Oscar René Vargas: El proceso de implosión en Nicaragua
La estrategia de la implosión no significa no hacer nada. Significa implementar una estrategia que debilite los anillos de poder sin enfrentarse cara a cara de manera directa. Por lo tanto, la estrategia significa alimentar las termitas (trabajadores)
Oscar René Vargas
Lo que sucede a diario en Nicaragua son ataques a defensores de derechos humanos, ambientalistas, a luchadores sociales, a miembros de las iglesias católicas y evangélicas y a periodistas críticos; es una parte del panorama general del cual el régimen Ortega-Murillo con la corrupción descarada, las alianzas con grupos mafiosos y el uso de los recursos públicos para beneficios de las camarillas en el poder y del proyecto de sucesión busca como garantizar la subsistencia de la dictadura.
Las políticas públicas del régimen han demostrado el fracaso de enfrentar de manera eficaz la pobreza, la desigualdad y los peligros del cambio climático, a la que se suman los cuestionamientos de su poder. El crecimiento del PIB está lejos de ser suficientemente bueno, no alcanza para erradicar la pobreza ni la inseguridad alimentaria.
El régimen optó por una política económica más acorde a los intereses del gran capital financiero e industrial. La política financiera es un plan en donde los pobres y la clase media financian a los ricos. Tampoco sirve para incrementar la productividad ni reforma el mercado laboral. El régimen ha sido incapaz de atender con eficacia y resolver los problemas esenciales e inmediatos (desempleo, bajos salarios, educación deficiente, mal sistema de salud, pensiones raquíticas).
El incremento de los pagos por servicio de la deuda externa, producto del endeudamiento acelerado, ha cortado inversiones vitales en educación pública, programas de salud y protección social a lo largo de los últimos años. Estos recortes no sólo son desalentadores, nefastos y fundamentalmente anti desarrollo. Por tal motivo, las políticas del régimen para erradicar la pobreza e impulsar un desarrollo sostenible se necesitará más de un siglo para llevar a toda la población nicaragüense por arriba de la línea de pobreza.
El análisis político
El análisis político se infantiliza por la falta de una visión estratégica de mediano y largo plazo, sobre todo si se limita fundamentalmente a las declaraciones públicas de los dirigentes políticos. El debate sobre las estrategias y los proyectos apenas existe porque sólo se busca la adhesión, es decir, poner énfasis en los mensajes y en las personas —sin preocupación alguna por un análisis en profundidad de la realidad concreta, de los hechos, de los datos duros, y, de esa forma, podamos elaborar una estrategia los escenarios posibles—. La falta de estrategia es una concepción atrasada de la política, de larga tradición en la política tradicional.
En la política cotidiana hay que saber combinar las acciones estratégicas con las acciones tácticas, lo que es difícil, porque no es solamente saber conducir tácticamente la lucha política. Es necesario tener en cuenta, primero, de organizar; segundo, de educar; tercero, de enseñar; cuarto, de capacitar; y quinto, de conducir estratégicamente las acciones tácticas para derrotar a la dictadura.
En política lo real es lo que no se ve. La política real se esconde detrás de las negociaciones de los poderes fácticos debajo de la mesa; la política real se encuentra en el trasfondo de los acuerdos y pactos, en los intereses que mueven en las alianzas -pasajeras o prolongadas-, en la falsa promesa, en la elaborada propuesta, hasta en la inocente invitación a compartir la mesa o sumarse a la tertulia de una fiesta, etcétera.
El reloj político tiene un tic tac menos constante que el de cualquier otro reloj. Está lleno de oscilaciones. Nunca hay continuidad lineal. En política real no se puede pretender hacer pronósticos o análisis tan exactos como en física. El análisis político es suficiente si indica correctamente la línea general de desarrollo y/o ayudan a orientar el curso real de los acontecimientos.
En la política se comete el peor error cuando se actúa en base a pre conceptos tomados del pasado y que refieren a relaciones de fuerza ya superadas. Otro error político es limitarse a exigir solamente elecciones generales, sin presión social, es trasladar la acción política del reino de la realidad concreta al de los sueños. Por sí mismas, las elecciones no pueden producir un cambio en el centro de gravedad del poder actual.
La rebelión de “abril de 2018”, no estalló a través de un tranquilo proceso ininterrumpido, sino a través de una serie de protestas sociales separadas por intervalos de tiempo que se realizaron entre 2015-2017, a veces prolongados, durante los cuales se fueron modificando las relaciones de fuerzas entre el régimen y el movimiento social en desarrollo. La rebelión de abril un cisne negro, un hecho sociopolítico decisivo inesperado. Fue un acontecimiento trascendente, pero casual, sin dirección política alguna.
Las protestas de “abril de 2018” no fueron un intento de “golpe de estado” como quiere el régimen inculcar en el imaginario colectivo, quieren reescribir la historia para enredar. Buscan la sustitución de una historia veraz, por una versión falsa puesta al servicio de la causa política de la dictadura. La mentira sobre el intento de “golpe de estado” pretende deslegitimar las demandas democráticas de la rebelión de abril de 2018. La rebelión de abril puso sobre el tapete las contradicciones del poder orteguista y su alianza con el gran capital, abriendo una crisis de poder.
Toda victoria política es precedida en el campo de las ideas. El discurso de la dictadura repetitivo, mentiroso y vacío nos demuestra que ha perdido la batalla de las ideas. Falta transformar la superioridad de las ideas en una estrategia y tácticas que nos conduzcan a su derrocamiento. Por eso es importante implementar la estrategia de implosión aprovechando el síndrome de la rana.
Nicaragua continúa siendo dependiente del exterior ni puede desconectarse de la economía norteamericana. El dólar ostenta un papel preponderante en el sistema financiero nacional debido a que más del 90% de transacciones en divisas involucran al dólar. Nicaragua es dependiente del sistema de pago internacional de la facturación comercial depende del SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication) y de la mecánica financiera de Estados Unidos.
Las desigualdades de la sociedad nicaragüense se manifiestan en su profunda pobreza y la riqueza concentrada en pocas manos, lo que resulta en malas condiciones de vida de las grandes mayorías y en condiciones heterogéneas de salud en una población con una desigual distribución del excedente económico entre las clases sociales. A ellas se añaden precarias condiciones de trabajo, alta informalidad laboral, desempleo, bajos salarios y una deficiente productividad laboral.
La raíz de los problemas de la economía está en la crisis política. Las expectativas inestables influyen negativamente en los empresarios y su falta de confianza limitan las nuevas inversiones de largo plazo. Por otro lado, el sector industrial, comercial y agropecuario ha disminuido su influencia en la elaboración de la política económica, contrariamente a la influencia del sector financiero. Por otro lado, el país depende cada día más de las remesas para mantener el consumo interno y el sector servicios.
El incremento de los impuestos de diferentes tipos son la mayor fuente de ingresos del régimen, desde las multas de tránsito, hasta el incremento de las coimas. El presupuesto de egresos no incluye el mejoramiento de las pensiones ni becas estudiantiles ni existe un programa social para disminuir la pobreza y la desigualdad.
Esta crisis es una oportunidad para ir más allá, para saber que nuestra apuesta no es solamente de cambio de personas en el poder, y que tenemos una gran tarea, y que abandonar la esperanza solo alimenta al régimen y a quienes quieren cohabitar con él. El deterioro de las condiciones económicas y sociales nos señala que la gente no puede más, tenemos que alimentar el proceso de implosión a través de una estrategia que permita el quiebre de los pilares de sostenimiento de la dictadura Ortega-Murillo.
La fragilidad de la dictadura
A raíz de la matanza del 30 de mayo del 2018 el gran capital, a diferencia de los hombres y mujeres que se la rifaron en las calles para botar a la dictadura, se hicieron ojo de hormiga para cooperar en favor de una “salida al suave” contraponiendo a la demanda de la caída inmediata de la dictadura que se demandaba en las plazas, tranques, calles de las ciudades.
Hay que entender los matices y comprender las complejidades del país. Se vive un período que debería ser más reflexivo y no tanto impulsivo. Las reglas del juego político no las establece la oposición, la iniciativa política la tiene el régimen Ortega-Murillo. El reto de la oposición es ver de qué manera se puede incidir mejor en el escenario político nacional actual.
A partir del 2018 el viejo orden sociopolítico se está muriendo y el nuevo contrapoder está naciendo a una velocidad muy lenta, en esta fase transicional ha surgido un régimen que mantiene una economía atrasada, rentista, sin perspectiva, colapsando desde adentro. La deuda pública, externa e interna, crece más rápido que la economía, por consiguiente, el pago de los servicios de la deuda externa afecta a la inversión en otros sectores como la educación, la salud e infraestructuras.
Entre el 2018 y el 2023, el pago por los servicios de la deuda pública total creció en un 147.32% al pasar de US$248.5 millones de dólares en el 2018 a US$614.6 millones de dólares en el 2023, monto superior a la inversión en educación, así como a la de transporte e infraestructura.
Hasta ahora lo que hemos visto es que la dictadura tiene un proyecto político dinástico. No tiene un proyecto sociopolítico y económico para el desarrollo del país y lo que intenta hacer es simplemente acciones represivas de carácter destructivo y una campaña de miedo permanente para conservar el poder y seguir aprovechándose del botín del Estado. Ellos necesitan de la crispación para mantenerse en el poder.
