Oscar René Vargas: Los partidos zancudos, el COSEP y el poder

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Julio 17, 2020 08:43 AM

Los dirigentes de los partidos “zancudos” con personería jurídica (PLC, CxL, PC, APRE, ALN) se ufanan en mostrarse como sostenes, postes y fichas viables que ayudan al dictador y a su mujer para superar la diferente crisis sociopolítica. Un ejemplo reciente, Carlos Canales del APRE atacando a la oposición a Ortega.  El dictador, desde “El Carmen” o en tribunas adornadas de ramos y flores, está listo para presenciar el holocausto al que nos conduce su represión indiscriminada y su política de “guerra biológica”. Su séquito sonríe y aplaude, mientras su base social, abajo en la calle o en la plaza del circo, proveen lo necesario para el espectáculo.

Ortega ha sido un presidente hábil ejerce un poder absoluto, sin paralelo en cualquier parte de Centroamérica. No tiene restricciones, como las tienen los monarcas absolutos de Europa, por tradiciones dinásticas o consideraciones religiosas; y tiene, además, poca necesidad de tomar en cuenta la opinión pública, mientras conserve la buena voluntad del ejército, la policía, los paramilitares y de los burócratas que le deben sus posiciones.

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Hasta la fecha, ha podido reelegirse período tras período y no es responsable ante nadie por el ejercicio de su autoridad ni por el manejo de los ingresos públicos. Como el país es pequeño, puede y hace extender su control hasta asuntos menores y de importancia puramente local, incluso entrometiéndose en los asuntos personales de sus seguidores y en sus relaciones familiares.

Tiene la capacidad para exiliar, encarcelar, o mandar a matar a sus enemigos/adversarios, y confiscar sus propiedades, y a la vez enriquecer y favorecer a sus amigos. La clave para entender el “orteguismo” es su capacidad para movilizar a las masas. El “orteguismo” se transformó en la punta de lanza de la contrarrevolución política antidemocrática. Sus principales cuadros se inclinan ante los imperativos del dinero y del poder dictatorial.

 En el actual litigio interno del PLC, en el corto plazo o inmediato, el PLC se encuentra en una disyuntiva, en cuanto a la política a seguir:

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(a) Seguir con la política de pacto implementada por Arnoldo Alemán iniciada en 1999. Política que le permite tener acceso a prebendas y alrededor de 250 puestos en el aparato gubernamental para satisfacer al personal del círculo íntimo de Alemán, con el riesgo de hundirse junto con la dictadura. Al seguir con el pacto Alemán-Ortega, el PLC está apostando a seguir jugando a ser el “caballo de Troya” dentro de la Coalición Nacional, es decir desempeñar el mismo papel en las elecciones de 2006, dividir el voto liberal, que le permitió llegar al poder a Ortega.

(b) Otra corriente trata de reciclarse, superar el pacto Alemán-Ortega y transformarse en verdadera oposición. Lo implicaría dejar de ser partido “zancudo” o utilitario para Ortega, posibilidad que veo muy difícil que el liderazgo nacional, controlado por Alemán, lo vaya implementar.

La opción (b) aparentemente representaría la tendencia de las bases liberales en los municipios que están a favor de la unidad para lograr el fin de la dictadura. Todo indica que el mantener el pacto Alemán-Ortega no es muy aceptable para importantes bases liberales de los territorios departamentales, municipales y comarcales. No adoptar la estrategia de una verdadera oposición abre la posibilidad que el PLC se fraccione desde abajo, desde sus bases, y se transforme en un mini partido como señalan las últimas encuestas.

Por su lado, Ortega no tiene prisa por resolver los recursos del diferendo entre las dos tendencias del PLC, es una espada que puede hacer uso de ella en cualquier momento que él decida. Por lo tanto, el recurso ha transformado a la tendencia de Alemán más dependiente o rehén de la voluntad de Ortega.

