Conferencia Episcopal de Nicaragua pide oraciones por el descanso del Papa emérito Benedicto XVI
Al conocerse la noticia del fallecimiento, a los 95 años, del Papa Emérito Benedicto XVI, la Conferencia Episcopal de Nicaragua, emitió una nota de duelo en la que piden oraciones por su descanso eterno.
“Los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, ante el sensible fallecimiento del Papa Emérito Benedicto XVI; elevamos plegarias al buen Dios, para que reciba en su reino a quien fuera su fiel servidor en este mundo”, se lee en la nota firmada por monseñor Carlos Enrique Herrera, presidente de la CEN y obispo de Jinotega.
En el mismo documento, los obispos de Nicaragua, también instan a todos los fieles, entre sacerdotes y laicos, de la provincia eclesiástica del país a unirse en oración por el eterno descanso del Papa Benedicto.
Por su parte, monseñor Silvio José Báez, Obispo Auxiliar de Managua, también lamentó la muerte del Papa Emérito y agradeció que le haya confiado el ministerio episcopal.
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“Gracias, Santo Padre, Benedito XVI, por tu fe ardiente, tu humilde sabiduría y tu gran amor a la iglesia. ¡Gracias por haberme confiado el ministerio episcopal!”, escribió monseñor Báez en sus redes sociales. El mensaje lo acompañó de una fotografía suya junto al fallecido jerarca de la iglesia católica.
Asimismo, el padre Edwing Román, exiliado por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo homenajeó al jerarca fallecido poniendo la siguiente cita de él: “Cuando la política pretende hacer la obra de Dios, pasa a ser no divina, sino diabólica”. En el tuit del padre Román, pide por el descanso eterno del pontífice.
El primer Papa que renunció
Joseph Aloisius Ratzinger, nació el 16 de abril de 1927 en Marktl, una villa del sureste de Alemania cercana a la frontera con Austria, y tras la muerte del Papa Juan Pablo II se convirtió en Benedicto XVI.
No fue misionero como su predecesor, pero sí era tildado como un jerarca disciplinado, por lo que nunca nadie imaginó que renunciaría a su investidura como Sumo Pontífice.
Fue el 10 de febrero de 2013 cuando Ratzinger sacudió al mundo no solo con su renuncia, sino con el discurso en el que dijo que "después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino".
Con esas palabras se convirtió en el primer jerarca cabeza de la iglesia católica en renunciar, en la era moderna, pues antes lo había hecho Gregorio XII, 600 años atrás.