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La tortura continúa: El destierro de los 135 presos políticos de Nicaragua. ¿Qué pasó con ellos?

Después de pasar meses en las mazmorras del orteguismo, sufriendo torturas y en las peores condiciones, los 135 desterrados por la dictadura en septiembre pasado continúan el calvario. Algunos ya están en Estados Unidos adaptándose y buscando trabajo. Otros aún esperan salir de Guatemala. Hay unos cuantos a los que se les negó la entrada al país norteamericano

Diciembre 24, 2024 10:12 AM
destierro nicaraguenses hacia guatemala

 El periodista Víctor Ticay tenía todo listo para salir de Nicaragua e irse a Estados Unidos después de la Semana Santa de 2023, a través del parole humanitario. Pero no fue hasta este 19 de diciembre de 2024, con casi 20 meses de retraso, que llegó al país norteamericano.

La demora se debe a que dos semanas antes de la fecha en la que debía viajar, y mientras le daba cobertura a una actividad religiosa durante la Semana Mayor, lo secuestró la policía de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo y fue acusado de ciberdelito y menoscabo a la integridad nacional.

Ticay pasó en las mazmorras del régimen lo que él llama “un infierno” durante 17 meses, hasta que, en la madrugada del pasado 5 de septiembre, a él y a otros 134 prisioneros políticos, el régimen Ortega Murillo les arrebató la nacionalidad y también los desterró hacia Guatemala, donde la mayoría de ellos iniciaron casi de inmediato un proceso para llegar de forma legal a Estados Unidos.

No pudieron pasar filtro de EEUU

Hubo algunos que no porque desde el principio supieron que no iban a cumplir con los filtros que las autoridades estadounidenses impusieron a los 135, como el hecho de no poseer antecedentes penales en ninguna parte del mundo (exceptuando la causa política en Nicaragua), nunca haber infringido las leyes migratorias de Estados Unidos o no haber participado en el partido rojinegro de la dictadura Ortega Murillo o en sus actividades represivas, o estar con orden de pensión de alimentos, entre otras razones no reveladas por el gobierno norteamericano. Otros excarcelados, por la avanzada edad o porque tenían familiares viviendo en Costa Rica, tampoco se apuntaron para ir a Estados Unidos.

Se trató del segundo destierro masivo de presos políticos realizado por el régimen Ortega Murillo, después de que desterró a los primeros 222 el 9 de febrero de 2023. Aunque no se debe olvidar que, en enero de este año 2024, también desterró a Roma a 19 religiosos católicos, entre ellos al obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez.

En el caso de Ticay, ya está en el país norteamericano, junto a su esposa, a quien logró sacar de Nicaragua 10 días después de su destierro. La pareja aún no tiene hijos. El cambio está siendo brusco y difícil, explicó el periodista a 100% Noticias.

“Estabas en Nicaragua con tu vida normal, trabajando. Y de repente te encarcelan por tanto tiempo, te sacan de tu país, llegas a Guatemala, pasas un proceso de adaptación, pero te sentís en el limbo, sin nacionalidad, sin nada, sin trabajo, sobreviviendo de la ayuda económica de las organizaciones de migración. Y ahora viajar a Estados Unidos, vas a un país de oportunidades, a trabajar, a un país libre, pero sí lejos de tu país a tratar de reinventarse, a iniciar de nuevo”, lamentó Ticay este 17 de diciembre, dos días antes de subirse al avión con destino a una ciudad estadounidense.

El periodista salió de Guatemala este 19 de diciembre, en la madrugada, junto a otros 11 desterrados nicaragüenses. Del grupo de los 135, casi la mitad estarán fuera de Guatemala al finalizar este año 2024.

Siete de los 135 desterrados salieron de Guatemala en los primeros días de octubre rumbo a Costa Rica. Son los casos de, por ejemplo, personas como Cándido Sánchez López, mayor de edad, agricultor originario de San Carlos, Río San Juan, quien explicó a 100% Noticias que no iba a poder superar en Estados Unidos “barreras difíciles”, como el idioma, el clima o la búsqueda de empleo.

Algunos excarcelados políticos, del grupo de los 135, lograron reencontrarse con su familia que llegó meses después a Guatemala.

Sánchez López estuvo 18 meses preso en las cárceles orteguistas y lo acusaron de tráfico de drogas porque no lo pudieron señalar de atentar contra el Estado y sus instituciones.

“Me torturaron psicológicamente. Me decían que por mi edad iba a salir muerto. También con la paquetería, me requisaban y me botaban la comida. Era una manera de afectarnos, porque después no podíamos recoger la comida del piso”, relata.