Sin embargo, no han podido generar credibilidad y confianza. Anularon los sindicatos, las cámaras empresariales, los medios de comunicación independientes, persiguen a la iglesia, anulan a los organismos no gubernamentales, han minimizado el gasto social por habitante, han incrementado el gasto militar-policial, etcétera. La dictadura aplica una política depredadora librando una represión “tous azimuts” para privar a los ciudadanos de la libertad, bloqueando cualquier oposición a través de duras leyes para permanecer en el poder. La dictadura, de hecho, ha transformado al país en un estado fallido.
La adicción al poder y su amor al dinero son amenazas para la armonía social y, por lo tanto, para el mismo régimen. La nueva clase orteguista busca monopolizar los ingresos, los negocios y las tierras de forma depredadora deteniendo la prosperidad y el desarrollo del país. Esta adicción a la riqueza y al poder ha conducido a prácticas corruptas, depredadoras y socialmente dañinas. La sociedad se ha vuelto rehén de la arrogancia, la soberbia, la avaricia y la codicia de los miembros de los principales anillos de poder que se convirtieron en millonarios a través de un enriquecimiento corrupto e inexplicable.
La oposición no es homogénea, pero es necesaria la unidad para avanzar juntos para construir un contrapoder que permita la derrota/derrocamiento de la dictadura, desunidos es imposible lograrlo. Y, por eso, es un elemento fundamental en la estrategia de lucha contra la dictadura: la táctica inmediata es unir a la oposición, coser su unidad y entender que no se puede descolgar a nadie de este proyecto.
Para eso es necesario tener una visión, un programa mínimo que recoja las demandas más sentidas e importantes de la mayoría de la población. Y también es fundamental tomar en cuenta que existe una doble capitalidad. Hay que tomar en cuenta a los poderes fácticos y la propia dinámica de “los de a pie”, que es muy diferente a los intereses de “los de arriba”. Necesitamos tener un rumbo claro. No se puede improvisar.
Una de las debilidades de la dictadura es que no tiene un proyecto económico de desarrollo y no sabe exactamente la estación de destino. A cada rato promete proyectos que no logra ejecutar, a la falta de una estrategia de desarrollo económico suele revivir proyectos fracasados como la construcción del canal interoceánico o la construcción de un puerto de aguas profundas en la Costa del Caribe. Por eso la oposición no puede tener un mensaje demagógico, fácil, de brochazos. Hay que respetar a las personas; y respetarlas es, entre otras cosas, no engañarlas y no decirles que con la caída de la dictadura se acaban todos los problemas.
La pérdida del poder adquisitivo a causa del incremento de la inflación, el desempleo, los bajos salarios y las pensiones raquíticas siguen y seguirán siendo un quebradero de cabeza para la gran mayoría de las familias, después de quince años de dictadura. Debemos de explicar que mientras la dictadura se mantenga en el poder los problemas se van agudizando, la única manera de comenzar a resolverlos, poco a poco, es con la caída de la dictadura.
Es decir, desde el 2018 a 2023, los trabajadores del gobierno central y los afiliados al Instituto de Seguridad Social (INSS) reciben un salario por debajo del costo de una canasta básica por lo tanto viven en “pobreza laboral”. En el 2023, un trabajador del gobierno podría comprar solamente el equivalente al 71.3% de una canasta básica y los afiliados al INSS el 76.3%.
En el 2024, el salario mínimo del sector industrial (C$7,692 córdobas), de las zonas francas (C$8,746 córdobas) y la pensión promedio del INSS (C$6,213 córdobas) nos indica que amplios sectores sociales, el 53% según la encuesta de CID Gallup, solo pueden comer una vez por día ya que con sus ingresos mensuales pueden comprar solamente el 41.5% y 29.5% de una canasta básica.
La estrategia principal de la lucha en contra de la dictadura es someterla sin luchar de frente, disminuyendo los peligros de caer preso de los opositores. El trabajo debe ser fragilizar los pilares que sostienen a la dictadura. Es la estrategia de la implosión. Para facilitar la implosión se debe golpear los principales anillos de poder con el objetivo que la dictadura se derrumbe como las casas que han sido carcomidas por las polillas, las termitas o los comejenes. Por eso, las personas que abandonan las filas del orteguismo, de manera abierta o encubierta, deben de ser tratadas con respeto para fomentar el abandono de su base social e incrementar la implosión.
La estrategia de la implosión no significa no hacer nada. Significa implementar una estrategia que debilite los anillos de poder sin enfrentarse cara a cara de manera directa. Por lo tanto, la estrategia significa alimentar las termitas (trabajadores). El conjunto de los opositores tiene que entenderlo para que dejen de atacar a las termitas que aún permanecen en las instituciones del Estado. Por otro lado, hay que tener claro que el tiempo político ya no favorece a la dictadura y por lo tanto sus errores serán mucho más frecuentes y debemos de aprovecharlos para debilitarla más y más.
El arte de la lucha de las termitas tiene que basarse en el engaño y en silencio, no mostrar los avances del proceso de implosión para evitar la represión. La estrategia es hacer creer que somos débiles para que nos permita seguir alimentando a las termitas. Tenemos que sembrar y fomentar el disenso en las filas del orteguismo para debilitarlo más. Para lo cual es necesario mostrar la realidad económica y social con los mismos datos que brinda la dictadura, explicar que la situación es y será cada más difícil mientras permanezca Ortega-Murillo en el poder.
Hay que tener conciencia que sin un análisis cuidadoso de la coyuntura no podemos elaborar una estrategia victoriosa, solamente un análisis concreto nos permite tener más posibilidades de triunfar. Por la falta de una estrategia basada en la realidad socioeconómica se han perdido batallas políticas que se iban ganando. La oposición no puede movilizar a la población sin tener una estrategia claramente establecida.
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El problema de la dictadura Ortega-Murillo es que la crisis general del país se continuará prolongando por mucho tiempo, lo cual repercute negativamente en su credibilidad y su declive. Eso significa que la prolongación de la crisis política social la debilita en lugar de consolidarla. La prolongación permite que los funcionarios medios y su propia base social orteguista vayan tomando conciencia que con Ortega-Murillo en el poder no se resuelve los problemas principales del país, transformándose en posibles termitas.
Una de las mayores debilidades de la dictadura es empobrecer a la población en general y a su propia base social sin darle perspectivas de un futuro mejor. Por eso sus acciones erradas (por ejemplo, la persecución a la iglesia católica) se transforman en un bumerang que los golpea con más fuerza a ellos mismos.
Si el país se empobrece a causa de las políticas erradas, la dictadura pierde base social y se debilita, aunque se incremente la represión, porque se deteriora el bienestar de las grandes mayorías, incluyendo una clase media raquítica y empobrecida. La larga campaña represiva se ha transformado en una lacra en detrimento del empleo, el poder adquisitivo, las pensiones, los salarios reales, la calidad de la educación y la salud.
Si fomentamos la deserción de la base social orteguista estaríamos implementando la estrategia de la implosión y por añadidura se refuerza las propias fuerzas de la oposición. Hay que ganar sin violencia, sin combatir de frente. En silencio tiene que ser, socavar sus pilares de sostenimiento.
Los incrementos de los desajustes estructurales obedecen al despilfarro de la renta pública, la corrupción y la ineficiencia, los excedentes no han sido utilizados para mejorar una economía deficiente optimizando la productividad y la competitividad. La economía del “capitalismo de amiguetes” sufre un retroceso de largo plazo, que reduce la inversión productiva, deteriora la productividad y contrae la producción.
Por otro lado, el endeudamiento público en los últimos años asumió un ritmo alocado. Desde el 2007 al 2023. En el 2023, la deuda pública total ha alcanzado el monto de US$15,214.1 millones de dólares, lo que significa US$9,373.3 millones más en relación a finales de 2006. Es decir, la deuda externa representa el 98% del PIB cuando lo recomendable es que se sitúe por debajo del 60%. El pago de los intereses que esa deuda pública total impone una significativa hemorragia de recursos, que torna inviable el mejoramiento de la economía en el corto y mediano plazo; ya que cada dólar que se paga a la deuda externa, es un dólar que no se destina a mejorar las condiciones de vida de la población nicaragüense.
Por la falta de perspectivas de una solución de la crisis sociopolítica permite que la fuga de capital continúa, de manera más limitada que en el período de 2018-2020, pero se incrementa la descapitalización de un aparato productivo que convive con la migración acelerada del capital humano, limitando cualquier posibilidad de recuperación importante en el corto plazo.
La recaudación basada principalmente en el consumo se recarga en la población de menores ingresos. Esta realidad parte de la misma desigualdad de ingresos y la regresividad del sistema fiscal, ya que predomina los impuestos indirectos en la estructura tributaria, en detrimento de la imposición directa progresiva.
La incidencia de la política fiscal sobre la distribución del ingreso es limitada debido a que el impuesto progresivo sobre la renta es reducido, el impuesto al valor agregado (IVA) es regresivo el cual es asumido por la gran mayoría de las personas con ingresos menores. Por otro lado, los ingresos promedios de los más pobres han disminuido en relación a los hogares más ricos como lo indican el incremento migratorio, el empleo informal y la inflación de los precios de la canasta básica.
Al cabo de tantos años (2007-2024) de corrosiva acción represiva se traducido en mayor desempleo, ausencia de inversiones productivas importantes, incremento de la deuda pública y fuga de capital, todos estos elementos se han transformado en un instrumento auto propagador de bajo crecimiento económico de largo plazo y de una crisis sociopolítica permanente que alimentan el proceso de implosión.
