Monseñor Báez: "El veneno de la ambición arrebata la dignidad y libertad a los demás"
En su homilía de este domingo 14 de marzo, el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, se refirió al pasaje donde Jesús dialoga con Nicodemo, sobre “nacer de nuevo”, en la que destacó que “los seres humanos somos continuamente mordidos por serpientes que nos inoculan venenos mortales que oscurecen la mente, secan el corazón y arrebatan la felicidad y la vida. Hace mucho daño el veneno del egoísmo, pues nos deja a merced de nuestros instintos y nos lleva a considerar a los demás como cosas para manipular o rivales a quienes vencer”.
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De igual manera el religioso señala que el veneno de la indiferencia, es terrible pues seca el corazón, hace acostumbrarnos al mal y a la injusticia y nos vuelve fríos espectadores del sufrimiento de los hermanos, asimismo, dijo que es mortal el veneno de la ambición, porque impulsa a acumular riquezas y tener poder a toda costa, incluso al precio de arrebatarles la dignidad y la libertad a los demás. Todos estos son venenos terribles frente a los cuales no hay antídoto humano que pueda sanar.
Así como se curaban los mordidos por serpientes venenosas mirando la serpiente de bronce que Moisés levantó en el desierto, también nosotros, contaminados por tantos venenos mortales, podemos vivir volviendo nuestra mirada al Crucificado elevado sobre la tierra” mencionó Monseñor.
Báez destaca que “la tragedia del mundo y de nuestra propia vida es llegarnos a sentir cómodos en la oscuridad y acostumbrarnos a los calambres dolorosos que nos produce el veneno del pecado. Lo peor que nos puede ocurrir es ver como normal la mentira, la injusticia y la violencia. El mayor drama de nuestra vida es que habiendo venido la luz en el mundo sigamos prefiriendo las tinieblas a la luz (cf. Jn 3,19). Quien elige el mal y se ampara en la mentira, elige las tinieblas y llega a perderse irremediablemente. Quien elige la verdad y el bien, se abre a la luz y vive iluminado por la luz. Jesús puede poner luz en la vida más oscurecida y llenar de amor el corazón más árido. No temamos a la luz, no perdamos la esperanza ni tengamos miedo al amor. Volvamos la mirada con fe a Jesús, quien elevado en la cruz nos mira con misericordia, nos arranca de las tinieblas y nos ilumina con el infinito amor de Dios” expresa el religioso en la homilía de este domingo.
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