Regímenes autoritarios ejercen represión transnacional para someter a ciudadanos exiliados
El régimen de Ortega-Murillo ha implementado otras formas de represión transnacional, como el acoso, la vigilancia a defensores de derechos humanos, la criminalización, el exilio forzado y la desnacionalización "inconstitucional y sin juicio"
Los regímenes de Rusia, Venezuela y Nicaragua comparten una estrategia represiva que incluye el asesinato de opositores más allá de sus fronteras. Ejemplos de esta práctica son el asesinato del opositor venezolano Ronald Ojeda en Chile, la ejecución de la familia Montenegro en Honduras y el homicidio del piloto militar ruso Maxim Kuzminov en España. Estos casos evidencian que estos regímenes autoritarios pueden extender sus violaciones de derechos humanos fuera de sus propios territorios.
El tema de la represión transnacional se abordó en un panel: “Exilio y Represión: evaluando el estado actual y el impacto de la represión transnacional”, organizado por el centro de pensamiento centroamericano Expediente Abierto. En dicho panel participaron David Khakim, activista y exiliado ruso; Wendy Flores, vicepresidenta del Colectivo Nicaragua Nunca Más; y Adriana Flores, exiliada venezolana y jefa de campaña de Edmundo González y María Corina Machado en Argentina.
La defensora Flores expresó que “la represión trasnacional se ha configurado como una forma de castigar a los nicaragüenses en el exilio”. De acuerdo con la también activista, existen mecanismos de represión transnacional contra nicaragüenses como las “ejecuciones extrajudiciales”. Un caso es del campesino y exmiembro de la Resistencia Edgard Montenegro y su hijo, asesinados en Honduras en junio de 2019, que se suma a otros opositores asesinados o que han sufrido atentados en Costa Rica.
La defensora de derechos humanos señaló que estas ejecuciones tienen en común el estar dirigidas contra "personas que formaron parte de la resistencia nicaragüense de los 80" y que "no existen investigaciones creíbles" para sancionar a los responsables. Según la especialista, estas prácticas buscan "eliminar" a opositores y "sembrar el terror entre los nicaragüenses en el exilio".
Además de las ejecuciones extrajudiciales, Flores destacó que el régimen de Ortega-Murillo ha implementado otras formas de represión transnacional, como el acoso, la vigilancia a defensores de derechos humanos, la criminalización, el exilio forzado y la desnacionalización "inconstitucional y sin juicio".
Por su parte, el activista y exiliado ruso David Khakim agregó que el régimen de Vladimir Putin implementa medidas similares contra disidentes en el exterior. Ejemplificó el caso reciente del piloto ruso desertor Maxim Kusminov, asesinado en España, presuntamente, por la mafia rusa. Según Khakim, Putin ejerce estas acciones en contra de los opositores que considera “traidores” al Gobierno de Rusia, buscando sembrar el terror en el resto de la diáspora.
El ambientalista y exiliado también hizo referencia al caso del opositor Leonid Volkov quien fue brutalmente golpeado en las afueras de su domicilio en Vilna, Lituania. Volkov era aliado de Alexei Navalny, líder opositor ruso que falleció en prisión en febrero de 2024.
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La exiliada venezolana, Adriana Flores Márquez, señaló el asesinato de Ronald Ojeda, opositor venezolano asesinado a inicios de 2024 por la organización criminal Tren de Aragua, en Chile. Este crimen “ha sido la violación a los derechos humanos más cruel” cometido por el régimen de Nicolás Maduro.
Según Adriana Flores, con esto el objetivo del régimen es “generar miedo hacia los venezolanos que estamos en el exterior”.
Entre la diáspora venezolana, este asesinato ha tenido el efecto de la autocensura con el fin de no sufrir represalias como negarles un posible retorno a Venezuela, afirmó Adriana Flores.
La panelista señaló otros métodos de represión trasnacional como las amenazas en redes sociales y a través de programas de televisión nacional como Con el Mazo Dando de Diosdado Cabello, ministro del Interior venezolano y figura de poder en el régimen venezolano. A las anteriores se agregan el espionaje, la anulación de pasaportes sobre todo hacia personas que “se han manifestado a favor de la libertad de Venezuela”.
Las órdenes de aprehensión por “tribunales aliados al régimen”, existiendo incluso “una orden de aprehensión contra el presidente Edmundo González”. La dictadura de Maduro cometió un gran fraude en las elecciones del 28 de julio de 2024 y giró una orden de detención internacional contra González.
Durante el diálogo “Exilio y Represión: evaluando el estado actual y el impacto de la represión transnacional”, los panelistas recomendaron que los países de acogida a exiliados pueden implementar medidas para enfrentar a la represión transnacional al interior de sus fronteras.
La defensora de derechos humanos Wendy Flores mencionó que “es necesario que los países de acogida eviten que células criminales se instalen en su territorio” y, además, “crear unidades especiales de investigación sobre delitos contra personas exiliadas”.
Según la activista nicaragüense, esto podría ayudar a esclarecer si el delito contra los refugiados fue parte de una estrategia más amplia de represión transnacional.
Por su parte, Adriana Flores mencionó que la labor de los países receptores a favor del cuidado de las diásporas “depende de las alianzas políticas que [esos gobiernos] tengan con el régimen venezolano”.
La venezolana señaló que “se requiere de un marco regulatorio” que esclarezca la naturaleza de la represión trasnacional, de modo que las denuncias de exiliados sobre delitos y amenazas en su contra por regímenes autoritarios tengan un seguimiento adecuado.
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Según Flores, también es necesario aumentar la cooperación internacional para “compartir información y poder alertar” sobre la implicación de grupos delictivos en las estrategias de represión transnacional.
Por su parte, David Khakim señaló que no hay que estigmatizar a todos los rusos en el exterior, “creyendo que todos son funcionarios del servicio exterior del kremlin”. En este sentido, sugirió reforzar los mecanismos para identificar inversiones rusas en el extranjero que pudiesen financiar a represores transnacionales.
Un “trabajo bastante complejo” que ya están realizando algunos ciudadanos rusos en el exilio.
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