Ideario de Ortega-Murillo
La dictadura quiere sustentar su visión de la sociedad nicaragüense en un hatajo de pulsaciones antidemocráticas: reprimir a sus adversarios por “golpistas”, por su incapacidad de aceptar la diversidad del pensamiento humano, por promover un credo anti-igualitario y por su interpretación conspirativa de la realidad sociopolítica. El Estado ha sido privatizado por la dictadura Ortega-Murillo.
El régimen señala que todos los males son generados, sin evidencia, por los diferentes sectores de la oposición y son una presunta amenaza a la paz. Su visión de la sociedad es anti-democrática. No es novedad que la dictadura trate de disimular sus afectos dictatoriales con tal de lograr sus fines concretos. Pese a su inercia dictatorial, trata de hacer un deslinde verbal con la dictadura somocista. Sin embargo, en concreto, Ortega-Murillo ha regresado al pasado somocista, con una máscara de cambio.
El discurso de la dictadura quiere vender la idea que Nicaragua puede salirse de influencia geopolítica, geoeconómica y geoestratégica de Estados Unidos obviando que los ingresos principales divisas del país son productos de las exportaciones, importaciones, tecnología, remesas, préstamos internacionales, las actividades de las zonas francas y el dólar (comercial, de reservas y de las transacciones financieras internacionales) depende de los Estados Unidos.
Los mitos con que la dictadura Ortega-Murillo interpreta la sociedad no son originales, aunque es reveladora su estrategia para tornar ese deseo dinástico en un relato épico y supuestamente anti-imperialista. Para tratar de lograrlo, recurre a una lectura amañada de la historia, falsificando y disfrazando la realidad objetiva de la rebelión de 2018 como un “golpe de estado” fomentado por Estados Unidos. Es el descarado falseo de los hechos para alimentar y justificar la represión total.
Ortega-Murillo no sustenta su visión de la sociedad en un insumo de ideas, sino en una reescritura de las protestas sociales producto del descontento, donde sin ningún rigor omiten, tergiversan o inventan hechos con tal de reforzar su interpretación de la historia. Ortega-Murillo trata de vender la idea que su legitimidad nace en la lucha indígena en contra de la colonización española, génesis de su identidad. Para ellos es la principal fuente de su reivindicación ideológica para legitimar su gobernabilidad.
Ortega-Murillo escupe un sermón añejo, aunque sólo cambia de dirección; mientras la dictadura de Somoza pretendió ser un muro de contención contra el comunismo, Ortega-Murillo pretende erigirse en una base de expansión de influencia china y rusa en la región centroamericana en contra de los intereses de Estados Unidos. Lo que implica que nuevamente la región se puede convertir en un escenario de una nueva guerra fría: Estados Unidos versus China/Rusia. Uno de los errores mayores de Ortega-Murillo es dar por hecho que los Estados Unidos ha perdido la partida geopolítica en la región centroamericana.
Ello debe encender las alarmas en los demás países de Centroamérica. No solo por los posibles avances de regímenes dictatoriales en la región, sino porque el proyecto político de Ortega-Murillo tiene la prioridad de aprovechar la confrontación con Estados Unidos para recibir el apoyo de Rusia y China con repercusiones negativas para la población nicaragüense y centroamericana, producto de esa confrontación. Por más burdo que sea el ideario de Ortega-Murillo, su discurso no sólo interpela a sus hordas fanatizadas sino también a sectores de la derecha política tradicional.
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Los partidos políticos tradicionales no han desaparecidos, han mutado a ser partidos comparsas, satélites o zancudos del régimen a tal punto que han dejado de ser alternativas políticas a la dictadura para pasar a ser instrumentos electorales de resonancia para legitimar al dictador, divorciándose de las demandas básicas e inmediatas de los ciudadanos. Esos partidos acólitos no tienen la capacidad de presentar mínimamente una estrategia para crear un contrapoder por su vocación acompañante o zancuda.
Los partidos políticos tradicionales se han divorciado de la conciencia de los ciudadanos que expresan, desde el 2018, en la consigna que se vaya Ortega-Murillo. No han entendido que no pueden soplar y sorber a la vez, al intentarlo se han ahogado en el mar de la indiferencia la mayoría de la población como lo demuestran las encuestas alcanzando el 1% de las simpatías.
Provocar el miedo y utilizar la mentira son dos instrumentos tácticos políticos de la dictadura. La política edificada sobre el temor hace que sectores amplios de la sociedad se abstengan a manifestar abiertamente su desacuerdo por miedo. Es el miedo a la represión contra todos y todas. Sin embargo, la ceguera política de la dictadura no le permite ver las consecuencias de sus actos ni valorar el grado de aislamiento ni percibir los niveles de su fragilidad interna ni aceptar el declive en marcha.
Mientras tanto, el negacionismo de la realidad de parte de la cúpula del poder se mantiene, al punto de negar las causas de las protestas y del descontento sociopolítico de la mayoría de la población, al mismo tiempo que extiende el control social a través de la represión. Esa represión indiscriminada ha contribuido a alimentar el reflujo del movimiento social y paralelamente ha favorecido el desarrollo silencioso y subterráneo del proceso sigiloso de rechazo a la dictadura.
Ortega no concibe la democracia como un fin ni como un marco de convivencia y libertad, sino que la asumió como un medio para conseguir el poder y como una herramienta innecesaria de ella cuando no le resulta útil para sus propósitos dinásticos. Observamos a un Ortega desbocado que no respeta las reglas más básicas de la democracia, que insulta, desacredita, conspira, reprime e impone sus criterios. Sin embargo, no podemos descartar que pueda utilizar, en el futuro, el fetiche de unas nuevas elecciones en el 2026 para tratar de mantenerse en el poder.
Ortega se cree impune, ha logrado imponer sus propias reglas en el tablero político nacional para amarrarse al poder y que una minoría controle el país. Desde el 2007 hemos asistido a la promulgación de leyes propias de un régimen dictatorial y ha utilizado al ejército, la policía y a los paramilitares, al sistema judicial, la complicidad de los partidos políticos comparsas y el silencio encubridor de la cúpula empresarial y financiera para perdurar en el poder.
Cada día percibimos más las ansias de construir una dinastía familiar, esta voracidad por el poder absoluto es cada día menos sutil, socavando todo vestigio de libertades y de respeto a los derechos humanos, privilegiando a los círculos cercanos y maniobrando en la oscuridad con quienes empiedran/pavimentan el camino de la sucesión familiar. Ortega juega sucio y la lucha política se convierte en una lucha desigual controlada por los distintos anillos del poder.
En los últimos meses son pocas las noticias que aportan novedades sustantivas, prácticamente desde el destierro/exilio/desnacionalización de los 222 presos políticos y la desnacionalización de los 94 exiliados la política nacional ha permanecido estática, sin mayores cambios. Las noticias se limitan a observar aumento de la represión, el incremento de la desigualdad, la acelerada migración, el acrecentamiento del desempleo, la falta de inversiones productivas, engrandecimiento de la pobreza y la corrupción. Es inevitable preguntarse cuántos nombres de los anillos de poder están involucrados en todo tipo de actividades ilícitas que descubren a diario, pues sería ingenuo pensar que la actividad delictiva ha quedado confinada al principal anillo de poder y que no hay ramificaciones en los otros círculos de poder.
Mientras tanto, el régimen Ortega-Murillo busca cómo mantener el inmovilismo político-social, el “statu quo” que le favorece; sin embargo, Ortega ya no es ni la sombra de aquel malabarista político, capaz de sortear, emparchar y superar una crisis, ahora no ha podido formular alternativas tácticas viables y ha entrado en una fase de cometer error tras error perdiendo más legitimidad, incrementando su aislamiento, y generando pánico por su alianza con Rusia, China e Irán. Por el momento, asistimos a una tensa situación de desgaste y de espera.
El objetivo de Ortega es no ceder espacios políticos que puedan agrietar aún más su frágil base social, ya que cualquier disminución de su cuota de poder profundizará, ensanchará y ampliará las grietas que están abiertas entre los poderes fácticos y los anillos de poder; lo cual, sin duda, debilitaría todavía más al orteguismo, por lo que le hace apostar más por incrementar la política represiva y mantener su estrategia de “el poder o la muerte” iniciada desde el 2018.
Los chinos usan el refrán “una rana en un pozo no puede concebir el océano” para describir que esa rana se siente orgullosa de su situación hasta que una tortuga le describe el exterior y que ella no es capaz de entenderlo. Llevando esa metáfora a la política nicaragüense, el dúo Ortega-Murillo son tan soberbios e ignorantes que han cometido el error estratégico a reprimir a la iglesia católica (sacerdotes, monjas, jesuitas y otras congregaciones religiosas) uno de los poderes fácticos con un gran peso político, social y cultural a nivel nacional e internacional, sin medir las consecuencias de sus actos que los ha llevado a mayor aislamiento internacional, e incrementar su fragilidad interna, lo que nos indica que su caída se acerca por el aceleramiento del accionar de las termitas. La política de Ortega-Murillo no les permite ver el océano de la realidad, ya que están obnubilados por asegurar la sucesión familiar, pero, al mismo tiempo, esa misma obcecación truncará la sucesión dinástica por el accionar de los comejenes.
