Ramírez: Ortega busca controlar la universidad por ser semilla de la rebelión

Agencia EFE
Marzo 10, 2022 10:54 AM

Las Palmas de Gran Canaria (España), 10 mar (EFE).- El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, busca controlar y despojar de presupuestos a las universidades independientes, jesuitas o evangélicas, pues la ambición del régimen es "controlar al mundo universitario porque sabe que la semilla de la rebelión está allí", dice a Efe el escritor Sergio Ramírez, de nuevo exiliado.

Con la esperanza y cierta nostalgia de quien vive un segundo exilio, el Premio Cervantes espera poder regresar algún día a Nicaragua, donde tras la publicación en 2021 de su libro "Tongolele no sabía bailar", confiscado a la editorial en la aduana por su contenido político contrario al régimen, le acusaron de varios delitos y emitieron una orden de detención contra él, una situación que le ha forzado a no poder volver a su país.

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"El exilio nunca se puede dejar de ver como una desgracia personal. Que le arranquen a uno del lugar en el que vive, de mi casa, mis libros, mi familia, es una desgracia, pero hay que adaptarse. La ventaja es que tengo la escritura. Me sentiría muy desgraciado si no fuera escritor", asegura este autor, de 79 años.
                                                          
"Por lo menos, la nostalgia por el país perdido es un elemento de escritura y la imposibilidad de regresar también", señala el autor, a quien el Gobierno de España otorgó la nacionalidad española en 2018 por la situación de "inestabilidad política" en Nicaragua.

Sobre la juventud nicaragüense y el ámbito universitario, Ramírez insiste en que no es posible controlarla, si bien lamenta que la cantidad de exiliados haya crecido "muchísimo" y muchos jóvenes se vean abocados a atravesar Centroamérica para llegar a la frontera con Estados Unidos, donde el número de refugiados de su país se ha multiplicado por seis en los últimos años.

"Mi país merece otra suerte de la que está teniendo. Soy optimista. Creo que, cuando el poder pretende ser absoluto y comienza a querer controlarlo todo, se acaba por pensar que el control no es suficiente y se quiere más. Y eso es lo que lo debilita", reflexiona.

Respecto a su libro, que transcurre durante las protestas contra Ortega y su mujer y ahora vicepresidenta, Rosario Murillo, acontecidas en primavera de 2018 y que se saldaron con alrededor de 400 muertos, señala que lo que marca el ritmo de la novela es una serie de episodios que durante las manifestaciones le "impresionaron", como la quema por parte de los paramilitares de la casa de una familia por negarse a que en su azotea hubiese francotiradores.

"Tongelele no sabía bailar" forma parte de la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, representado como un antiguo guerrillero que en la lucha contra Somoza pierde una pierna y que, tras la Revolución Sandinista, se especializa en narcotráfico y avanza hasta la actualidad para llegar a los acontecimientos de 2018, unos hechos tras los cuales, en opinión de Ramírez, el régimen entró en un "proceso de deterioro".

Preguntado si encuentra alguna similitud entre el actual presidente nicaragüense y Somoza, al que Ramírez y Ortega derrotaron juntos, explica que ambos destruyeron las instituciones y pretendieron gobernar para siempre, falsificar elecciones, apoderarse de la riqueza de su país o poner a su familia en puestos clave.

"Ortega ya superó en tiempo al último de los Somoza e, incluso, al fundador de la dinastía", recuerda Ramírez, quien recalca que la represión en Nicaragua tiende a silenciar a la gente, a atemorizarla para que no se exprese y sobre todo a que no se organice. "En este momento estamos en un impasse muy difícil de resolver", añade.

Defiende que el gran intento de 2018 fue cambiar el régimen de forma pacífica, "lo que no quiere decir que haya que pasar a la violencia" porque ese camino, con miles de muertos durante la revolución, condujo "a otra dictadura quizás peor que la de Somoza".

La dictadura de Ortega y su mujer, agrega Ramírez, "se basa en la represión, el temor, y no en ningún tipo de consenso social" y así, vaticina, "no se puede gobernar siempre" porque están "encerrados en donde viven", sin contacto con la gente y "ausentes" de la vida del país.

"No creo que Ortega vaya a caer por las sanciones. Habrá un cambio de régimen cuando desde dentro exista la fortaleza suficiente para imponer un cambio y crear una alternativa de poder democrático, que por el momento veo débil", opina.

A su juicio, Daniel Ortega "es un pequeño Putin" porque ambos tienen un concepto del poder absoluto, sin respeto a la voluntad de los demás.

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"Hay una tendencia en el mundo contra las formas de vida democrática desde los extremos. Desde la extrema izquierda populista que representan Ortega y Maduro a Trump y Bolsonaro en la derecha, todos apuntan contra la democracia", señala el que fuera vicepresidente de Nicaragua, para quien en el mundo se está produciendo una lucha entre democracia y autoritarismo a la que hay que enfrentarse "con ideas y razón".

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