Al no resolver el recurso, la tendencia de Alemán se verá obligado a continuar jugando la carta de ser una de las fichas que Ortega tiene en la Coalición Nacional e informar toda táctica que se quiere impulsar contra el dictador. Por lo tanto, el CSE no va a resolver nada. Es la misma estrategia utilizada por Ortega en otros casos anteriores. Por ejemplo, Ortega no ha dado la orden de cerrar los casos judiciales abiertos y pendientes contra Alemán (PLC) ni contra Montealegre (CxL). Ortega va aplicar la misma táctica utilizada en otros casos conocidos (por ejemplo, el de Roberto Rivas en el caso COPROSA por el cual logró la neutralización del cardenal Obando).

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Ortega siguiendo su estrategia electoral, el Consejo Supremo Electoral (CSE), controlado por el régimen Ortega-Murillo decidió ampliar el plazo, para obtener personería jurídica, a los partidos políticos para que puedan participar en el proceso electoral del 2021; queriendo dar el mensaje que el régimen está dispuesto a facilitar la conformación de nuevos partidos políticos. El CSE no da personería por derecho propio, las da a quienes acepten jugar la estrategia de Ortega.

La reforma del CSE no cambió los requisitos para obtener la personería jurídica. Solo extiende el plazo, de cinco meses a un año, para tener más tiempo para negociar con los que se presten a dividir el voto y procurando mantener divida a la oposición hasta el último momento.

La reforma del CSE tiene todas las características de ser una trampa política con el objetivo de desviar la atención de sus adversarios a temas secundarios, mientras gana tiempo para evitar la discusión sobre los principales problemas del país: liberación de los presos políticos, regreso seguro de los exiliados y de la CIDH, democratización, elecciones transparentes, etcétera. Todo el mundo hablando de legalidades, cuando Ortega no le importa ni las leyes ni la Constitución. Nadie de la oposición le responde con esa malicia y a las zancadillas que pone.

El régimen pretende incluir en la farsa electoral en preparación a nuevos partidos “zancudos” para ampliar el número de partidos “zancudos” para continuar el mismo juego de copar los miembros en las Juntas Receptoras de Votos y facilitar el fraude electoral. Ortega no hará ninguna concesión que no sea obtenida mediante presiones tanto internas como externas.

La estrategia de Ortega es ganar tiempo y evitar más sanciones a nivel internacional y tratar de desarmar políticamente a la Coalición Nacional a través de “carnadas” o “caramelos” para neutralizarlos. En caso de que nuevas organizaciones decidan aceptar las “personerías”, legitimarían el proceso electoral que intenta fraguar la dictadura. Esos son objetivos del régimen: legitimarse internacionalmente y dividir internamente. En el análisis de costes-beneficios es evidente que la dictadura ha dejado ya de ser rentable para el sector financiero-empresarial. Por esa razón, los más poderosos empresarios han tomado cierta distancia del dictador, al que le ayudaron a llegar y permanecer en el poder y proponen, desde mayo 2018, la “salida al suave” o en frío sin presión de la calle de la dictadura.

Todo indica que algunos empresarios llegaron a un acuerdo para a Michael Healy en lugar de José Adán Aguerri asuma la presidencia del COSEP. La candidatura de Healy (miembro de UPANIC y actual vicepresidente del COSEP) demuestra que hay un acuerdo interno solamente están cambiando de cara. Es el “soft landing” (aterrizaje al suave) dentro del COSEP. El modelo Aguerri sin Aguerri.

El modelo Aguerri erosionó la institucionalidad del COSEP generando un rechazo en ciertos sectores del sector privado. El modelo Aguerri ha consistido en un liderazgo personalista, tomando las principales decisiones básicamente con los representantes del gran capital, restando importancia al papel de las diferentes cámaras empresariales.

Healy es miembro activo o simpatizante de CxL, socio de un ingenio y tiene negocios en plantaciones de caña y plátano. Hanon es conocido por ser simpatizante del PLC, dueño de una distribuidora de agroquímicos y productor de arroz. Ambos provienen de familias vinculadas al agro y a la burguesía de los departamentos de Rivas y Granada.

