Sacerdote Somarriba: “No se puede matar o arrebatar la vida de nadie y pretender quedar en la impunidad”
Durante su homilía dominical en la Iglesia Católica Santa Ágata, en Miami, el sacerdote Marcos Somarriba ofreció un contundente mensajes quienes violan la vida, la dignidad y los derechos de los demás, incluyendo la patria y la familia, están condenados a la muerte espiritual.
“El que no está bien con el prójimo, no está bien con Dios”, afirmó Somarriba, haciendo énfasis en la importancia de la relación humana como camino hacia la salvación.
“No se puede engañar; la puerta para llegar a Dios es el prójimo, no hay otra. El prójimo es un medio por el cual uno puede llegar a la salvación”, continuó. Además, el sacerdote advirtió sobre las graves consecuencias espirituales para quienes atentan contra la vida y la dignidad del otro: “Quien mata al prójimo es reo de muerte. Esto quiere decir que es futuro inquilino del fuego que no se apaga, el infierno”.
Somarriba condenó los actos de violencia y represión, especialmente aquellos perpetrados con impunidad: “No se puede matar o arrebatar la vida de nadie y pretender quedar en la impunidad. La sangre de estas víctimas clama al cielo, como clamaba la de Abel”, manifestó el religioso.
En un mensaje claro contra la injusticia, el sacerdote señaló que nadie tiene derecho a eliminar a otros, acabando con el don más preciado que Dios ha otorgado: la vida.
En referencia a aquellos que abusan de su poder para oprimir a los demás, Somarriba lanzó duras críticas: “Quien es juez y verdugo ya ha entrado en una etapa de autodestrucción y muerte eterna, son unos muertos en vida”. El sacerdote lamentó que hoy en día existan personas que “adulteran el camino de los demás”, afectando la paz de hogares, comunidades y el derecho de las personas a manifestar su fe sin ser perseguidas.
Somarriba destacó la gravedad de la persecución y el exilio forzado, tanto físico como espiritual, que enfrentan aquellos que luchan por sus derechos y su patria: “Adulteran sus derechos a vivir en la tierra que les vio nacer, exiliando física y espiritualmente a quienes molestan con sus reclamos de justicia”.
Al referirse a los mandamientos, especialmente al de “no robar”, el sacerdote explicó que este va más allá de los bienes materiales. “El ser humano es capaz de robarle la paz, la dignidad, el bienestar, la libertad y hasta la vida al prójimo”, advirtió. También señaló que muchos han sido víctimas de la violencia por levantar su voz en defensa de sus derechos: “Le han robado la vida a muchos que han erigido una pared de corazones valientes para defender sus derechos y el de los demás”.
El sacerdote describió actos de represión violenta, comparándolos con la forma en que el demonio acecha: “Han asediado como el demonio en medio de la noche, aprovechando la oscuridad para secuestrar, arrastrar, torturar y asesinar a sangre fría. Esto es robar, y esta violación hace pesado su andar como un camello cargado de mercancía mal habida”.
Otro de los temas centrales de la homilía fue la importancia de la verdad. Somarriba recalcó que “no levantar falsos testimonios” es un mandamiento clave. “Levantar falso testimonio es diabólico”, sentenció, denunciando que muchos promueven mentiras y leyes injustas para proteger bienes y poderes mal adquiridos. Criticó a aquellos que, disfrazados de inocentes, engañan a las personas prometiendo un falso bienestar. “Se hacen pasar por lobos disfrazados de ovejas, prometiendo el cielo y la tierra con propaganda engañosa”.
El sacerdote también resaltó la importancia del respeto y el amor a la familia y a la patria. Explicó que honrar a padre y madre no solo trae bendiciones, sino que va más allá, abarcando también el respeto a la patria: “Quien deshonra a su familia y su patria deshonra su existencia y se convierte en una persona muerta en vida”. En su mensaje, Somarriba subrayó que la patria es de todos, no de un grupo egoísta: “La patria está por encima de todo aquel que la quiere manipular para sus propios caprichos”.
Finalmente, el sacerdote Marcos Somarriba concluyó su prédica instando a los fieles a no ser católicos “de costumbre”, sino de acción y compromiso. “No se puede ser católico de nómina, sino de compromiso con Dios y con el prójimo”, puntualizó, recordando que la observancia de los mandamientos es el primer paso hacia el amor verdadero hacia Dios y los demás.