Caribe de Nicaragua no supera Eta e Iota, según líder e investigadora local
Dos años después de que los huracanes Eta e Iota impactaron la Costa Caribe de Nicaragua, en noviembre de 2020, la zona todavía no supera los efectos, afirmó este lunes la líder local e investigadora Daisy George.
Eta e Iota impactaron Nicaragua en categoría 4 en la escala Saffir-Simpson, de un máximo de 5, con una diferencia de 13 días entre uno y otro, lo que dejó una devastación que el Gobierno calculó en 990 millones de dólares.
A pesar de que el país centroamericano recibió cientos de millones de dólares en préstamos y donaciones, la costa Caribe tiene las mismas dificultades que antes del desastre, según George.
“El tema de la reconstrucción no ha existido como tal. Lo que el Gobierno ha hecho es lo que anunciaron desde que volvieron al poder en 2007, nunca lo ejecutaron, hasta ahora”, dijo a Efe la socióloga y antropóloga, vía telefónica.
Entre los proyectos ejecutados después de los huracanes y luego de años de ser anunciados, está la conexión terrestre entre el Pacífico y Caribe, un hospital regional, y otras obras de infraestructura.
George señaló la corrupción como uno de las razones que impiden la reconstrucción, debido a “vicios ocultos” relacionados con la calidad de las obras y las contrataciones, pero también señaló el tema de las prioridades.
“Les dieron 15 láminas (de zinc para techo) a los que ellos consideraron que debían dárselas, pero con 15 láminas no haces nada, de ahí paró la ayuda, la reconstrucción nunca llegó, todavía hay edificios destruidos”, sostuvo George, quien representó a la costa Caribe de Nicaragua por la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia en las negociaciones con el Gobierno durante la crisis de 2018.
El Gobierno informó sobre la construcción de decenas de aulas de clases tras la destrucción de las escuelas, pero George insistió en que las necesidades van más allá.
En el año de los huracanes Nicaragua recibió 238,1 millones de dólares en cooperación externa, el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) abrió una línea de crédito de 200 millones de dólares para enfrentar el desastre, y el país cobró 30,6 millones de dólares del Caribbean Catastrophe Risk Insurance Facility (CCRIF, por sus siglas en inglés) por las pérdidas.
También hubo donaciones millonarias de Japón y Taiwán, y otras menores de Estados Unidos, España y el mismo BCIE.
“Pero el apoyo a la reconstrucción no ha sido efectivo para la población, sino para estas infraestructuras, parecieran edificios muy bonitos, el BCIE da dinero a Nicaragua pero no mete una evaluación exhaustiva, en el tema de la educación, por ejemplo, el ausentismo permanece”, sostuvo George.
La investigadora afirmó que en las zonas rurales impactadas por Eta e Iota los niños pierden al menos 4 días de clases por mes, ya que los maestros se ausentan para viajar a la cabecera regional a recibir sus pagos, para lo que invierten dos días de ida y dos de regreso, siempre que no aprovechen su estancia en la ciudad para ir al médico.
Otro tema pendiente de solución, señalado por George, es el transporte público, que no existe en la zona con las comunidades más aisladas y pobres de Nicaragua, especialmente en la Región Autónoma Caribe Norte (RACN).
La socióloga cree que la crisis sociopolítica que vive Nicaragua desde 2018, sumada al impacto económico causado por Eta e Iota, ha incrementado las necesidades en la costa Caribe del país, al igual que la desesperanza.
“La gente está migrando obligatoriamente porque no tienen ninguna oportunidad laboral, más la situación de la crisis que se enfrenta en Nicaragua”, concluyó.