Mientras todo esto sucede, algunos poderes fácticos externos e internos siguen pensando que la solución de la crisis pasa a través de la promoción de un diálogo para reducir la tensión y favorecer unas elecciones, la famosa “salida al suave”. Esos poderes fácticos apuestan por abrir canales que quizás puedan servir para una potencial negociación. Aunque todas estas apuestas por el diálogo/elecciones son, sin duda, en corto plazo, una ilusión ya que Murillo no está interesada en negociar nada que no sea la sucesión dinástica que le permita ser la sucesora y que le garantice la permanencia indefinida en el poder.
Sin embargo, el desarrollo de la implosión puede obligar a Ortega a buscar como apostar por un proceso electoral que sea la vía que le permita mantenerse en el poder. Hay que entender que entre Ortega y Murillo mantienen una cohabitación política, sus agendas tácticas sean las mismas, estratégicamente pueden ser diferentes. Precisamente, ese fue el mensaje “subliminal” de las declaraciones de Humberto Ortega. Todavía habrá que esperar para conocer algún avance en esa dirección.
El proceso de implosión
La implosión social de una dictadura se produce por un proceso como el utilizado por las hormigas, los comejenes, las termitas que mediante su acción colectiva pueden llegar a carcomer la estructura de una casa hasta tornarla inhabitable o provocar su derrumbe.
La implosión significa contracción, y eventualmente colapso, de un cuerpo físico cualquiera. El ejemplo conocido más reciente fue el incidente trágico, junio de 2023, del sumergible en el que viajaban en el fondo del mar los exploradores del Titanic. Extrapolando ese término al análisis sociopolítico de Nicaragua observamos el desarrollo de un proceso de implosión, esto es, un eventual colapso del poder dictatorial.
El proceso de implosión de la dictadura significa la pérdida de su capacidad interna para resistir la presión de factores externos y eso, justamente, es lo que ocurre a la dictadura Ortega-Murillo. No únicamente en cuanto a la pérdida creciente de su base social, sino a las fracturas que se presentan en los diferentes anillos de poder y en sus pilares de sustentación.
Es decir, la implosión es un proceso que tiende a colapsar su propio centro político bajo las acciones combinadas de fuerzas internas con acciones externas como consecuencia de los niveles de degradación moral, de corrosión institucional, corrupción galopante y aislamiento internacional.
La implosión ocurre en el marco de una sociedad estancada, de una sociedad incapaz de innovar, con un enorme peso dictatorial burocrático que se impone de mala manera a las distintas clases sociales. Igualmente acontece, cuando hay consenso en que el rumbo actual perjudica a la gran mayoría de la población.
La implosión es producto del agravamiento de las contradicciones entre las clases sociales. Es decir, la implosión se desarrolla cuando el poder dictatorial no cumple una función racional, mantiene una situación social en permanente deterioro, alimenta parasitariamente a la cúpula de poder y sus aliados para garantizar sus privilegios entrando en contradicción con la sociedad entera.
Sin embargo, sin una estrategia mayoritaria en las principales corrientes de la oposición real la implosión puede conducir a la caída del régimen Ortega-Murillo y no resolver la crisis sociopolítica. Por el contrario, la situación podría agravarse, como Estado fallido y facilitar un golpe militar en alianza con los poderes fácticos económicos. De allí la importancia fundamental de establecer una estrategia y tácticas de lucha correspondientes. En caso actual de Cuba es ilustrativo, la ausencia de alternativa política nos indica que el proceso de implosión puede conducir a un Estado fallido sin solución política alternativa de la crisis a la vista. El ejemplo de Cuba nos demuestra que es imprescindible que la oposición nicaraguense tenga una estrategia que permita crear un contrapoder para asegurar una salida política diferente al proceso de implosión en desarrollo en Nicaragua.
La economía nicaragüense podría estar viviendo una década perdida, casi todos los factores que impulsaron la economía entre 2007 y 2017 se han desvanecido, lo que provocará que entre el 2024 y el 2026 el crecimiento potencial disminuya, aunque el estancamiento podría ser mucho más pronunciado en caso que se produzca una crisis financiera mundial, una recesión internacional o un conflicto mundial con repercusiones en las fuentes de abastecimiento.
La disminución del crecimiento económico potencial tiene graves consecuencias para la capacidad del país para hacerle frente a la creciente variedad de desafíos. Mientras Ortega-Murillo permanezca en el poder los desafíos se incrementarán y el estancamiento o declive será irreversible, ya que solamente puede elevarse mediante la resolución de la actual crisis sociopolítica que permita incentivar el empleo formal, acreciente la productividad y acelere las inversiones.
La caída de los ingresos de los hogares, la contracción de las inversiones, el incremento del desempleo, el estancamiento de los salarios, la incapacidad de poder comprar una canasta básica y los aumentos de la informalidad laboral han tenido cuatro repercusiones principales: aumento de la migración en busca de trabajo, pérdida del capital humano, mayor pobreza e incremento de la deserción en la base social orteguista.
El éxito económico de la dictadura ha sido asegurar el poder económico y político a una pequeña casta dominante al efectuar una transferencia masiva de riqueza desde las clases bajas y medias para el enriquecimiento inexplicable de un grupo mafioso, corrupto y especulador. También ha asegurado la avaricia de un pequeño grupo de militares, de banqueros y miembros de la nueva clase (Chayoburguesía) aplicando la fuerza brutal requerida para lograr esos objetivos. Represión para las mayorías y libertad para los privilegiados son dos lados de la misma moneda. Es la implementación del “capitalismo de amiguetes” a través de la represión.
La vida política cotidiana reciente sus contradicciones viejas y nuevas que no dejan de aflorar. Los contrastes y las incongruencias no son pocas, los acuerdos establecidos del régimen con los poderes fácticos (elites políticas y económicas) los siguen incumpliendo. La cúpula en el poder suele practicar el juego sucio. La opacidad, el fraude y el engaño predominan en el ejercicio de su política cotidiana y contaminan a todas sus filas.
El mundo de la política del régimen es un mundo de engaño, de hipocresía calculada y cinismo sin límites. Un mundo donde la mentira y la manipulación son los instrumentos privilegiados de la cúpula del poder. Es la política de la falsa modestia que trata de ocultar la prepotencia de los dictadores. La cúpula del poder ve la política como un circo triste, con actores de segunda en el circo nacional.
El desprecio a las reglas, el incumplimiento a los acuerdos políticos y el rechazo a los otros se ha vuelto flagrante, es parte de la política del abuso del poder. Esta política está incrustada en las estructuras políticos y económicas de la dictadura, conformando un riesgo mayor para su funcionamiento estable que sea capaz de asegurar su propia reproducción. Para la dictadura cualquier acción se justifica para evitar perder el poder, en su lógica el costo político por mantener la represión es insignificante en comparación con el costo político de perder el poder.
El proceso de la implosión ha crecido en sus narices sin poder detenerlo y el régimen la alimenta con su política represiva y sus frecuentes errores políticos. Lo que ha pasado, hasta la fecha, es de manual, las elites políticas y económicas han actuado con incredulidad al quitarle importancia y despreciar los efectos de las acciones de las termitas/comejenes sociopolíticos en el desarrollo de la implosión. En el marco del proceso de implosión los equilibristas políticos sin estrategia para derrocar a la dictadura, favorables a la negociación sin líneas rojas, pierden su valor político, por eso subestiman o descalifican la estrategia de la implosión.
La implosión ha ido creciendo a golpe de represión derivado de los errores de la dictadura. La implosión se genera desde las profundidades del subsuelo social subalterno recogiendo todas las demandas inmediatas y democráticas de la población que permitirán la caída de la dictadura. La implosión está pasando delante de nuestras narices, para algunos no les parece realizable. Sin embargo, el tiempo político está a favor del proceso de implosión.
Después de la pandemia del COVID (2020), hemos venido señalando que el escenario posible de salida de la dictadura sea por la implosión desde adentro, sin necesidad de matar sin necesidad de morir; sin embargo, es necesario unificar a la mayoría de las distintas corrientes de la oposición y adoptar una estrategia diferente a la desarrollada entre el 2018 y el 2024 que visualiza como única solución el aislamiento internacional del régimen y la negociación sin presión ni debilitamiento de sus pilares de sostenimiento. Las crisis (económica, política, social, ambiental, religiosa e internacional) han acelerado las contradicciones de la sociedad, redujeron el lapso de los tiempos políticos y facilitan el desarrollo del proceso de implosión social.
La política implementada de “el poder o la muerte” ha tenido repercusiones negativas para el régimen mermando el apoyo: (1) de su base social; (2) de sectores de los “nuevos ricos”; y (3) de los funcionarios gubernamentales, que no ven ninguna salida de la crisis con esa estrategia ya que pone en peligro sus intereses personales. Razón por la cual, el tiempo político de la dictadura se acortó, finalizó su validez y su legitimidad por la incapacidad de solucionar correctamente una salida democrática a las crisis que vive el país.
La desgracia infligida por la combinación de las distintas crisis tendrá unas consecuencias tan drásticas como la revolución de 1979 o la rebelión de abril de 2018. Las crisis actuaron como motores que aceleraron el desarrollo del proceso de implosión del régimen. Ortega-Murillo han demostrado que son personas que padecen el “Síndrome de la Ceguera” que viendo no ven la realidad del país.
La crisis sociopolítica de abril de 2018 fue un evento que puso en máxima tensión todos los recursos y fuerzas del país. Esto quiere decir que la organización política, el desarrollo institucional, la coherencia ideológica, la fortaleza económica y el respaldo del pueblo al poder autoritario, que son factores vitales para su funcionamiento, entraron en crisis.
