Netanyahu, el "líder fuerte" que renació en 2024 a hombros de una guerra interminable

Las victorias militares de los últimos meses en el Líbano, la Franja de Gaza y la caída del régimen en Siria han permitido al mandatario recuperar el mensaje de que solo él conseguirá "traer la paz a través de la fuerza"
Equipo de Periodistas
Diciembre 22, 2024 10:05 AM
Netanyahu, el "líder fuerte". • Foto: EFE

Con un Oriente Medio irreconocible y un acuerdo para Gaza al alcance de la mano, Benjamín Netanyahu, el primer ministro que más tiempo ha ocupado el cargo en la historia de Israel, tiene muchos motivos para pensar que su trabajo no ha hecho más que empezar.

"Netanyahu siempre se ha visto a sí mismo como una especie de general civil, un líder fuerte" capaz de traer la paz a la región sin hacer concesiones, explica a EFE Tal Elovits, consultor político israelí radicado en Tel Aviv.

Las victorias militares de los últimos meses en el Líbano, la Franja de Gaza y la caída del régimen en Siria han permitido al mandatario recuperar el mensaje de que solo él conseguirá "traer la paz a través de la fuerza", revirtiendo un arco político que, a principios de año, tenía tintes de ocaso.

Y lo ha hecho sin poner fin a la guerra más larga desde la fundación del Estado de Israel, la de Gaza, que lleva más de 14 meses en activo y que ya se ha cobrado la vida de casi 400 soldados israelíes, junto a más de 45.000 palestinos, la mayoría civiles.

Su renacimiento político

A principios de 2024, todas las encuestas parecían sugerir que Netanyahu tenía los días contados.

El mandatario comenzó el año al frente de una coalición inestable, lastrado por la baja popularidad de su reforma judicial y por el fracaso militar que permitió a los milicianos palestinos llevar a cabo los ataques del 7 de octubre.

Entonces, las encuestas daban como favorito a Benny Gantz, líder de Unidad Nacional, y cada vez más manifestantes salían a las calles para exigir su dimisión por negarse a firmar un acuerdo de alto el fuego y liberación de rehenes con Hamás.

Todo cambió con la escalada del conflicto con Hizbulá en el Líbano y la muerte del líder del grupo chií, Hasán Nasrala, en un bombardeo israelí contra Beirut en septiembre. Los asesinatos de los líderes de Hamás, Ismail Haniyeh, en julio en Teherán; y Yahya Sinwar, en octubre en Gaza, también han contribuido a esa imagen de triunfo bélico cuando parecía derrotado.

Hizbulá, el aliado proiraní, totalmente descabezado por los ataques israelíes contra el Líbano, es una sombra de lo que era al inicio de la guerra.

La caída del régimen de Bachar al Asad en Siria, otro de los principales socios de Teherán, a manos de una coalición de rebeldes islamistas a principios de mes (y la destrucción inmediata de gran parte de su armamento en una serie de ataques israelíes) parecen darle la razón al mandatario cuando aseguró que Israel va a "cambiar la faz de Oriente Medio".

"Después de un golpe devastador el 7 de octubre, Netanyahu ha sido capaz de recomponerse. Ha conseguido enfrentarse a la Administración de Joe Biden (...) y cuando Irán intentó desafiarlo, les calló la boca, ¿no?", dice Elovits.

Para hacer todo esto, no ha dudado en arrasar sin contemplaciones la Franja de Gaza o atacar edificios civiles en Beirut en zonas densamente pobladas, lo que le ha valido la denuncia de crímenes de guerra por parte de la Corte Penal Internacional y las condenas de las principales organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos, que califican de genocidio, la ofensiva israelí en Gaza.

Una oposición sin alternativas

A Netanyahu le ha ayudado el hecho de que la oposición no ha conseguido presentar una alternativa política real a las iniciativas del Gobierno. El principal líder opositor, Yair Lapid, no dudó en tender la mano al mandatario tras el 7 de octubre y, aunque desde entonces ha criticado al primer ministro por sus formas y sus corruptelas, su partido ha votado junto a la coalición en asuntos de Estado, como el veto a la UNRWA, y nunca se ha desviado de su apoyo a las iniciativas militares de Israel.

Benny Gantz, que sí acabó sumándose al Gobierno e incluso participó activamente en la gestión de la guerra (hasta que sus desavenencias con Netanyahu le hicieron abandonar la coalición), ha pasado de superarlo en las encuestas a estar diez puntos por detrás según el último sondeo de intención de voto del canal 12 israelí, el más visto de la televisión.

Aun así, Elovits no descarta que la popularidad recobrada de Netanyahu sea un fenómeno pasajero, y apunta que más allá de su imagen como "líder fuerte", existe una oposición generalizada a muchas de sus políticas, como la exención del servicio militar para los judíos ultraortodoxos o su rechazo a establecer una comisión de investigación sobre el 7 de octubre.

Y lo que es más importante: sus constantes maniobras para retrasar el acuerdo con Hamás han dejado en Gaza a casi un centenar de rehenes israelíes durante más de un año, algo que, según el analista, marcará su legado de forma mucho más profunda que cualquier victoria militar de los últimos 12 meses.

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