Nicolás Maduro se vuelve como Daniel Ortega, opina editor en jefe de Américas Quarterly

A través de un artículo de opinión del editor en jefe de Américas Quarterly, Brian Winter, quien es un experimentado analista de la política latinoamericana, con más de 20 años siguiendo los altibajos de la región, destacó que, a diferencia de los pueblos de Cuba y Nicaragua, a los venezolanos en la última década les pudo ir peor, porque al menos, todavía, se respetaba un poco la expresión política y se simulaba una democracia, quizá porque Nicolás Maduro le prestaba atención a la opinión pública y mantenía algunos vínculos comerciales con países vecinos y potencias occidentales.

Pero permitir elecciones en Venezuela, posiblemente por presiones externas, con toda la población volcada en las urnas y el conteo de las actas, este, parece haber sido “un error de cálculo” del dictador venezolano, del cual ahora debe de haberse arrepentido. Más aún, dar la venia a la candidatura de Edmundo González, una figura alineada bajo la popular figura de la lideresa opositora, María Corina Machado, quien resultó ser muy habilidosa, sumado a que creyó cegar al mundo y a su pueblo con la prohibición de observadores electorales creíbles. Al final de la jornada no pudo ocultar el fraude electoral del domingo pasado, estimó Winter.

Afirma que al amanecer del lunes 29 de julio, Maduro se dispuso a dar el siguiente paso, para retener el poder, al convertirse en un régimen "canalla y aislado', al mejor estilo del dictador de Nicaragua Daniel Ortega, comenzando con la amenaza de arresto en contra de las principales figuras de la oposición.

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“Después de que varios países latinoamericanos pidieran a Maduro que respetara la voluntad popular, éste reaccionó expulsando a todos sus diplomáticos de Caracas, una medida extrema que incluso los cubanos han dudado en tomar a lo largo de los años. Suspendió muchos de los pocos vuelos internacionales que quedaban en su país", escribió el editor.

Winter planteó dos escenarios posibles para poder descifrar el comportamiento de Maduro. 

El primero es que él y sus aliados cercanos, no es que teman perder el poder, sino que es pasar el resto de sus vidas en una cárcel federal de máxima seguridad en Estados Unidos, pues el dictador y su círculo estarían enfrentando acusaciones en tribunales estadounidenses por cargos de narcotráfico, corrupción y abusos de derechos humanos, cuyos procesos llevarían años.

La segunda suposición, es mantener el poder basados en el modelo cubano, que conserva el poder con represión, ignorando la crisis económica y exiliando a quienes estén en oposición, un modelo a largo plazo, pues creen que las inconformidades en Venezuela es solo una tormenta que pasará. 

Recalca que la presión internacional no le importa a Maduro y que las amenazas de Estados Unidos y de Europa, no darán frutos positivos, pues cuenta con el apoyo de los régimen de China, Rusia e Irán, lo que puede proporcionar un salvavidas económico y diplomático suficiente para que pueda capear cualquier tormenta que se avecina.

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A lo interno, se pregunta Winter: “¿Qué tan dispuestos estarán los venezolanos de a pie a arriesgarse, hasta la muerte, para intentar obligar a Maduro a abandonar el poder?, ¿Podrán Machado y González mantener a sus partidarios comprometidos a lo largo del tiempo?, ¿Comenzarán a fracturarse las fuerzas de seguridad, que hasta ahora parecen unidas y capaces de reprimir cualquier disidencia en sus filas y en la sociedad en general, si la demostración de resistencia popular es lo suficientemente masiva?, ¿Qué tan dispuestos estarán los soldados rasos a derramar la sangre de sus compatriotas?”.

Plantea que estas incógnitas son con las que por años han tenido que lidiar los disidentes en Nicaragua, Cuba, China, Rusia, Rumania, Libia y otros lugares, sin resultados positivos, por lo que trae a colación el viejo adagio de: “Una vez que los dictadores toman el poder, son casi imposibles de eliminar”, asegura Winter.