La creciente fragilidad sociopolítica que se ha ido desarrollando durante los últimos años, la cual se ha exacerbado de modo brutal con la crisis sanitaria, el deterioro social (pobreza, desempleo, bajos salarios, desigualdad, precariedad alimentaria, hambre, pérdida de poder adquisitivo), la crisis política y la fragilidad económica, la suma de todo estimula el cuestionamiento a la dictadura de la gran mayoría de la población, 7 de cada diez en la última encuesta de CID Gallup.
Se están desarrollando tendencias ineluctables hacia la implosión del régimen cuando su política errada no logra evitar que la curva del deterioro socioeconómico se haga exponencial. Cuando su incapacidad afecta los intereses de su base social o a los miembros de los diferentes círculos de poder, entonces comenzamos a conocer deserciones, voces disidentes y pequeñas fracturas en los pilares que lo sostienen, son manifestaciones del proceso de la implosión en desarrollo.
La implosión en las instituciones del régimen y del partido (desmoronamiento interno) avanza. Cada día el nivel de tensión no cesa de crecer y se hace más evidente y palpable que estamos en manos de un gobierno irresponsable, ineficiente, incapaz, sordo y ciego. Ortega sigue en el poder porque ha sabido golpear al movimiento social y triturar a personajes de la política nacional; lo cual le permite utilizar los resortes del Estado a su favor, no siempre con buenos resultados, muchos errores.
Estamos en un momento en el que sectores de la nomenclatura y del establishment orteguista ven amenazada su situación, caso más visible fueron las purgas y encarcelamiento de Humberto Ortega, Iván Acosta (Ministro de Hacienda), Steadman Fagot (Ministro Asesor del Presidente), Alba Luz Ramos (Presidenta de la Corte Suprema de Justicia), Carlos Fonseca Terán (cuadro político del partido de gobierno), y otros más como un general del Ejército, Comisionados de la Policía (Adolfo Marenco y Marcos Alberto Acuña), las ministras Johana Vanessa Flores (Ministra de la Familia, Adolescencia y Niñez) y Carolina Dávila (Ministro de Salud) y varias vice ministras.
También hay otras personas perjudicadas de menor rango del escalafón administrativo que han sufrido daños colaterales, cabezas políticas en diferentes alcaldías y empresarios que han comenzado a rodar. En equis plazo no sé quién va a sobrevivir de los diferentes anillos de poder, quién va a quedar herido grave, leve o con respiración asistida. El régimen quedará con suficientes heridas como para que no puedan cicatrizar de un día para otro.
Los poderes fácticos y la sociedad en general tienen que tener conciencia que el país no es igual, a pesar de la incertidumbre por los efectos de las crisis, sin embargo, hay una certeza: ha fracasado el modelo sociopolítico basado en el “consenso público-privado” encabezado por la dictadura. Para los poderes fácticos el panorama político luce complicado, pero cualquier escenario es mucho mejor con Ortega-Murillo fuera del poder.
Hay que tener claro que la implosión es un proceso en desarrollo. Lo que vengo sosteniendo es que el proceso de implosión es lo que puede posibilitar el final del régimen. Se presentará un proceso de ablandamiento y quiebre en su base social, sumado a que no puede continuar su política clientelar para asegurar su base social a través de prebendas lo cual facilita el proceso de implosión desde adentro.
En un ambiente caótico, de calamidad social sin solución a la vista, de desastre económico y un proceso de implosión en desarrollo; todo indica que es casi imposible que Ortega-Murillo logre sobrevivir, con su gobierno colapsando, por mucho tiempo; aunque el tiempo para su caída es indeterminado. Para desviar la atención y prolongar su permanencia en el poder Ortega ha pasado a la contraofensiva reprimiendo a moros y cristianos.
La implosión no es igual al tsunami social de 2018, ni los actores, ni los tiempos políticos, ni las circunstancias, ni la correlación de fuerzas serán los mismos. El colapso del régimen no tiene fecha predeterminada, sin embargo, el proceso de implosión sigue su marcha. Estamos en la fase del tic-tac de una bomba de tiempo con efectos internos.
La magnitud y la profundidad del proceso de implosión del régimen es imperceptible y silencioso; es similar a la corrosión que producen los coleópteros, gorgojos, comejenes o insectos domésticos, devoradores de madera y papel. La madera y lo sólido de una estructura se ahuecan por dentro por el accionar de las termitas o comejenes, como está sucediendo en la actual implosión silenciosa del régimen.
Las termitas o comejenes ejercen su acción sin signos visibles. Las termitas le dedican todo el tiempo del mundo al proceso de carcomerse la madera de las vigas. Las deserciones, los errores, la ineficiencia y las crisis actúan de manera similar a las termitas o polillas carcomiendo y destruyendo los pilares de la dictadura que terminarán produciendo su implosión.
Las termitas lo que hacen en el largo plazo es mantener las apariencias externas, mientras socavan las estructuras que sostienen el edificio. Igualmente hay un proceso de debilitamiento estratégico estructural interno de la base social de la dictadura. La represión, las sanciones internacionales, las muertes por las epidemias (dengue, neumonía, etcétera) y la fragilidad económica están mermando, debilitando, agotando al régimen. El proceso de desgaste o agotamiento terminará implosionando a la dictadura.
Precisamente por eso es necesario que la mayoría de las distintas corrientes de la oposición, en su conjunto, puedan adoptar la estrategia de fracturar los cuatro pilares de sostenimiento de la dictadura. Al mismo tiempo, se va modificando la correlación de fuerza y construyendo un contrapoder a todos los niveles (comarcal, municipal, departamental, nacional) y con la suma de todos estos factores se pueda acelerar el proceso de implosión de la dictadura. Sin embargo, sin unidad estratégica de la oposición la implosión puede facilitar una salida política no democrática. Es decir, la implosión no asegura una salida democrática a la crisis actual.
Los pilares de la dictadura
Nicaragua “se está cayendo a pedazos”, la dictadura está “entrando en la etapa final”. Obispo Silvio Báez
La implosión es un proceso que se va desarrollando poco a poco. Los factores que analizaremos a continuación nos muestran que desde el 2020 (año que se inició el reflujo social) hemos pasado de una fase de ascenso social (2018-2019) a una fase de estancamiento y reflujo de las movilizaciones sociales. Por lo tanto, la estrategia no puede ser la seguir estimulando las movilizaciones sociales abiertas por la represión indiscriminada que ha logrado desmovilizar al movimiento social por lo tanto debemos estimular los factores que permitan la fisura y/o fractura de los pilares de la dictadura para facilitar la implosión interna del régimen.
El otro elemento que hay que tomar en cuenta es que la estrategia de la implosión significa que tenemos que alimentar las termitas para socavar los pilares de sustentación de la dictadura. Las termitas se alimentan, también, por los errores políticos de la dictadura. Cuando hablamos de implosión estamos pensando en el proceso de descomposición interno que vive la dictadura.
Algunas personas piensan en la implosión como el acto final del régimen y no como un proceso que tenemos que alimentar día a día como parte de una estrategia política en contra de la dictadura. Dado el hecho que las posibilidades de estimular acciones movilizadoras abiertas son mínimas por la represión, la estrategia política tiene que ser alimentar las termitas para fracturar/socavar la mayor cantidad de pilares de la dictadura y facilitar/provocar su caída.
Desde abril del 2020 vengo sosteniendo que la estrategia para derrocar a la dictadura Ortega-Murillo debe de estar basada en el debilitamiento de los pilares que la sostienen a través de estimular las termitas que vayan carcomiendo gradualmente sus columnas para que el proceso de implosión se desarrolle. Nadie quiere guerra para derrocar al régimen, en esas condiciones la batalla política transita a través de una lucha pacífica clandestina implementando la estrategia de la implosión que alimenta las termitas.
Mi propuesta se basa en el hecho que las protestas y el movimiento social han entrado en una fase de reflujo, cerrándose el ciclo del ascenso/tsunami social de abril 2018 como producto de la combinación de la represión, la pandemia del coronavirus (2020) y la estrategia equivocada del liderazgo opositor de derrotar a Ortega a través de las elecciones como sucedió en noviembre del 2021.
La dictadura se sostiene por los siguientes pilares fundamentales y otros elementos sociopolíticos y económicos adyacentes:
• La alta burocracia estatal, militar y policial. Estos estamentos conforman uno de los principales anillos del poder y, por lo tanto, la estrategia de Ortega/Murillo es mantener la unidad de ellos. La verdad es que son tres grupos distintos controlados desde la cúpula del poder. Al mismo tiempo, estos tres sectores han sido empleados para demoler cualquiera protesta social utilizando el sistema judicial, la represión policial-paramilitar y los órganos del poder central y municipal.
• Una base social de alrededor de unas 800 mil personas. En los últimos años se ha ido achicando su base social, proceso que continuará por la caída del poder de compra de los salarios, el incremento del empleo precario, las pensiones reducidas, el aumento de las desigualdades, las condiciones de pobreza laboral que vive el trabajador formal y la migración.
• La nueva clase orteguista mafiosa, corrupta y latifundista. Este sector necesita seguir recibiendo subsidios y recursos provistos o facilitados por el Estado para ampliar su acumulación originaria de capital realizada a través de la corrupción, derroche de los recursos naturales, concesiones, dinero ilícito, robo, etcétera. Para la nueva clase el “capitalismo de amiguetes” implementado por la dictadura se ha convertido en el principal mecanismo, instrumento o fuente de acumulación.
