“Las Troyanas”: Teatro de migrantes nicaragüenses en Costa Rica para la resistencia social

Desde la sensibilidad e impacto directo de la violencia política perpetuada por el régimen de Daniel Ortega, realizaron la adaptación de “La Razón Blindada” obra original del argentino Arístides Vargas, que narra la historia de un preso político de la dictadura en los años 70s
Matilde Larrosa
Febrero 26, 2024 08:20 AM
Grupo de Teatro “Las Troyanas”. • Foto: Cortesía

Dentro de la oleada de desplazamiento forzado de nicaragüenses a Costa Rica, se encuentran dos jóvenes artistas de la actuación, que se han unido en el exilio para llevar al país que los recibe una propuesta que fusiona la pedagogía y las artes escénicas, visibilizando la realidad de su país natal y facilitando un espacio de libre expresión a personas migrantes y de la comunidad LGBTIQ. 

Bismarck Martínez y Marlon Cruz integran el Grupo de Teatro “Las Troyanas”, nombre que surge para homenajear la historia de las Mujeres Troyanas víctimas de la guerra en la mitología griega, que criticaron la dinámica entre vencidos y vencedores y mencionaron que “en la guerra todos pierden”. 

Ambos nicaragüenses tienen formación en Teatro de Sala Profesional y se han dedicado a la elaboración, adaptación e interpretación de obras creativas desde dos respectivos colectivos de teatro en Nicaragua, en los que comenzaron su carrera: Grupo Drugos y Grupo La Chancleta. En sus caminos se han encontrado con la pedagogía como una herramienta para visibilizar realidades sociales y hacer accesible las técnicas y conocimientos actorales para que todo tipo de población pueda hacer teatro. 

Desde la sensibilidad e impacto directo de la violencia política perpetuada por el régimen de Daniel Ortega, realizaron la adaptación de “La Razón Blindada” obra original del argentino Aristides Vargas, que narra la historia de un preso político de la dictadura en los años 70s que crea un amigo imaginario para tolerar las torturas. 

Grupo de teatro "Las Troyanas".

“Estábamos viviendo los horrores del 2018 y desde nuestro colectivo nos preocupó mucho de qué forma aportar a lo que sucedía. Esta obra fue una catarsis, desde que iniciaron los ensayos. En cada encuentro llorábamos, teníamos reflexiones y hablábamos de nuestros sentimientos porque era un retrato exacto de la situación en Nicaragua.”

La primera presentación fue para estudiantes. Posteriormente se presentaron en un teatro local y a dicho evento llegaron personas del gremio artístico oficialista. Sin embargo, también llegó, por ejemplo, el ex-preso político Edwin Carcache y entre lágrimas les expresó que fue precioso, “me recordó a mí en la cárcel, a mi madre, más gente tiene que ver esta obra”, les dijo. 

El comentario de Edwin fue combustible para visualizar la obra como un proyecto a largo plazo. Inicialmente, la idea era llevarla a diferentes partes de Nicaragua, pero la represión y persecución a los artistas opositores se intensificó. Cuando lograron obtener un fondo para el desarrollo de la gira, apareció la Ley de regulación de agentes extranjero, que controla y vigila los fondos dirigidos a organizaciones no gubernamentales, de las cuales alrededor de 3,000 han sido cerradas en el país. 

Ante la negativa de poder desarrollar la gira en Nicaragua y el riesgo que implicaba su enfoque, se ven forzado a migrar y replantearse el proyecto. “Nos fuimos a Costa Rica e identificamos una gran necesidad de la comunidad exiliada de hablar sobre sus experiencias, es entonces que pensamos, además de presentar la obra, facilitar talleres para que ellos mismos pudieran contar su historia y hacer catarsis de todas sus emociones”, expresa Bismarck. 

Lograron presentar la obra y dar talleres en las provincias de San José, Heredia y Alajuela, con el apoyo de diferentes entidades y “trabajando con las uñas”, un aspecto que ambos artistas destacan y consideran un reto actual de los proyectos socioculturales. 

Actualmente han transformado aspectos de “La Razón Blindada” con el objetivo de comunicar que hasta la fecha, la dictadura en Nicaragua continúa incrementando la cantidad de personas presas políticas, que día tras día viven diferentes tipos de tortura, ellos y sus familiares. 

Entre los hallazgos y resultados de los talleres que han realizado, se han encontrado con historias desgarradoras de personas migrantes de la comunidad lgbtq+, que además de atravesar el duelo de irse de su casa, viven otros tipos de discriminación por sus preferencias e identidades sexuales. Por otro lado, con la presentación de la obra, han logrado informar incluso a la comunidad de nacionales costarricenses, que al otro lado del río suceden eventos atroces por pensar diferente y expresarlo. 

“Había ticos que después de ver la obra nos decían que no tenían ni idea de lo que estaba pasando en Nicaragua, su obra fue preciosa, pero dolorosa, y es que la pluma de Aristides Vargas es exquisita y de forma muy inteligente retrata una historia que podríamos considerar, lamentablemente, atemporal”, comentan con euforia los artistas. 

Las Troyanas apuntan a formalizarse como organización artística y continuar llevando su trabajo más allá de las fronteras centroamericanas, en sus palabras, “compartir con las diásporas de nicaragüenses en Estados Unidos o Europa nuestra puesta en escena que invita a cuestionarnos qué es la libertad”. Por su parte han buscando aliados estratégicos y hacen un llamado a ver el arte como una forma no violenta de resistencia, educación y esperanza.

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