Hermanos invidentes de Jinotega sorprenden en Guatemala cantando música nicaragüense
Nacer con discapacidad no fue limitación para los hermanos Victorino y Ángel Gabriel Landero Blandón que recorrieron más de 900 kilómetros desde su natal Wiwilí, municipio de Jinotega para demostrar su talento artístico en una productora de Guatemala.
“Venimos en busca de una oportunidad para salir adelante en la música” expresó el hermano mayor, Victorino, al presentarse en Coban, sede de la productora musical que abre las puertas a jóvenes talentos de Guatemala, pero gracias a la demanda de los músicos se ha expandido hasta las fronteras de Honduras y ahora Nicaragua.
Ambos son ciegos de nacimiento al nacer con problemas en su retina y utilizan la música para “ver con los ojos del alma y el corazón” y expresarse con el mundo a través del arte. Tocan guitarra, escriben canciones y cantan.
Victorino dice sentirse orgulloso de sus raíces y se declara admirador del padre del Son Nica, Camilo Zapato, que también ha inspirado sus canciones.
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Con la pieza “Bella Nicaragua” ambos hermanos que se hacen llamar Los Clarineros demostraron su talento musical cantando y tocando la guitarra.
Su interpretación dejó impactado al propietario de la página de Facebook Qana Gladys que dejan en la audiencia el reconocimiento de los músicos y son grabados si obtienen uno superior a las 12,000 reacciones en su presentación.
El esfuerzo de estos jóvenes es mayor al de las personas sin discapacidad, admitió el promotor. “Ellos son muchachos no videntes que vinieron de lejos”, dijo.
Ervin Antonio González es el guía que llevó a los hermanos hasta Coban para que cumplieran su sueño dice que el esfuerzo se logró gracias a un amigo que vive en Estados Unidos y proveyó los medios para que Los Clarineros se presentaran en Guatemala.
Es la primera vez que estos hermanos dejan su municipio y salen de Jinotega para cruzar las fronteras en busca de un sueño que desde niño tuvieron a pesar de sus dificultades físicas.
Ellos viven en una comunidad rural llamada Agua Roja de Kilambé a unos 30 kilómetros de Wiwilí. “Nosotros tuvimos que caminar dos horas para salir al pavimento donde pasan los buses”, dicen.