• Gestores del gran capital nacional, centroamericano y transnacional. El capital financiero se ha transformado en el sector más influyente ya que acapara excedentes económicos de los otros sectores empresariales. Estos miembros de las distintas elites financieras y empresariales no quieren una implosión del sistema que amenace las posibles ganancias para los próximos años.
• La dictadura se puede sostener si la oposición se mantiene desunida y sin estrategia. Igualmente, piensa que a través de su discurso mediático puede lograr anclar la idea, en el imaginario popular, que la permanencia de Ortega-Murillo es inevitable y que la vida ha vuelto a la normalidad, gracias a la persuasión por la represión y el terror. Sin embargo, las expectativas pesimistas sobre el futuro del país pueden tener reacciones pasivas, o bien, por el contrario, rechazos y ansias por derrocar a la dictadura, lo que dependerá de la implementación o no de la estrategia de la implosión. El régimen piensa que el arroz ya se coció por la falta de una estrategia de la oposición desunida.
• El incremento de las remesas permite una mayor demanda interna pues eleva los niveles de consumo del millón hogares que reciben remesas. Las remesas son claves para la demanda interna, ya que constituyen gran parte del consumo privado, crea una mayor capacidad de compra de los sectores más vulnerables y permite un incremento de las actividades económicas. Las remesas actúan como un paliativo a la profundización de la pobreza y desaceleran un posible incremento del descontento social.
• La alianza entre la dictadura y el gran capital. Entre el 2018 y el 2024 no hay un empresario de los grandes que haya fracasado, al contrario, todos han tenido utilidades. Por ejemplo, en ese período ha sido cuando los bancos han obtenido más ganancias en la historia de Nicaragua.
Principales factores que impulsan la implosión
Los incrementos de los desajustes estructurales obedecen al despilfarro de la renta y la corrupción, y, al hecho, que los excedentes no han sido utilizados para mejorar una economía deficiente optimizando la productividad y la competitividad. La economía sufre un retroceso de largo plazo, que reduce la inversión productiva, deteriora la productividad y contrae la producción.
Por otro lado, el endeudamiento público en los últimos años asumió un ritmo alocado. El pago de los intereses de esa deuda impone una significativa hemorragia de recursos, que torna inviable el mejoramiento de la economía en el corto y mediano plazo.
Por la falta de perspectivas económicas favorables la fuga de capital continúa de manera más limitada en el 2018-2019; por lo tanto, se incrementa la descapitalización de un aparato productivo que se combina con la emigración acelerada del capital humano, limitando, de esa forma, cualquier posibilidad de recuperación importante en el corto plazo.
La recaudación basada principalmente en el consumo se recarga en la población de menores ingresos. Esta realidad parte de la misma desigualdad de ingresos y la regresividad del sistema fiscal, ya que predomina los impuestos indirectos en la estructura tributaria, en detrimento de la imposición directa progresiva.
La incidencia de la política fiscal sobre una mejor distribución del ingreso es limitada o nula debido a que el impuesto progresivo del impuesto sobre la renta es reducido, mientras que el impuesto al valor agregado (IVA) es regresivo el cual es asumido por la gran mayoría de las personas con ingresos menores. Por otro lado, los ingresos promedios de los más pobres han disminuido en relación a los hogares más ricos como lo que explica el incremento migratorio, el empleo informal y el acrecentamiento de los precios de la canasta básica.
Al cabo de tantos años (2007-2024) de corrosiva acción represiva, de desempleo, de ausencia de inversiones productivas importantes, de incremento de la deuda pública y de fuga de capital, todos estos elementos se han transformado en un instrumento auto propagador del estancamiento económico de largo plazo y de la permanencia de la crisis sociopolítica que alimentan el proceso de implosión. Los principales factores que facilitan el desarrollo del proceso de implosión son:
1) El seguimiento y acoso a los empleados públicos porque dudan de su fidelidad política al régimen. Ellos viven en una especie de esclavitud política ya que tienen que acudir a las concentraciones promovidas por el régimen para conservar su puesto de trabajo. Otro ejemplo, los altos funcionarios viven en el país por cárcel porque no pueden viajar al extranjero sin permiso expreso de la cúpula en el poder por el temor que deserten.
2) Pérdida de base social partidaria. Es decir, se va erosionando uno de los pilares de sustentación de la dictadura por el deterioro del nivel de vida de la gente. Entre el 2023, de los 799.057 trabajadores afiliados al INSS solamente el 19.33% (154,491) tienen un salario suficiente para comprar una canasta básica. Mientras que 644,566 trabajadores (80.67%) no ganan lo suficiente para comprar una canasta básica. Por eso la dictadura, cada día es apoyada por una minoría. La última encuesta de CID-Gallup de mayo de 2024 señala que solamente el 12% declaró apoyar al dictador. Hay que tener claro que el descontento social no se reduce ni se elimina con la represión ni con las remesas. Persiste la ausencia de una política social para reducir la pobreza.
3) La fractura social de la población más vulnerable es el drama más visible y cotidiano, producto de la expansión de la pobreza y la precarización laboral empalman con el deterioro de la educación, el creciente déficit habitacional, la demolición de los derechos humanos, laborales y políticos y la emigración del capital humano más calificado (profesionales, jóvenes, trabajadores, profesoras de educación, etcétera).
4) Este apabullante retroceso coincide con el fracaso de la dictadura de revertir ese declive y acallar el descontento larvado, silencioso y disfrazado, pero real. Esa realidad tiende a naturalizarse mientras la dictadura Ortega-Murillo permanezca en el poder. La incapacidad de la dictadura de revertir su decadencia se expresa en las actividades de las zonas francas. Por ejemplo, en diciembre de 2022 trabajaban 133 mil trabajadores en 192 empresas de las zonas francas; en mayo de 2024, eran 120 mil trabajadores y 175 empresas.
5) Se incrementa el nivel de aislamiento del régimen. Hay fuga de policías se dan de baja o salen de la institución. La mayoría de los policías son mal pagados y son obligados a reprimir a la población. Sus familiares influidos, por el entorno social, los presionan para que abandonen ese cuerpo castrense.
6) Por otro lado, también hay purgas o limpieza de personas dudosas de ser fieles a la dictadura en las diferentes instituciones (policía, sistema judicial, jefes paramilitares, alcaldías, gobierno central, etcétera). Desconfían de todos y actúan contra esa desconfianza. Las purgas recientes de funcionarios, alcaldes, militares, policías y miembros del partido de gobierno demuestran que dejaron de ser útiles a los intereses de Ortega-Murillo, ergo, eran carne desechable.
7) La represión a las iglesia católica y evangélica, la expulsión de monjas y religiosos, prohibiciones de procesiones y actos religiosos (desfile de la Biblia), el encarcelamiento a sacerdotes y el exilio forzoso de tres obispos (Silvio Báez, Rolando Álvarez y Isidoro Mora) han tenido un enorme costo político internacional y en su propia base social católica y creyente. Igualmente sucede con los pastores evangélicos que son reprimidos, encarcelados y exiliados.
8) La cúpula de la iglesia católica (Leopoldo Brenes y todos los Obispos de la Conferencia Episcopal) son personas que están informadas de lo que sucede en el país por la información que reciben de los sacerdotes y de los fieles católicos. La iglesia católica no tiene ejército ni policías, lo único que tienen es la palabra, la autoridad moral y religiosa constituyendo uno de los poderes fácticos más importante del país.
9) La Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) no se ha pronunciado sobre caso de los jesuitas, de la expropiación de la UCA (Universidad Centroamericana), ni sobre el encarcelamiento y expulsión de los obispos ni de la ola represiva en contra de los sacerdotes, pero eso no significa que los fieles no repudien las acciones abusivas/autoritarias del régimen, el silencio de la población no significa aprobación.
10) La gran mayoría de la población se siente agraviada por: la falta de libertades, las condiciones económicas, el desempleo, la corrupción y la persecución policial y política. No hay creación de empleos formales porque no hay inversión privada nacional e internacional. Se ha incrementado el empleo informal, la marginalidad social y la inseguridad alimentaria.
11) Debido a la carencia de empleos formales, a la persecución política y religiosa, al cierre de universidades privadas y organismos no gubernamentales han provocado que cerca de 800 mil nicaragüenses (alrededor del 12% de la población total) hayan salido del país. Desempleo o empleos precarios, con ingresos insuficientes ni seguro social y sin estabilidad, desconfianza y discriminación por su poca experiencia laboral son algunas de las condiciones que enfrentan los jóvenes en la actualidad. Centenares de miles de jóvenes migran por la falta de oportunidades y por la represión indiscriminada.
12) Los empresarios cierran sus pequeñas y medianas empresas por la desaceleración económica, los altos impuestos, la competencia desleal y la persecución de la Dirección General de Ingresos (DGI), de la Dirección General de Aduanas (DGA) y del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS). De acuerdo al Banco Central de Nicaragua (BCN) el 93% de las empresas en Nicaragua son pequeñas y medianas. De acuerdo a los datos del INSS entre el 2017 y el 2022 cerraron 2,818 pequeñas, 401 medianas y 50 grandes empresas. Lo que significa mayor debilitamiento económico.
13) El sector privado empresarial tiene un futuro incierto porque no pueden desarrollarse en una condición de inestabilidad política permanente y sin tener un sistema judicial creíble; mientras la DGI y la DGA operan con la lógica de sacar el mayor dinero posible para cubrir los gastos corrientes del aparato del Estado. Al mismo tiempo, los empresarios orteguistas, la Chayoburguesía, gozan de exoneraciones fiscales y otras prebendas.
