Testimonio: “Ser periodista en Nicaragua es ser enemigo del gobierno”, dictadura secuestró libertad de prensa
El 3 de mayo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa, la cual ha sido “confiscada” por la dictadura Ortega Murillo
Rosa cambió el lapicero, la libreta y la grabadora por una cuchara para menear, una cocina y un sartén. Hace 20 años se graduó como periodista y trabajó en televisión y prensa escrita. Sin embargo, en 2020 empezó a ser asediada y decidió olvidarse de su profesión y emprender con la venta de comida en un país donde la libertad de prensa no existe.
Ella tuvo que alquilar su casa y se mudó a vivir con su mamá, porque cuando la dictadura Ortega Murillo cerró el medio de comunicación en el que trabajaba, pasó 6 meses desempleada hasta que entró en un portal web, sin embargo, el secretario político de su zona comenzó a darle seguimiento y le advirtió que si seguía publicando contra el régimen iría a “Chipotear”.
“Yo creo que ellos me dieron seguimiento y viendo que comía y mantenía a mis hijas sin salir de la casa debieron suponer que estaba como corresponsal de alguien y fue cuando me agarraron de encargo. Mis niñas vivían con temor y me pidieron que buscara otro trabajo. No soporté verlas en zozobra y renuncié a ser periodista”, recalca.
Rosa puso su casa en alquiler, empacó y se mudó a vivir con su mamá. “Ahí empecé esta nueva vida, lejos de las noticias y también del miedo. No es fácil renunciar a lo que a uno le apasiona, sin embargo, ser periodista en Nicaragua es ser enemigo del gobierno, así que mi seguridad y la tranquilidad de mis hijas era prioridad. Ahora me quemo cocinando y a veces hasta me frustro, pero gracias a Dios vendo la comida y probablemente emigre muy pronto”, compartió.
Regreso de Ortega al poder trajo la censura
Al igual que Rosa, en Nicaragua, los periodistas que quedan dentro, en la mayoría de casos, tuvieron que renunciar a esa profesión, que desde 2018 se ha convertido en un objetivo prioritario de represión por parte de la dictadura Ortega Murillo, que se sacó de la manga un paquete de leyes para restringir el financiamiento al periodismo independiente y la libertad de expresión: Ley de Regulación de Agentes Extranjeros, Ley Especial de Ciberdelitos y la “Ley de Soberanía”.
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El Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más apunta en la dirección correcta: desde que Ortega volvió al poder, puso la mirilla en los medios de comunicación “no alineados”.
En su informe “La privación de la libertad y la imposición de la tortura y tratos crueles inhumanos y degradantes como mecanismo para generar terror en la población”, el colectivo expone en el capítulo tres el deterioro sistemático de la libertad de prensa y expresión.
En ese apartado, exponen que entre 2007 y 2015 “hubo un grave retroceso en las condiciones para ejercer el periodismo independiente en Nicaragua, con violaciones cometidas bajo el marco de la política de no contaminación de la información, la cual fue creada y dirigida para imponer por todos los medios una narrativa hegemónica que era impulsada inicialmente por Rosario Murillo, desde el Consejo de Comunicación del Poder Ciudadano y posteriormente desde la vicepresidencia”.
Por otro lado, señalan que desde 2015 hasta 2018 “la dictadura arreció la hostilidad hacia los medios de comunicación independientes y esto lo hizo a través de acciones violatorias a los Derechos Humanos tales como la negativa de acceso a diferentes eventos bajo control gubernamental y partidario, así como agresiones y robos que permanecieron en la impunidad”.
No podemos olvidar que la información que se supone debería de ser pública fue vetada para los medios de comunicación independientes y si hasta ese momento todo estaba mal en el camino del periodismo independiente, la cosa se volvió más difícil a partir de la rebelión social de abril de 2018 y es en estos últimos cinco años cuando periodistas han sido encarcelados, medios confiscados y clausurados, sin olvidar que se ha impuesto una mordaza.
Al día de hoy, con 31 radios, 14 canales de televisión y 8 medios de comunicación impresa cerrados, pareciera que la dictadura Ortega Murillo ha ganado la batalla, sin embargo, a pesar de que varios hombres y mujeres de prensa han estado en la cárcel por ejercer el derecho a informar, desde el exilio siguen exponiendo los atropellos de la dictadura.
