El diálogo entre Daniel Ortega y el gran capital

Oscar René Vargas
Mayo 01, 2022 11:00 AM

Para avanzar en la lucha política es necesario conocer bien al adversario y su estrategia. Sin embargo, muchos opositores consideran a Ortega un desquiciado, lo desprecian, lo rechazan y por ello no han entendido la estrategia del dictador. Es decir, hay que comprender y entender primero las maniobras de Ortega y después actuar. Ortega entiende a sus adversarios. Sus adversarios en cambio lo desprecian, pero no entienden su estrategia.

Hablando metafóricamente, la idea de Ortega de un diálogo supone ser un rebobinado del tiempo transcurrido desde el 2018 a la fecha para dejarlo, desde el punto de vista político, tal como estaba antes de la crisis de abril de 2018. El diálogo es concebido por Ortega como una pausa para respirar. Ortega desea utilizar a los familiares de los presos políticos, a las esposas, hijos y familiares para promover el diálogo. Ortega utiliza la táctica del diálogo para conservar el poder. El inmovilismo político de la dictadura no es una salida a la crisis.

La dictadura está sostenida por una casta burocrática parasitaria (que conforman el círculo de hierro o primer anillo del poder) producto del atraso, la corrupción, la represión, etcétera; logrando una posición favorable en la correlación de fuerzas. Es decir, la sociedad nicaragüense se encuentra controlada bajo el talón de hierro de una nueva casta privilegiada. La dictadura Ortega-Murillo es hoy una rémora para los nicaragüenses que lastra con desánimo y desafección el desarrollo de Nicaragua.

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Ortega piensa que no se puede construir una dictadura sin represalias, ni mantener una base social, aunque sea limitada, a menos que tengas la voluntad de ejercer la represión apoyado en los paramilitares, la policía y el ejército. El inmovilismo político de la dictadura no permite descartar un cruento desenlace caótico de la crisis sociopolítica.

Regularmente, la dictadura ejerce acciones represivas, tipo toma de las oficinas de la OEA o la eliminación de los ONG´S, para disuadir. En la guerra informativa del orteguismo utilizan la mentira para disfrazar la realidad. La maquinaria de propaganda tergiversa e incluso inventa información para justificar la política autoritaria. Las simples proclamas y eslóganes no van forzar a Ortega a rendirse, persistirá en su intolerancia, negándose a abandonar su lógica de “el poder o la muerte”. Intimidar políticamente a Ortega con comunicados es una entelequia, ilusión.

Ortega, su círculo cercano de amigos, familiares y correligionarios, todos ellos cómplices, al más alto nivel, del cuantioso saqueo de las arcas del Estado, del irrespeto total de la Constitución, de las leyes y procedimientos que rigen el funcionamiento de la maquinaria estatal. La política represiva galopa a ritmos desenfrenados manteniendo la concepción patrimonialista y tradicional de la política y del poder.

Ortega piensa que es más lo que podría perder que ganar con una solución democrática de la crisis. Por eso, actúa tensando la cuerda al máximo abriendo “juicios” amañados, condenando a los presos políticos, con el objetivo de obtener una posición de ventaja en una futura negociación. Ortega tiene la intención de penalizar a todas las personas opositoras.

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La lógica de los “juicios amañados” es disciplinar y desintegrar a la oposición, son concebidos como un factor disuasivo a los poderes fácticos enviando el mensaje que es él (Ortega) quien decide y que tienen que guardar disciplina para evitar castigos. En caso de que no se entienda, entran a funcionar las dos hojas de la tenaza: la represión y los juicios. El objetivo es desarticular de tal manera que la oposición se transforme en un remanso social.

Sin embargo, Ortega, por paradójico que parezca, puede acabar teniendo más sanciones a su seguridad que ahora, ya que acciones como la “guerra judicial” y la cancelación de los organismos de la sociedad civil pueden generar sanciones económicas y mayor aislamiento internacional. Para evitar esta desgastante posibilidad, Ortega necesita un gesto que evite el colapso económico por las sanciones o la implosión del régimen.

Ortega corteja a los grandes empresarios diciéndole al oído: los mejores negocios, las mejores inversiones y las mayores ganancias siempre se hacen y se obtienen en los tiempos difíciles y siempre se pueden superar, las diferencias, con la ayuda del diálogo. Tenemos que tener en cuenta que la riqueza de las 14 personas más ricas del país se ha incrementado en los últimos cuatro años (2018-2022) mientras el ingreso del 80 por ciento de la población nicaragüense se ha deteriorado.

En la actual coyuntura, mayo 2022, notamos síntomas de indiferencia, pusilanimidad o cálculo ventajistas de las principales cabezas del gran capital. Aunque el mayor problema entre Ortega y el gran capital es que existe una mutua desconfianza que trasciende al pragmatismo de su alianza entre el 2007 al 2017. El gran capital oscila entre la cólera contra la dictadura, el miedo a la represión y el diálogo. Con presos políticos cualquier diálogo no conduce a la democracia.

En el 2022, la gran paradoja de la coyuntura política es que los podrían golpearle la mesa a Ortega, por su peso económico no quieren, puesto que forman parte del statu quo del sistema económico que rige en el país. En tanto, quienes están a favor de derrotar a Ortega, no pueden porque carecen de la fuerza y de estrategia para hacerlo.

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En el futuro inmediato Ortega enfrenta dos retos: desarticular a la oposición real y anular la disidencia interna que pudiera derivar en una escisión parecida a la corriente democrática de 1994/1995. Si logra ambos objetivos tiene posibilidades de permanecer en el poder el 2026 y organizar la sucesión dinástica. Esa es su estrategia.

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