Katerine Espinal, la nicaragüense que ha conquistado Noruega con su talento en el piano
El deslizamiento preciso, armonioso y melódico que sus dedos realizan por las blanquinegras teclas del piano es producto de la desmedida pasión por la música de Katerine Espinal, una joven nicaragüense oriunda de Managua que no solo deleita a un público con su arte, sino que consuela a personas con capacidades diferentes a través de la musicoterapia, pero, además, también es embajadora de la música nicaragüense con su álbum “A Nicaragua con Amor”.
Esta joven, quien desde niña se enamoró de la música, asegura que esta no es todo para ella, pues tiene muchas otras prioridades, sin embargo, dice que la música es parte de su ser, como lo es dormir, beber agua, comer.
“Yo crecí con este contacto directo con la música y ahora, hoy por hoy, no la veo ni siquiera como un pasatiempo ni como una profesión, sino como un regalo concedido, prestado al servicio y personal de los demás”, comparte.
El 1 de agosto se hizo el lanzamiento de la primera parte del disco de música folclórica y popular nicaragüense grabado en un piano de cola y dice que le ha sorprendido que el recibimiento de las canciones ha sido muy bueno, muy queridas y muy bien juzgadas. Señaló que, esta producción se hizo gracias al patrocinio del nicaragüense Jaime Lacayo Salazar, un amante de la cultura nicaragüense que vio un video informal de ella y hablaron para hacer esta obra.
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La grabación fue en Madrid, con un productor musical panameño y dos españoles, se grabó en vivo con ellos dos. Esto era un mundo desconocido para ella, pero asegura que en el proceso ha aprendido lo básico.
En primicia, reveló a 100% Noticias que gracias a la buena aceptación del disco, el productor ejecutivo está feliz y se ha aprobado el segundo volumen con 10 canciones, trabajo en el que van a involucrar a más compositores nicaragüenses.
“Una de las canciones favoritas ha sido Managua, linda Managua, con el mix de don Camilo Zapata y de la misa campesina, pero la que más ha gustado son estas dos canciones que unimos de la Danza Negra con la Mora Limpia, es un arreglo o desarreglo que le hice y entre las colaboraciones de artistas están Eduardo Araica, un intérprete y compositor representativo de la guitarra nicaragüense, Carlos Luis Mejía tocando partes en marimba y una colaboración especial con don Carlos Mejía Godoy donde interpreta con el acordeón”, compartió.
Su romance con el piano
Ella confiesa que nunca se visualizó como pianista de profesión, pero recuerda que cuando vio por primera vez a una profesora norteamericana tocar, en ese momento supo que iba a ser pianista.
“No me visualicé en un escenario porque desconocía por completo ese mundo, pero a medida que avanzó el tiempo nunca tuve la ambición de tener el piano como profesión, porque yo sentía que el piano era parte de mí, y simplemente tocaba y tampoco percibía que lo que yo hacía gustaba a la gente”, reseña.
Espinal asegura que el apoyo de sus padres, en especial el de su papá es uno de los pilares que la mantuvo perseverante en esta carrera y confiesa que el piano fue “el único instrumento con el que tuve acercamiento, aunque en la prueba de actitud que tuve durante una semana había otros instrumentos como el violín, el chelo, pero el piano fue una cuestión que entendí su lenguaje desde el día uno, y ahí me quedé”.
Musicoterapia
Katerine Espinal dice que la música no solo tiene poder sanador, sino también poder consolador. Ella trabaja personas con capacidades diferentes y “estoy a cargo como repertorista de 6 grupos, entre los cuales hay personas con Síndrome de Down, autismo, demencia, con depresiones profundas” y algo interesante que ha visto es que cuando toca algunas piezas que no conocen se le acercan sin ser agresivos y siente que “reaccionan de una manera diferente, la música es una terapia para el espíritu, una terapia mental y ellos reaccionan amables, se vuelven más enternecedores e inocentes”.
También asegura que al salir de su país, uno pierde muchas cosas y extraña muchas tantas más, entre ellas la comida.
“Además de mi familia y amigos cercanos y los lugares favoritos, extraño la comida, una de las grandes pérdidas si uno vive en países alejados, en Oslo he encontrado yuca, plátano, un queso danés que es el más parecido al queso seco nicaragüense, compro tamalitos colombianos y pienso que es un nacatamal”, confiesa.
De sus comidas favoritas están la fritanga, la sopa de res y el vaho. Sin embargo, pese a extrañar tantas cosas, asegura que es una persona que se adapta a los cambios y de esa forma ha podido adaptarse no solo a los meses fríos y oscuros de Noruega, sino también a su gente, que ha apreciado su trabajo.
Ella está llevando la música nicaragüense a ese país que la ha acogido con sus propios arreglos y de esta forma es una embajadora de la música popular y folclórica del país.