14) La permanencia de Ortega-Murillo en el poder significa que el país no tiene posibilidad de revertir el actual retroceso económico-social en comparación a los otros países centroamericanos. Su aislamiento internacional ha reducido las posibilidades de obtener mayores empréstitos internacionales y la necesidad de mantener las inversiones en infraestructura lo han llevado a apostar por el apoyo económico de China, tratando de obtener inversiones chinas por medio de concesiones mineras, empréstitos para infraestructuras (aeropuerto, carretera costanera) y en sector comercial.
15) Aprovechando el Tratado de Libre Comercio (TLC) con China, inversionistas chinos han establecido supermercado, tiendas comerciales y otros negocios en diferentes ciudades del país (Managua, Matagalpa, Estelí, Rivas, Bilwi, Acoyapa, Juigalpa, etcétera) ofreciendo productos importados desde China sin impuestos (electrodomésticos, muebles, farmacia, espacio de comida, etcétera) contra los cuales no pueden competir los comerciantes nacionales y la pequeña industria.
16) El TLC con China ha generado descontento entre el empresariado comercial e industrial existente ya sean pequeño, mediano o grande. Habrá cambios, habrá ganadores y perdedores. Los perdedores serán los empresarios tradicionales con vínculos empresariales con Estados Unidos y los ganadores serán los miembros de la Chayoburguesía asociados a los inversionistas y los empresarios chinos.
17) En las principales ciudades del país ya se siente una fuerte presencia de ciudadanos chino. Por ejemplo, en los centros comerciales (Metrocentro, Galerías y otros) se observa a varias mamás con sus hijos paseando o haciendo compra en las tiendas de marca. Igualmente, se observa la presencia de muchos ciudadanos cubanos que han emigrado a nuestro país en los últimos cinco años.
18) Sin embargo, el TLC con China puede debilitar aún más a uno de los pilares de sustentación de la dictadura al agudizar las contradicciones entre los distintos miembros de los poderes fácticos económicos nicaragüenses en la lucha por obtener mayores ventajas, concesiones y ganancias.
Cómo se manifiesta el incremento de la implosión
1. Crisis interna del país: Los principales factores de la crisis son: desempleo, empleo informal, pobreza, incremento de las desigualdades, salarios bajos, imposibilidad de comprar la canasta básica, inseguridad alimentaria, etcétera. La encuesta de CID Gallup (mayo 2024) nos indica un incremento del descontento social. La capacidad de contrarrestar la crisis interna es limitada ya que no tiene capacidad para hacerlo. Sin embargo, hay dos elementos evitan que la crisis se profundice más rápidamente: la migración que quita presión social y el incremento de las remesas que reciben los hogares que evita que se incremente la pobreza extrema.
2. El régimen ha perdido la confianza de la mayoría. De acuerdo a la última encuesta de CID Gallup, mayo de 2024, el régimen ha perdido la confianza de la mayoría de la población, el 61% de personas cree que el país va por el rumbo equivocado. La capacidad del régimen de imponer sus propias matrices de interpretación de las cosas de que el país ha recuperado la “normalidad” no funciona, ya que se ha producido un crecimiento de la inseguridad de vida de la gente. Entre el 2014 al 2022 el régimen ha liberado de las cárceles a 38,540 reos comunes con sentencia firme involucrados en robos y hechos sangrientos. Los elementos que los ciudadanos asocian a la mala gestión del régimen son: desempleo, corrupción, alto costo de la vida e inseguridad ciudadana.
3. La represión y sus efectos boomerangs. La cancelación de más de tres mil quinientas ONGS ha tenido efectos negativos ya que afectan directamente a la eficiencia del aparato gubernamental. Por un lado, el Estado no tiene la capacidad de sustituir las acciones que ejecutaban las ONGS lo que ha afectado a la población beneficiaria. Por otro lado, ha creado más desempleo al despedir a los trabajadores de las ONGS afectadas. Ambos factores han perjudicado tanto a los sectores vulnerables que eran favorables al orteguismo como a los opositores, teniendo como consecuencia una disminución de su base social.
4. El malestar en contra del régimen se acumula de manera imparable. Poco a poco el régimen comienza a representar el “anti-pueblo”. La represión en contra de las iglesias (católicas y evangélicas), sindicatos independientes, periodistas, líderes afrodescendientes, mujeres, jóvenes muestra que su capacidad de dirigir ha menguado. En la encuesta de CID Gallup, la gran mayoría de la población afirma estar insatisfecha con el estado del país, afirma que la situación económica y social está rota. Es decir, se incrementa el rechazo de la gente hacia el régimen y lo que representa, se ha creado un vacío de alternativa política producto del proceso de implosión que no ha podido ser capitalizado por la falta de una oposición real organizada. En resumen, la gente quiere un cambio, pero no hay un liderazgo que capitalice el descontento creciente.
5. La capacidad hegemónica del régimen ha disminuido. La hegemonía de un gobierno se ejerce a través de la combinación de convencimiento y de coerción, lo que le permite articular una sociedad en torno a la orientación del principal anillo de poder. La hegemonía ejercida antes del 2018 ya no existe, solamente el 12% se identifica con el partido de gobierno. Por eso existen posturas de rechazo al “modus operandi” de la dictadura, detalle que se refleja en el 52% de rechazo que nos indica la encuesta de CID Gallup. Existe una reticencia del régimen de aceptar su responsabilidad por los efectos dañinos para clases populares de su propia política económica. Actualmente el régimen transita un proceso acelerado de encerramiento en sí mismo con el consiguiente desarrollo del proceso de implosión.
6. Crisis del orteguismo. Existencia de tendencias a lo interno del orteguismo, siendo las principales las que están de acuerdo con una negociación en la búsqueda de la cohabitación y la tendencia que propugna el “vamos con todo” en la lógica de: “el poder o la muerte”. Cada día se incrementa el número de personas que toman distancia de la tendencia del orteguismo favorable a la sucesión dinástica, están callados, pero expresan su desacuerdo en privado. Los sectores favorables a la negociación temen que suceda algo similar a lo sucedido en los países llamados del “socialismo real”.
7. Descomposición en las instituciones del Estado. Sistema judicial, policía, contraloría general de la república, ministerios del ejecutivo, poder electoral, etcétera han entrado en crisis de funcionamiento. Destituciones, remociones, traslados y encarcelamiento han sufrido miembros de esas instituciones. La migración también afecta a la eficiencia del aparato del Estado, ya que las personas que salen del país o son despedidos no pueden ser sustituidas con personas que tengan la misma capacidad o “expertise”. La pérdida del capital humano tiene un efecto negativo en la gestión del Estado y en la economía en general. Por ejemplo, la capacidad y talento para ejecutar los proyectos de los préstamos y de las donaciones demuestran el incremento de la ineficiencia del aparato gubernamental.
8. Incremento de la crisis de la Costa Caribe (CC). La Costa Caribe ha sido históricamente el eslabón débil del Estado nicaragüense. Esa debilidad se incrementa con: i) La ruptura del Pacto con Yatama al encarcelar a sus principales líderes como Brooklyn Rivera. ii) La colonización forzada de las tierras indígenas de la Costa Caribe al favorecer la política extractivista y la apropiación de sus propiedades por la mafias ganadera y maderera. iii) Al encarcelar y perseguir a los principales líderes de Yatama, la dictadura ha abierto un nuevo factor que estimula el proceso de implosión. iv) El encarcelamiento de Steadman Fagot indica una fractura con los dirigentes regionales y la clase media del Caribe Sur del Caribe. v) La persecución a los miembros de la Iglesia Morava y su cancelación de su personería jurídica. La Iglesia Morava congrega a más de 120 mil feligreses en la región del Caribe.
9. La crisis con la Iglesia Católica. La expulsión de más de 50 sacerdotes y alrededor de 200 religiosas demuestra una ruptura con uno de los poderes fácticos más importantes del país. Tanto los creyentes orteguistas como opositores han reaccionado muy negativamente a las acciones represivas en contra de la iglesia. La mayoría de los creyentes hacen expresiones de respaldo hacia la iglesia, a los sacerdotes, a los obispos encarcelados y desterrados, etcétera. Es un factor o bomba de tiempo que estimula el proceso de implosión.
10. La dependencia geopolítica, geoeconómica y geoestratégica de los Estados Unidos (EEUU). El comercio internacional (exportaciones e importaciones), los préstamos, las remesas y el parque industrial dependen de los EEUU. Esa realidad Ortega no la puede cambiar en el mediano plazo, por lo tanto, su fragilidad ante los EEUU es estratégica. En ese marco las sanciones en contra de funcionarios y algunas empresas golpean al círculo íntimo del poder y a los miembros de los anillos de poder. Estas sanciones han creado incertidumbre al interior del aparato de gobierno por el hecho que las familias directas de los funcionarios y familiares cercanos se sienten perjudicados.
11. Aislamiento internacional. Cada día el régimen se encuentra más aislado. Aislamiento que se ha incrementado por las roturas diplomáticas unilaterales con Ecuador, Brasil, Países Bajos, Taiwán e Israel. Su estrategia es apoyarse en su relación con Rusia, China e Irán. El régimen considera que la crisis interna de los Estados Unidos los favorece. Al mismo tiempo, piensa que el mundo se desarrolla hacia una multipolaridad estratégica (Estados Unidos, China y Rusia fundamentalmente), por eso sus acciones están encaminadas a favorecer que tanto China como Rusia a que pertenezcan en los organismos regionales centroamericanos (BCIE, SICA). En esa misma dirección está la firma del Tratado de Libre Comercio con China y el deseo de ser considerados como miembro secundario de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica); sin embargo, la información en las noticias internacionales es que Brasil se opone.
