Las elecciones del Barcelona, una anomalía en el fútbol español
Los socios del Barcelona votarán este domingo para elegir al nuevo presidente del club en unas elecciones democráticas que, en el actual contexto futbolístico español, suponen una anomalía respecto al modelo de votación que tienen la mayoría de las entidades deportivas profesionales.
“Hoy en día, es un hecho tan poco común que se convierte en un privilegio”, asegura el historiador Ángel Iturriaga, en una entrevista concedida a EFE. Un “privilegio” que los seguidores del Barça comparten con los del Real Madrid, Athletic Club y Osasuna.
Son los únicos clubes que aún mantienen un formato de comicios con sufragio universal, abiertos para todos sus socios. Según Iturriaga, experto en historia del fútbol, el elemento electoral “define la identidad de estos clubes, porque entre sus aficiones se genera un mayor sentimiento de pertenencia hacia la entidad”.
Sin embargo, la mayoría de los clubes españoles –y europeos– son sociedades anónimas en las que el poder se mide en acciones. En la elección del presidente solo participan los accionistas y el peso de sus votos equivale al capital que tengan invertido. Es un terreno abonado para fondos de inversión y multimillonarios.
“En estos clubes, los socios se han convertido en clientes. Tienen voz, porque pueden ir al campo a protestar, pero no voto. Y sin voto, es complicado cambiar las cosas”, dice Iturriaga.
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En cambio, para el politólogo Toni Rodon, el modelo del Barça pone al socio en el centro de su organigrama: “Cuando vienen mal dadas pueden hacer ruido, porque existen mecanismos, como la moción de censura, que sirven para enderezar el rumbo del club”.
“Lo que mucha gente ve como un signo de inestabilidad, para mí es una riqueza democrática, aunque esto no significa que el modelo del Barça sea perfecto”, matiza Rodon, en declaraciones a EFE. “El problema es que los socios votan para elegir al presidente, pero este después tiene manga ancha para hacer y deshacer”, añade.
Según el politólogo, “la rendición de cuentas es pequeña”, porque “la Asamblea de socios compromisarios está concebida para ratificar las decisiones de la junta directiva, y no para controlar su actividad ni para proponer medidas alternativas”.
La mayoría de los integrantes de la Asamblea se eligen por sorteo entre todos los socios, pero casi una cuarta parte de los puestos están reservados para los socios más antiguos.
“Yo les daría todo el reconocimiento del mundo, pero en el Senado del Barça. No puede ser que siempre sean ellos los que decidan las cuestiones más importantes del club”, asevera Ángel Iturriaga.
“Son más conservadores, buscan una mayor estabilidad y, normalmente, suelen estar alineados con el presidente. Teniendo en cuenta que se necesitan dos tercios de la Asamblea para modificar los estatutos, aprobar un cambio en contra del criterio de la directiva es prácticamente imposible”, asegura.
Iturriaga apuesta por extender la elección mediante sorteo a todos los miembros del órgano. Este cambio se podría implementar con una reforma en los estatutos de la entidad, a diferencia de otros aspectos que sí que vienen marcados por la legislación.
La Ley española del Deporte, por ejemplo, obliga a cada junta directiva entrante a avalar el 15% del presupuesto del club hasta que no consigan ciertos beneficios. En caso de pérdidas, el dinero avalado serviría para garantizar la solvencia de la entidad.
Así pues, el candidato que gane las próximas elecciones deberá aportar, junto al resto de su directiva, un aval de 118 millones de euros. Una cantidad que equivale al 15% de los 828 millones presupuestados para la temporada 2020-21.
“Es una salvajada que no está al alcance de un asalariado normal, aunque también es una cosa extraña, porque tú puedes presentarte a las elecciones sin mostrar tus avales. Solo tienes que presentarlos una vez ganas, e incluso puede avalarte un tercero”, explica Iturriaga.
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En cambio, en el Real Madrid debe depositarse un preaval antes de las elecciones y, además, debe ser asumido con el patrimonio personal de los directivos. Para Iturriaga, estas condiciones son “aún más leoninas que las del Barça” y pronostica que “Florentino Pérez seguirá hasta cuando él quiera, porque no tiene oposición”.
En cambio, en el Barcelona se han postulado tres candidatos para estas elecciones. Serán las primeras con voto por correo y con múltiples sedes electorales, aparte de la habitual en el Camp Nou. Habrá cuatro más distribuidas por Cataluña y otra en Andorra.
Esto es algo que, según el politólogo Toni Rodon, “puede impactar en la participación”, porque “por primera vez, se facilitará a los socios el hecho de ir a votar”, teniendo en cuenta que, salvo en dos ocasiones, la abstención siempre ha superado el 50% en todas las elecciones convocadas desde 1978.
Según Rodon, otro factor que explica la baja participación es que, a menudo, las elecciones se han celebrado “en momentos en los que el club iba bien”, como pasó en 2015, después del triplete de Josep Maria Bartomeu. “Cuando se presentó, los incentivos para echarlo eran bajos y mucha gente decidió abstenerse”, afirma.
Pero, ahora, la cita electoral llega en medio de una crisis deportiva y económica. Ante este escenario, Rodon advierte que “el factor emocional pesará más que el racional” a la hora de votar y subraya la importancia del “personalismo del candidato”.
A las puertas de estos comicios tan decisivos, Rodon confía en que, gane quien gane, preserve el sistema democrático del club: “Siempre que hay elecciones al Barça me pregunto si serán las últimas. En un mundo donde hay tantos clubes dirigidos por jeques, uno siempre tiene la sensación de que este modelo se acabará”.
Por su parte, Ángel Iturriaga está convencido de que el modelo va a resistir y afirma que “debería salir incluso más fortalecido”. En este sentido, apunta hacia nuevos retos como, por ejemplo, la paridad de género en los órganos de gobierno de la entidad o la implementación del voto electrónico.
“Las crisis son una oportunidad para repensar el club. El Barça lleva una década perdida, en la que ha malgastado capital humano, económico y democrático. Ahora, toca regenerar la institución partiendo de sus valores históricos”, sentencia Iturriaga.
Bruno Fortea
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