Monseñor Báez: en un mundo de mentiras, quien dice la verdad es perseguido y silenciado
El obispo auxiliar de Managua, Monseñor Silvio Báez destacó en su homilía de domingo de ramos, el significado de Jesús crucificado, la pasión y muerte del hijo de Dios. "Es la historia de Dios entrando en el dolor del mundo, despojado de todo poder y de toda gloria mundana. Es la historia de Jesús que bajó hasta la cruz, al lugar en donde eran condenados a muerte los blasfemos y los delincuentes más peligrosos" manifestó Báez.
Ese dolor de Jesús en el contexto actual del mundo y en Nicaragua, se sigue manifestando. Báez quien está exiliado en Miami por persecución del régimen de Daniel Ortega, aseguró que "El Señor Crucificado sigue sufriendo en los calvarios del mundo: allí donde se irrespeta la libertad y la vida de las personas, en los pueblos oprimidos por poderosos desquiciados y en las sociedades empobrecidas a causa de la injusticia y la corrupción".
"En un mundo de mentiras, quien dice la verdad es perseguido y silenciado. En un mundo de injusticias, el justo es repudiado y hasta condenado a muerte. Sin embargo, a pesar de los riesgos que corría, Jesús no se echó atrás y se mantuvo fiel a Dios y a su voluntad. Su muerte entró a formar parte del designio divino, no como algo impuesto y decidido de antemano, sino como consecuencia de su obediencia al Padre y de su amor apasionado por la humanidad" reflexionó Monseñor Báez.
Agregó que "Jesús sigue clamando y sufriendo en las personas y los pueblos crucificados. Por eso, acogemos a Jesús acercándonos a los últimos del mundo, escuchando el grito de las víctimas y siendo solidarios con sus exigencias de justicia. Llorando con quien llora y siendo compasivos con quienes sufren, entramos ¬¬–como decía Santa Teresa de Jesús– a formar parte del “bando del Crucificado” (Carta 9.5.1577)".
Recordó que Jesús fue "continuamente asediado, perseguido y amenazado por los poderosos de su tiempo. Había resultado incómodo para quienes habían hecho de la religión un negocio, convirtiéndola en un modo fácil de ganar dinero, dominar a la gente y gozar de prestigio. Había resultado insoportable para quienes tenían el poder político y explotaban y sometían al pueblo. Al final, traicionado y abandonado por sus discípulos, fue capturado, acusado por testigos falsos en un juicio lleno de irregularidades, torturado en modo inhumano y condenado a la muerte más horrenda clavado en una cruz" reflexionó el obispo.
Báez invitó a que en estos días santos se vuelva la mirada al Señor Crucificado a como lo hizo el centurión al pie de la cruz.
"Nos sentiremos amados y acogidos por un Dios que está presente en nuestras soledades y miedos, deseoso siempre de colmarnos de su ternura y su perdón. Mirando a Jesús Crucificado aprenderemos el lenguaje del amor humilde de Dios, que perdona, que salva y que da vida" expresó Monseñor.
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