En los próximos días Aguerri anunciará su decisión de no postularse nuevamente al cargo de presidente del COSEP. Todo parece indicar que Healy es el favorito del gran capital. Hanon es un outsider en la política nacional razón por la cual no goza de la confianza y del beneplácito del gran capital.

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No hay que olvidar que el centro de gravedad del poder en el COSEP sigue en manos del poder fáctico del gran capital financiero-empresarial. Por lo tanto, es el gran capital el principal elector dentro del COSEP.

No hay que perder de vista que el objetivo estratégico del gran capital es conservar el sistema en todos los campos (económico, político, social, ambiental, etcétera). Su objetivo táctico es forjar un frente anti Ortega-Murillo para conservar su hegemonía dentro de la Coalición Nacional, para lo cual han creado un estilo de una lucha híbrida centrada en una radicalidad verbal contra la dictadura y una propuesta de salida al suave sin participación de la calle.

Existe una ofensiva concertada de parte los poderes fácticos y de los partidos “zancudos” para tratar de bloquear y ningunear a los sectores que están en contra de unas elecciones sin reformas sustanciales, incluyendo los ataques personales.

Los poderes fácticos están dispuestos a atacar sistemáticamente cada posibilidad de lucha no controlada por ellos. Por tanto, aquellos que soñaban que la Coalición Nacional podría ser el instrumento de lucha ideal para una nueva ola de protestas pueden hacer descansar en paz sus ilusiones.

El movimiento popular tiene que aprender a bailar con lobos, no debe bailar al ritmo de los poderes fácticos. Debe tener su propio ritmo, e intentar romper el ritmo de los otros, minimizar su influencia. El poder de la dictadura sigue blandiendo el garrote de la represión, ha caído en su propia trampa de deslegitimación sociopolítica a nivel nacional e internacional.

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En los próximos meses, el espectro de una depresión económica se cierne sobre la sociedad nicaragüense y las perspectivas de la “realpolitik” impulsada por la clase son alentadoras para un modelo político “orteguista sin Ortega”. Las elites dominantes emplearán un sinnúmero de tácticas destinadas a perpetuar la pasividad de la población que empezaron a salir a partir de abril 2018 y, que ahora luchan por derrocar a la dictadura Ortega-Murillo, lo cual produce temores en los círculos financieros-empresariales que se produzca una salida impulsada desde la calle.

La “realpolitik” de los sectores dominantes a través de sus representantes políticos quieren escamotear la rebelión de abril impulsando una salida en frío y al suave de la dictadura sin la participación activa de los autoconvocados. Si no hay una nueva rebelión de masas, el capital en contubernio con la nueva clase puede viabilizar, como una salida política, un “orteguismo sin Ortega” para seguir en el poder sometiendo a una población exhausta, empobrecida y en gran parte desempleada.

La clase dominante, bajo la dirección del círculo financiero-empresarial, seguirá oponiéndose, por cualquier medio, a cualquier cambio real. Las declaraciones que apoyan una supuesta “transición democrática” buscan como engañar a los jóvenes políticos imberbes con la complicidad de los políticos tradicionales. El gran capital financiero-empresarial se especializa en adaptarse a las crisis desencadenadas desde abajo, e incluso buscan como beneficiarse de ellas.

Las fuerzas políticas progresistas surgidas en abril 2018 no han tenido la capacidad de alterar la lógica de la política tradicional. Hasta la fecha, los beneficios políticos de la rebelión de abril se han canalizado hacia las clases dominantes, los partidos políticos “zancudos”, incluida la tendencia del “orteguismo sin Ortega” existente en el gobierno y en la nueva clase.

No hay que olvidar que los representantes políticos de los negocios financieros y empresarios son favorables a una solución “gatopardiana” de la crisis sociopolítica. Para implementar una solución progresista se necesita un programa que recoja las principales reivindicaciones de la población y una organización que tenga l

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