Nicaragüense y sus hijas alimentan gratis a personas necesitadas en Costa Rica
Cuando Carolina Martínez cumplió quince años su madre falleció y su padre la abandonó junto a su hermano de ocho años. Estando huérfana y desamparada por sus familiares no tuvo más elección que casarse siendo una adolescente y así empezaría su vida de martirio.
“Mi vida fue muy triste. Familiares se robaron la casa que dejó mi madre en Managua con documentación falsa y nos rechazaron por ser huérfanos. Todos nos dieron la espalda”, cuenta Martínez en entrevista con 100%Noticias.
Los siguientes cinco años relata sufrió agresiones psicológicas, golpes físicos y violaciones sexuales de parte de su esposo, hasta que decidió ponerle fin a la vida de violencia porque sufrió un aborto a los tres meses de embarazo y huyó a Costa Rica en busca de protección y se divorció.
“Al inicio Costa Rica me cerró las puertas completamente, buscaba trabajo y me lo negaban por ser nicaragüense y empecé a vender ambulante productos de temporada por varios años”, relata.
Carolina Martínez recuerda que su punto de venta era la Caja del Seguro la Plaza de la Cultura, Ojo de Agua, Puntarenas y su mercadería muchas veces le fue decomisada, sin embargo, ella no perdía la fe de salir adelante un día.
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Hasta que un día de tantos conoció a un buen joven nacido en Nicaragua, pero de orígenes salvadoreños que sin saberlo más tarde se convertiría en su esposo y padre de sus dos hijas.
Con el nacimiento de su hija mayor obtuvo la residencia todavía no se ha naturalizado porque dice las autoridades ticas les ha puesto muchos pretextos, pero en el fondo tampoco quiere hacerlo porque siente orgullo de ser tan nicaragüense como el pinol.
Por años Carolina saltó de un negocio a otro y confiesa que todos fracasaron, luego enfermó de trombosis y sintió morir al punto que dio la custodia de sus dos hijas a su hermano quien para entonces se encontraba en mejor condición económica tras emigrar a Costa Rica.
Después de un año, dice que recuperó a sus hijas y cuando pensó tocar fondo al punto de no tener para el sustento de las pequeñas, el abuelo paterno les dejó una herencia que les permitió emprender un negocio de alimentos en Tibás Centro que ha sido todo un éxito.
Se convenció de que una necesidad puede ser el origen de una oportunidad y así lo confirmó con las tortillas nicaragüenses que le han dado popularidad al restaurante “Dos Hermanas” que dirige junto a sus hijas costarricenses Julia y Milena Velázquez, de 23 y 19 años.
Carolina Martínez cuenta que solo trabaja con personal nicaragüense en su local porque recuerda las numerosas veces que le repitieron “aquí no contratamos nicas, váyase” y tampoco olvida que por años fue una vendedora ambulante por eso desea retribuir a las personas necesitadas.
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Cada mes entre familia eligen un grupo vulnerable de su localidad para llevarles alimentos los fines de semana de forma gratuita ya sea en semáforos o calles marginales.
“A veces elegimos personas drogadictas, inmigrantes o vendedores ambulantes, nosotros nos enfocamos en ese tipo de gente necesitada. La mayoría son nicaragüenses que no tienen ni que comer y ellos saben que Dos Hermanas nunca les niega un plato de comida”, comparte Carolina Martínez.
“Yo sé que es aguantar hambre, fui vendedora ambulante y sé lo que es eso, o sea, si usted vende 5,000 colones que son $10 usted no tiene derecho a comer porque un plato de comida aquí te puede costar cinco dólares. Sí, entonces cada mes hacemos esa promesa”, añade.
Carolina Martínez ahora de 43 años, al igual que sus hijas desea convertirse en profesional y está estudiando Derecho Penal, se siente contenta porque “ahorita conozco mis derechos” y quiere ayudar a otras personas a defenderse para que no repitan su amarga historia “a mí me robaron lo que era mío porque era una niña, no sabía de la vida”, concluye.