Más de 200 periodistas en el exilio
Por su parte, la periodista exiliada miembro de PEN Nicaragua, Gabriela Selser, apunta que la estrategia de represión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha puesto en la mira a los periodistas independientes y las cifras lo confirman.
“Tenemos a la fecha más de 50 medios de comunicación y espacios cerrados, quedando solamente unos pocos medios no alineados con el régimen que todavía funcionan en Nicaragua. Somos también más de 200 periodistas que hemos sido forzados al exilio ante la imposibilidad de trabajar de manera profesional e independiente en el país”, cuantificó Selser,
Asimismo, dijo que “muchos colegas, como en mi caso, hemos sufrido presiones para impedirnos salir de Nicaragua, a otros se les ha impedido entrar, de manera que ahora el periodismo está fuera, la mayoría de los medios de comunicación están funcionando desde el exilio”.
“Los periodistas nicaragüenses a raíz de 2018 pasamos de ser espectadores y protestas y de la rebelión social a ser también víctimas de la represión. Nuestro centro Pen Nicaragua, filial del Pen Internacional fue clausurado por el régimen en febrero de 2022”, se quejó.
Sin embargo, asegura que como PEN han seguido trabajando desde el exterior con la publicación de un monitoreo informativo que se llama “Ojo en Nicaragua” y que “salía inicialmente semanal, luego quincenal y ahora este se publica mensualmente, en parte, debido a la falta de información que existe desde dentro de Nicaragua”.
“El gobierno ha impuesto un cerco informativo, “un apagón informativo mediante la expulsión de los periodistas de los principales medios de comunicación independiente y esto hace que la información que sale de Nicaragua sea cada vez menor”, concluyó.
La dura cara del exilio
Los periodistas en Nicaragua tienen un enorme desafío para continuar informando y contando lo que ocurre en el país, dice un periodista que pidió omitir su nombre.
Él considera que ese desafío básicamente es vencer la censura que han puesto el régimen de Daniel Ortega Rosario Murillo luego de la explosión de abril 2018 y “también ejercer tu trabajo bajo la presión constante y el asedio de los aparatos represores de este mismo régimen”.
“En Nicaragua no hay una libertad de prensa, pues fue cercenada por el mismo gobierno que se ha empeñado no solo en judicializar y levantar causas contra periodistas, sino en cerrar medios de comunicación, espacios informativos que a la gente le servían mucho al momento de querer estar actualizados”, señala.
También afirma que es complicado ser periodista en el país, porque la única opción o a la opción a la que te empuja el régimen es a exiliarte para poder seguir dando algún tipo de datos, investigando, publicando análisis, porque al régimen no le interesa tener a alguien en el país que esté enfocado única y exclusivamente en criticar y cuestionar, como el trabajo periodístico que es contrapoder, entonces al final lo que ha ocurrido es que ha terminado empujando a este gran grupo de periodistas, hombres y mujeres profesionales excelentes que no que no tienen más remedio que marcharse para poder seguir informando a la sociedad.
“La dictadura pues sobreviven de esto y también se fortalece de este tipo de acciones, porque no es lo mismo, y creo que todos lo sabemos, contar o denunciar lo que ocurre en Nicaragua desde el exilio que desde adentro, entonces al final esta medida de represión que ha ejecutado el régimen ha dejado a Nicaragua más expuesta”, afirma.
Miguel, nombre ficticio de otro periodista, asegura que, a casi un año de su exilio, no sólo no ha podido superar el dolor de estar lejos de su familia, sino que también ha tenido que enfrentar el alto costo de vivir en un país ajeno.
“Los sucesos del 2018 marcaron un antes y un después en el periodismo, muchos estamos de nuestros hogares sin saber si vamos a volver para abrazar a nuestros seres queridos. El costo de la vida es muy caro en Costa Rica, un corte de cabello en Nicaragua cuesta 60 córdobas y aquí por ese mismo corte pagó 240 córdobas. En Nicaragua los alquileres son más baratos, en cambio aquí a lo más que se puede aspirar a vivir es en cuartería por unos 180 dólares”, comparte.
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