Otro excarcelado que llegó a Costa Rica en esos primeros días de octubre pasado se declaró “analfabeto” y tampoco sintió que podría sobrevivir en el país norteamericano. Al igual que Sánchez López, es de San Carlos, Río San Juan y pertenece al Movimiento Campesino.

“Yo soy campesino. Tenía una finca de 50 manzanas de tierra, pero me las quitaron. Recibí tortura, me golpearon con la mira del fusil en la cabeza y encadenado y con candado me llevaron al Distrito Tres (en Managua). Me encerraron en lugar oscuro, donde ya no respiraba. Así estuve mes y medio hasta que me trasladaron a la Modelo”, cuenta el desterrado.

En Costa Rica todavía no tiene trabajo. “Aquí estoy alegre, sobreviviendo. Lo importante es la libertad y regresar al país”, dice.

Luego, comenzaron a salir los primeros hacia Estados Unidos. Los del primer viaje, el pasado 7 de noviembre, fueron Mario Alberto Iglesias Pereira, Anner Herrera y Obed Bejarano.

Herrera cuenta a 100% Noticias que en Estados Unidos está siendo apoyado con hospedaje y alimentación todavía por la OIM debido a que aún no tiene trabajo, pero cuenta con un asesor y un manager que le están ayudando a conseguir empleo.

“En las tardes salgo a caminar y también voy a buscar trabajo, pero me dicen que acá solo en enero contratan. Mi asesor y mi manager están buscando trabajo por mí, están haciendo una lista de empleos”, cuenta Herrera, quien tiene la esperanza de volver a Nicaragua para terminar con sus estudios, porque la dictadura Ortega Murillo no lo dejó terminar el bachillerato, pues cuando tenía 16 años de edad, en 2023, fue secuestrado por la Policía mientras cursaba el quinto año de secundaria.

Encontrar empleo es uno de los pasos más importante ya estando en Estados Unidos y el periodista Víctor Ticay, consciente de ello, explica que, aunque ama el periodismo, necesita producir ingresos. “Voy a lo que me salga”, dice.

40 miembros del grupo de los 135 presos políticos nicaragüenses desterrados a Guatemala, fueron rechazados por Estados Unidos.

Entre la aceptación y el rechazo

La nota más triste de la situación actual la ponen unos 40 miembros del grupo de los 135 a quienes Estados Unidos ya les informó que les niega la entrada. Uno de ellos es el profesor Francisco Arteaga, quien este 19 de diciembre fue notificado de la negativa, a pesar de que su esposa y su hija sí fueron admitidas y, pocos momentos después, lo llamaron de Nicaragua para informarle que había fallecido su mamá.

“Me sentaron y me dijeron que no existía posibilidad de que mi caso fuera revocado. Solo hoy (19 de diciembre), conmigo fueron cinco a los que no nos negaron. Y hay otros citados para mañana. Luego, llegando al hotel, mi hermano me llamó para decirme que mi mamá ha muerto. Siento la impotencia de no estar con ella, por culpa de este maldito régimen”, expresó Arteaga con una rabia aún efervescente.

Ahora, tanto su esposa como su hija piensan en no irse a Estados Unidos sin él, pues, ya la dictadura los separó una vez y no volverán a estar distantes, aseguran.

La mayoría de los que han sido rechazados para viajar a Estados Unidos no quieren hablar de sus casos.

Olesia Muñoz, una cantante de música sacra, originaria de Niquinohomo y que fue dos veces prisionera política del régimen Ortega Murillo, dice que vio llorar a muchos de los 135 en la noche del 4 de septiembre pasado, cuando los funcionarios penitenciarios de la dictadura les informaron que iban desterrados hacia Guatemala.

“Yo solo le pedí a Dios larga vida para regresar a Nicaragua”, comenta Muñoz, quien desde el pasado 5 de diciembre ya se encuentra en Estados Unidos y aún está en el proceso de adaptación en ese país.

Otro de los 135 que ya está en el país norteamericano es Jason Salazar, quien pasó en las mazmorras del régimen un total de 18 meses, la mayoría de las veces aislado, en soledad, únicamente acompañado del saber que estaba “del lado correcto” en la historia de Nicaragua y con la esperanza de que “en cualquier momento iba a salir”.

El destierro, explica Salazar, debe considerarse como “la continuidad de la tortura” porque, a pesar de que es una medida que facilita la libertad, el cómo se obtiene y el resultado siguen “produciendo agonía”, indica.

“En América Latina, la única dictadura que en la actualidad está desterrando a los presos políticos es la de Nicaragua. O sea, después de que te meten preso, te torturan, te fabrican un proceso falso y absurdo, después de meses en pésimas condiciones, no podes ir ni siquiera a lo que vos conocés (Nicaragua), sino que tenés que ir a lo desconocido (el destierro). Es un proceso muy duro de afrontar”, comenta Salazar, quien agrega que aún está bajo tratamiento psicológico para superar las secuelas de la prisión y el destierro.