12. Disminución de las donaciones internacionales. La disminución de la cooperación ha tenido una consecuencia negativa en su política de clientelismo para mantener su base social. Los préstamos y donaciones se han reducido de manera importante. De acuerdo al Banco Central de Nicaragua, entre el 2018 y el 2023 el total de la cooperación internacional ha pasado desde US$1,041.5 millones de dólares en el 2018 a US$813.7 millones de dólares. Por otro lado, el dinero recibido del Convenio Petrolero con Venezuela se redujo a cero después de 2018, mientras que en el 2008 al 2017 se recibió la cantidad de US$4,846.3 millones de dólares que fueron usados, parcialmente, para mantener programas sociales que servían para favorecer su política clientelar y al enriquecimiento de la Chayoburguesía. La cancelación de la cooperación venezolana provocó una disminución de su base social basada en el clientelismo político.
13. Falta la organización del contrapoder. Es un factor que no ayuda al desarrollo del proceso de implosión. La fuerza de Ortega está sostenida en la debilidad y fragmentación de la oposición. Las diferentes tendencias de la oposición no tienen una estrategia para derrotar/derrocar a la dictadura. Tampoco han logrado construir un liderazgo ni ejecutar acciones de impacto al interior del país. A mi criterio, la formación coalición o unidad de la mayoría de las tendencias de la oposición sería un factor estratégico que alimentará de manera fundamental el proceso de implosión de la dictadura.
14. Los partidos políticos tradicionales no han desaparecido, han mutado a ser partidos comparsas del régimen a tal punto que han dejado de ser alternativas políticas a la dictadura para pasar a ser máquinas electorales de resonancia para legitimar al dictador, divorciándose de las demandas de los ciudadanos. Esos partidos no tienen la capacidad de presentar mínimamente una estrategia para crear un contrapoder por su vocación de acompañamiento a la dictadura. Los partidos políticos comparsas se han divorciado de la conciencia de los ciudadanos que expresan, desde el 2018, que se vayan. Por otro lado, los políticos tradicionales no han entendido que no pueden soplar y sorber a la vez, al intentarlo se han ahogado en el mar de la indiferencia la mayoría de la población como lo demuestran las encuestas.
15. Se ha incrementado su aislamiento social. La obsesión de reprimir toda expresión crítica ha hecho crecer su aislamiento social. Al convertir la cacería de opositores y la disidencia interna sumado a la incapacidad de gestión de gobierno que se expresa en el 71% de los encuestados que indican que Ortega-Murillo no tienen la capacidad de resolver los problemas de las familias de los ciudadanos. Es decir, el régimen no logra evitar el declive y las fisuras que se presentan al interior de sus pilares de sustentación. El régimen se encuentra como el que está en un pantano, en arenas movedizas y se sigue hundiendo. Por eso no es casual que la idea que se va diseminando en la gente es que para mejorar la situación hay que salir del régimen Ortega-Murillo. Nada dura para siempre.
16. Se incrementaron las fisuras al interior de los distintos pilares de sustentación del régimen. Se produce “purgas” al interior del aparato de gobierno (ministros, vice ministros magistrados, jueces); “renuncias” de alcaldes de distintas alcaldías; se achica la base social del orteguismo; se conoce la existencia de un “malestar” y ausencia de cohesión en el ejército y la policía; descontento en algunos sectores del capital comercial, cafetalero, productivo; y el encarcelamiento de cuadros miedos del partido de gobierno.
17. El fracaso del modelo del “capitalismo de amiguetes” para mejorar las condiciones socioeconómicas de “los de abajo”. La mayoría de las personas, incluyendo a los “indecisos”, están en busca de opciones diferentes, aunque no tengan una opción política definida, por el momento. Están a favor de una alternativa diferente al orteguismo y al modelo de enriquecimiento corrupto y mafioso. La corrupción se encuentra enquistada en los diferentes anillos de poder para privilegiar y proteger a los grandes sectores económicos, políticos corruptos y funcionarios viciados. La oligarquía y la burguesía tradicional en alianza con la “Chayoburguesía” no se cansa de ordeñar al país y convertirlo en uno de los países más desiguales de América Latina.
La dictadura y el síndrome de la rana
El “síndrome de la rana” indica que, si una rana se la pone repentinamente en agua hirviendo, saltará, pero si la rana se pone en agua tibia que luego se lleva a ebullición lentamente no percibirá el peligro del agua hervida y se cocerá hasta la muerte. El aumento de la temperatura es tan sutil que su cuerpo se irá adaptando al cambio, que finalmente muere hervida, sin darse cuenta.
El “síndrome de la rana” es una analogía que se usa para describir un fenómeno ocurrido cuando un problema social, político o climático es progresivo y sus daños no pueden percibirse inmediatamente o en el corto plazo. Esta historia se usa, como una metáfora, de la incapacidad o la ceguera política de una cúpula de poder a reaccionar o ser consciente de las amenazas que surgen gradualmente.
En Nicaragua, el aumento del descontento social ha generado el desarrollo de un proceso sociopolítico de implosión que es lento y que el régimen no puede percibirlo en su real dimensión al auto engañarse de pensar que tienen al país bajo control o “normalizado”. Su problema radica que cuando tomen consciencia de las dimensiones del peligro, no tendrá la capacidad ni la energía suficiente para contrarrestarlo y evitar su caída, ya que habrá gastado todo su empuje en producir miedo, generar mentiras y reprimir.
Esta fábula de la rana no refleja lo que en realidad pasa en el proceso de descomposición sociopolítica, pero funciona como una metáfora perfecta para describir lo que está ocurriendo en el desarrollo del proceso de la implosión. El error de la dictadura es que piensa que, a través de las tácticas represivas, el miedo y las mentiras son suficiente para lograr la “normalización” del país. No han tomado conciencia que con esas tácticas no resuelven los problemas de desempleo, pobreza, corrupción y desigualdad que son los verdaderos factores que permiten el proceso de la implosión del régimen.
Al igual que la rana, la cúpula y los principales anillos del poder creen haber normalizado a la población que le permita permanecer indefinidamente en el poder y desprecian los cambios, que en el subsuelo social y en el subconsciente colectivo de la mayoría de la población se producen que alimentan las termitas que carcomen los pilares de sustentación de la dictadura. A pesar de que nos encontramos en la fase de reflujo sociopolítico las personas siguen expresando, en silencio, malestar, rechazo, repudio o sentimientos negativos respecto a la dictadura, elementos que siguen alimentando, poco a poco, a las termitas.
Aunque la gente no hable, no exprese públicamente su resistencia, la dictadura les sigue haciendo, a través de la represión indiscriminada, la vida miserable a más del 80% de los ciudadanos. No importa que no hablen o que no se manifiesten o si no dicen lo que está sucediendo en el país, pero el desarrollo de la implosión continúa subterráneamente sin que nos demos cuenta, de igual manera como el agua de la olla que se calienta poco a poco sin que la rana tome conciencia de ello.
La falta de percepción realidad de parte de la dictadura y sus aliados produce que no exista ninguna reacción o cambio en su política cotidiana o que su reacción sea tan tardía que la situación ya no tenga remedio para ellos. El mal ya está hecho y es imposible revertir los efectos. La dictadura está reaccionando igual que la rana, salta si los cambios son repentinos, como sucedió en el 2018/2019, prometiendo elecciones para el 2021 para ganar tiempo y pervertir/estropear/desarticular las protestas. Sin embargo, las termitas continúan carcomiendo de manera silenciosa los pilares de la dictadura, el régimen no encuentra un antídoto para parar el proceso de descomposición lo que facilita el éxito de la implosión a la espera de un cisne negro.
Siete de cada 10 nicaragüenses no ven positivo la permanencia de Ortega-Murillo en el poder. La insatisfacción con la labor del régimen es muy alta, hasta el punto que Ortega ha alcanzado un mínimo histórico. Es reseñable que la insatisfacción sea también elevada entre sus propios simpatizantes. La raíz del problema es el malestar socioeconómico de una parte significativa de su propia base social producto de la alta desigualdad y el crecimiento sin freno corrupción a todos los niveles, siendo una de las razones del declive del régimen. El desequilibrio de la distribución de la renta y sus consecuencias ya no se pueden disimular y comienza a ser insostenible.
Y cuanto más insatisfecha está la gente, cuanto más se queja de manera silenciosa, cuanto más se tiene la impresión de que el régimen no resuelve los problemas cotidianos, más se desarrolla el proceso de implosión. Al mismo tiempo, las crisis internas de sus pilares de sustentación no amainan, se fisuran o se fracturan según el caso. Evidencias de fisuras se producen a cada rato. Cierto es que el régimen utiliza la represión y el miedo para tratar de contrarrestar el desarrollo de las fracturas de sus pilares de sustentación. Sin embargo, sigue dando palos de ciego provocando más descontento que suscita con cada manotazo, aunque parezca que no pasa nada. Es decir, la dictadura se ha transformado en la causa y el efecto de la implosión. La caída de la dictadura Ortega-Murillo tiene que ser con el rostro enmascarado.
“El arte de la política es la combinación de la razón, el conocimiento, el valor y la inteligencia. La dictadura cree que la razón está en la fuerza bruta, pero ignoran que la razón tiene su propia fuerza”. ORVE
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