara: debemos impedir cualquier intento de rescatar o reconstituir el Sandinismo como una fuerza política, y asegurar que un proceso de justicia transicional profundo y exhaustivo tenga lugar en Nicaragua. 

El Sandinismo debe ser relegado a las páginas oscuras de la historia, no como una ideología a seguir, sino como un ejemplo de lo que no debe volver a ocurrir. La justicia transicional que promovemos debe incluir un recorrido histórico investigativo de todos los crímenes políticos y actos de corrupción que han marcado a nuestro país. Solo así podremos ofrecer una verdadera reparación al pueblo nicaragüense, un pueblo que ha sufrido durante demasiado tiempo. 

En su lugar, proponemos un nuevo modelo político pluralista, donde los partidos políticos no solo representen una gama diversa de ideologías, sino que también estén comprometidos con una campaña educacional que fomente el debate de ideas y la construcción de liderazgos legítimos. Este es un modelo que busca la inclusión de todas las voces, tanto de aquellos que permanecen en el interior del país como de aquellos que, como yo, han sido forzados al exilio. 

Es imperativo que los jóvenes nicaragüenses se involucren en este proceso de cambio. No podemos ser simples espectadores en la lucha por nuestros derechos y nuestras libertades. Debemos ser actores principales, defendiendo los derechos humanos y promoviendo las ideas de la libertad, que son el cimiento de cualquier sociedad democrática y próspera. 

Desde la perspectiva de la situación actual en Nicaragua, el país se encuentra en una encrucijada política, social y económica. La dictadura Sandinista de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha sumido a la nación en una crisis sin precedentes, marcada por la represión violenta, el centralización económica, y el aislamiento internacional. En este contexto, la juventud nicaragüense enfrenta desafíos enormes, pero también tiene una oportunidad única para redefinir el futuro de la nación. 

Debemos entender que la lucha por la libertad no es solo una batalla contra un régimen tiránico, sino también una lucha por establecer un nuevo orden social y político que garantice la justicia, la igualdad de oportunidades y el respeto a los derechos humanos. Es nuestra responsabilidad asegurar que las generaciones futuras no hereden un país marcado por la opresión, sino uno donde la democracia y la libertad sean los pilares fundamentales. 

El embajador Elmer Schialer Salcedo de Perú, ha hablado acertadamente sobre cómo las decisiones de los líderes influyen en la percepción de los jóvenes hacia la política, llevándolos a desconfiar de los liderazgos tradicionales y a pensar que su participación es en vano. Sin embargo, desde la juventud, veo una realidad diferente: jóvenes comprometidos que, inmersos en la política y en la defensa de los derechos humanos, buscan alternativas innovadoras para enfrentar la grave crisis de democracia y libertad en nuestra región. 

Nosotros, los jóvenes, debemos asumir un compromiso inquebrantable por un futuro con progreso y libertad. Es vital que la cooperación internacional no solo condene las injusticias, sino que también fomente la capacidad técnica y el impulso de proyectos sociales liderados por jóvenes, con un enfoque claro en responder a la crisis de deterioro educacional, democrático, jurídico e institucional. Solo así podremos construir una conexión genuina con el pueblo de Nicaragua, caminando de la mano hacia un porvenir donde la libertad sea la norma y no la excepción. 

Como paladines de la libertad, debemos recordar las palabras del presidente Ronald Reagan, quien dijo: “La libertad nunca está más de una generación de desaparecer. No se la pasamos a nuestros hijos en la sangre. Tiene que ser luchada, protegida y entregada para que ellos hagan lo mismo.” Sigamos adelante, hombro a hombro, con la determinación de que la libertad, la justicia y la dignidad de nuestro pueblo no serán meras aspiraciones, sino realidades palpables en una Nicaragua que arda el fuego y la pasión de ser libres, como determinación de un mejor futuro. 

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Hago un llamado a todos los jóvenes nicaragüenses, dentro y fuera del país, a unirse en esta causa. La libertad, la justicia y la dignidad de nuestro pueblo dependen de nuestro compromiso y de nuestra acción. No permitamos que la historia se repita. Construyamos juntos un futuro donde Nicaragua sea sinónimo de democracia, paz y prosperidad para todos, y no existan presos políticos en las cárceles de la dictadura. 

Como dice el dicho nicaragüense, "donde hay unión, hay fuerza". Juntos, podemos construir un nuevo amanecer para nuestra patria. Imaginemos una Nicaragua donde los jóvenes puedan soñar sin miedo, donde la educación sea accesible para todos, y donde las familias puedan vivir en paz y armonía. Tal como el Cocibolca, nuestro gran lago, que refleja la belleza de nuestro país, así también nuestros corazones deben reflejar la esperanza de un futuro mejor. Es hora de que los nicaragüenses, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, nos unamos como un solo puño para exigir justicia y libertad.

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