Los problemas que enfrentan los desterrados nicaragüenses en Guatemala

Septiembre no fue el mejor mes para que llegaran los 135 desterrados nicaragüenses a Guatemala, pues es casi al final del año, cuando las organizaciones que brindan ayuda humanitaria están “al cierre” del año fiscal y es un momento en el que disponen de pocos fondos, explica Marlon Caldera, un periodista nicaragüense que se exilió en Guatemala desde 2018 y ahora apoya a uno de estos organismos que atiende a migrantes, conocido como Conigua.

A ello se le sumó que las necesidades eran muchas, pues la cantidad de desterrados era grande y la mayoría de ellos salieron de la cárcel con graves problemas de salud.

Caldera indica que, con pocos fondos, se atendieron problemas de salud dental y oftalmológicos, porque algunos excarcelados estuvieron recluidos en celdas oscuras y luego los sacaban repentinamente al sol, o con un reflector las 24 horas, por lo que salieron con muchos problemas visuales.

Otros excarcelados tienen padecimientos crónicos como diabetes e hipertensión, además de que salieron con problemas en la piel por las condiciones que había dentro de la cárcel. Se le suma también que presentaban afectaciones psicológicas, atención que fue asumida por otra organización internacional.

La agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) asumieron alojamiento en grandes hoteles y alimentación en los primeros días y, luego, alojamiento en hoteles más pequeños y una ayuda económica que variaba, pues parte de los 135 comenzaron a sacar de Nicaragua a algunos de sus familiares, hijos y cónyuges especialmente y se les ha asignado el apoyo en dependencia del número de integrantes de la familia.

Por persona, la ayuda ronda quincenalmente los 1,500 quetzales, equivalentes a unos 200 dólares. Sin embargo, ese apoyo empezaba a ser insuficiente cuando aparecían problemas de salud imprevistos, indica Caldera, quien aclara que un organismo se encarga de brindar asistencia médica programada, es decir, consultas con citas, pero no asume las emergencias médicas.

“Aquí la medicina y el acceso a los servicios médicos es bastante caro, súper caro, o sea, una consulta médica en un lugar promedio te puede costar hasta 50 dólares, quitando la medicina, entonces a la gente se le hace difícil porque entonces en eso se gasta el dinero (la ayuda quincenal)”, expone Caldera.

Como al final de este 2024 todavía quedarán al menos la mitad de los 135 desterrados en Guatemala, Caldera considera que se hace necesario que exista agilidad en la aprobación de proyectos para poder ayudar a quienes queden, además de que a varios se les está negando la entrada a Estados Unidos y estarán más tiempo en Guatemala, en busca de otro país que les acoja, presumiblemente España.

Caldera cita el caso, por ejemplo, de tres personas mayores de edad que decidieron que no irán a Estados Unidos porque no se sienten que puedan sobrevivir en ese país y ya fueron sacados del programa de reasentamiento, por lo que también fueron desalojados de los hoteles.

Mencionando al mayor de ellos, y el hecho de que no es fácil conseguir empleo en Guatemala, Caldera dijo: “No me quiero imaginar cuán difícil va a ser para este pobre señor, porque casi tiene 80 años (de edad) y tiene serios problemas de salud también”.

“Estamos haciendo un llamado a organizaciones internacionales que tengan fondo, para que hagan lo posible por incluir dentro de su presupuesto a esta gente”, insistió Caldera.

Pareja de jóvenes gay aceptados en EEUU

“Mientras estemos juntos, todo va a estar bien”, dice Elvis Siles Chavarría, quien forma parte de los 135 junto a su pareja, Rubén Ismael Ney Téllez. Aunque aún están en Guatemala, ambos ya fueron aprobados para entrar a Estados Unidos.

“La vida nos ha cambiado demasiado. Teníamos nuestros estudios, familias, nuestras madres que ya están ancianas. Ahora, estamos libres, pero no felices completamente, porque salimos forzosamente del país. O firmábamos un papel que decía que salíamos del país por voluntad propia o regresábamos a la celda. Firmamos por nuestras madres, porque las mirábamos llorar cada vez que llegaban a vernos. Nos abrazaban y nosotros les decíamos que todo bien, aunque no todo estaba bien. Les decíamos eso para que se fueran tranquilas. Por eso dijimos que sí cuando la agente de Estados Unidos nos dijo que si estábamos dispuestos a nuestro destierro forzado por nuestra libertad”, explica Siles Chavarría.

