ESTUDIO REVELA CUÁL ES LA MEGACIUDAD QUE CONSUME MÁS ENERGÍA
Una megaciudad es un área metropolitana que posee más de diez millones de habitantes. Semejante cantidad de personas en un mismo espacio definido se traduce en una exacerbada utilización de la energía eléctrica. Si el contexto actual denuncia una emergencia internacional en materia de energía, las grandes urbes y su consumo excesivo de electricidad deberían ser apuntadas como fuente principal del descalabro energético que pone en vilo a la población mundial. El estudio detallado del "metabolismo de las megaciudades" reprodujo cómo la población está ejerciendo presión sobre los recursos naturales.
Bajo esta reseña, un estudio realizado por ingenieros de la Universidad de Toronto, Canadá, reveló que Nueva York es la ciudad que más energía consume en el mundo. La metrópolis estadounidense agota más recursos que Tokio a pesar de tener 12 millones menos de habitantes. El informe, divulgado por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), expuso un panorama delator que desnudó cómo las ciudades más grandes del globo manipulan su vasto suministro energético y ecológico.
Realizó una investigación que comparó los niveles de quema de gas natural para calefacción, de eliminación de residuos sólidos y aguas residuales y del uso de la electricidad para el transporte público. Los resultados podrían servir como plataforma de estrategias para reconvertir a las megaciudades y concientizar a sus millones de habitantes en prácticas y conductas más limpias, más ecológicas, más sostenibles. O al menosadvertir sobre el irracional y desmedido empleo de las energías no renovables.
El estudio destaca a Nueva York por encima de todos, seguido por Tokio, y sin ordenarlas, incluye también a otras ciudades híper pobladas del globo como París, Londres, Río de Janeiro, Sao Paulo, Buenos Aires, Moscú, Seúl, Bombay, Barcelona, Chicago, Madrid, Los Ángeles, Pekín, Osaka, Teherán, El Cairo y Estambul.
La investigación explicó que algunos factores socioeconómicos y geográficos vulneran la razón del informe. Le conceden contemplaciones a las áreas más frías por la necesidad de administrar más cantidad combustible para calefacción, como Nueva York o Moscú, y a la vez comprende que la actividad económica puede manifestarse directamente en los registros estadísticos. El estudio tomó la ciudad neoyorquina como elemento de contraste. Interpretó que a mayor volumen monetario, se incrementa el consumo energético y por efecto sintomático se genera más basura. Un habitante promedio en Nueva York emplea 24 veces más energía y produce 15 veces más de residuos sólidos que un ciudadano de Calcuta.
En relación a Tokio, una ciudad tan rica y templada como la gran metrópolis del mundo, el estudio reveló que el componente económico y meteorológico pierde valor. El beneficio financiero también puede beneficiar con la reducción del impacto ambiental: el diseño eficiente de la capital japonesa y su extensa red de transporte público acompañado por políticas urbanas inteligentes, sostenibles y ecológicas son factores capaces de morigerar el uso de recursos, incluso aunque suba el producto bruto interno y haya un explosión demográfica.
Este estudio es el primero en recoger información pormenorizada de las 27 áreas metropolitanas más grandes del planeta. Estableció parámetros históricos del crecimiento exponencial de estas urbes: en 1970 sólo había ocho megaciudades y se presume que en 2020 se conviertan en 37 las ciudades que alberguen a más de 10 millones de personas. Estas áreas urbanas producen en la actualidad el 14,6 % del producto bruto interno total de todo el globo pero a la vez consumen los recursos de manera desproporcionada. Aunque hoy sólo hospedan al 6,7% de la población mundial, las megaciudades consumen cerca del 10% de la electricidad y desechan el 12,6% de la residuos que impactan de forma negativa en los ecosistemas repartidos por todo el globo.
El estudio expuso las políticas negligentes de algunas ciudades y condecoró algunas políticas exitosas en términos de eficiencia energética. Tokio reparó las tuberías con fugas para reducir la pérdida de agua en un 3%. Una estrategia que deberían imitar Río de Janeiro y San Pablo, que desperdician más de la mitad del suministro de agua en fugas. Moscú, por su parte, construyó el mayor sistema de calefacción urbana del mundo: logró proporcionar calor y energía combinando diferentes edificios que albergan a 12 millones de personas. De esta manera conjunta, el sistema gana en eficiencia en comparación a la carga individual de edificios. El estudio también destaca el proceso de recuperación de aguas residuales que empleó Seúl aumentando la productividad del uso del agua. Londres mereció su espacio al convertirse en la única megaciudad en la que el consumo de electricidad per cápita esté en declive aunque el PBI se encuentre en alza.
La conclusión que emprenden los investigadores canadienses comprometen a los políticos. Su manifiesto descubre un manto informativo sobre la proyección de las ciudades más habitadas del mundo. La publicación expuso un crecimiento del consumo energética superior a la extensión de la demanda demográfica. Crece más el uso de la energía que la ciudad en sí misma.
China y su Beijing son los referentes más tangibles de cómo la naturaleza evidencia su colapso. El convencimiento estatal tiene el poder para resolver o al menos articular soluciones ante tamaña emergencia energética.
Tomado de: Infobae
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