Además de ver la aflicción de sus madres, los dos jóvenes sufrieron discriminación en las cárceles del régimen Ortega Murillo, debido a las preferencias sexuales. “Nosotros tenemos tres años de relación, aunque nos separaron seis meses en la Modelo y sufrimos discriminación, homofobia por parte de los guardias. Nos decían buitres o vamos a darle de comer a los cochones”, denuncia el joven.

Ambos fueron secuestrados en Managua por la dictadura por haber pegado papeletas cerca de un Súper Express en diciembre de 2023, en las que decían “Una navidad con presos políticos no es navidad”. “El Súper Express dio los videos (a la policía del régimen)”, indicó Siles Chavarría.

Lo bueno, agrega, es que se reencontraron y van para Estados Unidos todavía inmersos en una terapia psicológica debido al encierro, pero pensando en lo que van a hacer de ahora en adelante y sin perder la esperanza de van a regresar a “la tierra que nos vio nacer”.

Misionero de Puerta de La Montaña en espera

Para enero de 2025, todavía habrá una buena parte de los 135 desterrados en Guatemala, al menos la mitad.

Uno de ellos será Warner Blandón, el pastor evangélico de 42 años de edad que fue secuestrado junto a otros 12 miembros del ministerio Puerta de la Montaña. De los 13 religiosos de esa denominación, 11 ya están en Estados Unidos, solo faltan Blandón y otro pastor.

“Estamos esperando la respuesta de Estados Unidos, pero creo que sí nos van a dar (la entrada)”, confía.

Blandón y el otro pastor están siendo apoyados por el ministerio y no pasan las vicisitudes económicas de otros desterrados que aún están en Guatemala. “Económicamente no es que estemos bien, pero estamos en un lugar digno, un poco ajustado con el presupuesto, porque nos mandan solo para la comida”, aclara Blandón.

De todo el horror que le ha tocado vivir desde el secuestro, ocurrido en diciembre de 2023, lo que más lamenta Blandón es que muchas personas en Nicaragua se hayan creído “el cuento” de la dictadura, de que él y sus compañeros eran lavadores de dinero.

“Esto nos ha cambiado mucho la vida. El destierro, el perder la nacionalidad, el derecho a ser ciudadano, de hacer una transferencia (bancaria). Ahora todo el mundo lo mira a uno como una mosca azul, lo mira como una cosa rara, uno ya no es lo mismo ya. La gente le habla a uno, pero con un recelo, hay un señalamiento moral, que aunque las cosas no fueron así el invento que hizo la dictadura, pues lamentablemente quedó un remanente de desconfianza”, comenta Blandón, quien ya está con su esposa y sus hijos en Guatemala y espera estar en Estados Unidos a más tardar en enero próximo.

Excarcelado y desterrado político, Jimmy Bonilla, se siente orgulloso que su hijo Jeiby Bonilla González fue el mejor alumno de la promoción de bachillerato del año 2023.

En Guatemala todavía está también el profesor Jimmy Bonilla, con su esposa y sus hijos, entre ellos Jeiby Antonio Bonilla González, quien en noviembre de 2023, cuando tenía 16 años de edad y fue galardonado como el mejor estudiante de Nicaragua, dijo que era hijo de un preso político en un homenaje que le realizaron en Nandaime, Granada, y en el que estaban el alcalde Róger Acevedo, la delegada municipal departamental del Ministerio de Educación (Mined), los secretarios políticos de la dictadura, representantes de la Juventud Sandinista (JS), las autoridades del Instituto Nacional José Dolores Estrada de Nandaime, así como medios afines al régimen.

Por el momento, indicó Jimmy Bonilla, mientras espera ser llevado a Estados Unidos, se siente tranquilo porque está junto a su familia.

Por su parte, otro desterrado, Pedro Gutiérrez, tiene junto a él a su único hijo, de 20 años de edad, y se mantiene haciendo activismo en las calles guatemaltecas a favor de quienes todavía se encuentran como prisioneros políticos en Nicaragua, porque es algo que sus excompañeros de celda le pidieron, que no los olvidara.

Gutiérrez se mantiene activo a pesar de que usa prótesis en una de las piernas, producto de que sufrió un accidente mediante una descarga eléctrica de 13 mil voltios.

“No he visto que eso (uso de prótesis) sea un motivo para que yo no ande luchando. Eso para mí no ha sido un obstáculo porque lo he hecho en silla de ruedas, lo he hecho con la muleta. Lo he hecho ahora con la prótesis y mi objetivo es ver nuestra Nicaragua libre”, dice Gutiérrez, mientras espera su traslado junto a su hijo y los demás desterrados que todavía no han sido descartados para irse a los Estados Unidos.

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