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Sobreviviente de guerra: “Este país no se merece pasar por lo mismo”

La rivense Marquesa Bustos cuando tenía 12 años sobrevivió a un bombardeo de la aviación de Somoza en el que murió su mamá, tres hermanos y un sobrino. Como sobreviviente de guerra recibe apenas 1,200 córdobas mensuales.

Diciembre 06, 2019 02:50 PM

Este es un reportaje especial de la plataforma aliada https://www.despacho505.com/ que nos informa a diario de los testimonios de nicaragüenses exiliados en España, que huyeron del país como resultado de la represión del régimen de Daniel Ortega.

Las cicatrices de las quemaduras permanecen en el cuerpo de Marquesa Bustos Coronado desde que tenía 12 años. Detrás de las lesiones se oculta la historia de una tragedia desgarradora que no se la desea a nadie.

El 11 de julio de 1979 sobrevivió milagrosamente al estallido de una bomba que, en plena Guerra Civil, lanzó la aviación del dictador Anastasio Somoza Debayle sobre un colegio de Belén, Rivas. 

 Aunque sobrevivió a las quemaduras producidas por el napalm de la bomba, la explosión le arrebató a su mamá, tres hermanos y un sobrino de dos meses que trataban de huir del bombardeo junto con ella. 

“Yo soy un testimonio viviente de esa guerra de hace 40 años y esa bomba marcó el resto de mi vida. Es algo que no se lo deseo a nadie y mi mayor deseo es que historias como esas no se repitan. Este país no se merece pasar por lo mismo”, afirma la sobreviviente de guerra.

La sobreviviente, ahora de 52 años, en 1982 tuvo que viajar a Cuba a realizarse cirugías debido a que las lesiones ocasionadas por las quemaduras le impedían flexionar su brazo izquierdo y los dedos de sus manos. 

Asegura que, aunque vivió el horror de la guerra, ha tratado de vivir con cierta “normalidad” al lado de sus tres hijos y cinco nietos. La rivense confiesa que no desea que el país vuelva a vivir una situación bélica y aunque ya han pasado 40 años de la tragedia que le arrebató a su familia, confiesa que “olvidar los horrores de una guerra es imposible”. 

Como víctima de guerra Marquesa Bustos Coronado apenas recibe de parte del Estado de Nicaragua 1,200 córdobas mensuales. 

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ASÍ LLEGARON AL COLEGIO 

Ese fatídico año cursaba cuarto grado en el colegio Pedro José Quintanilla, donde cayó la bomba y asegura que a esa edad —12 años— no tenía idea de las dimensiones del conflicto armado que estaba a punto de estallar en Nicaragua. 

“Nosotros vivíamos con mi papá en la calle El Triunfo que une Belén con la comunidad de Chacalapa, pero a inicios de junio del 79 mi mamá se fue a vivir a la casa de mi abuela materna que estaba en el casco urbano del municipio y ahí estuvimos refugiados un mes”, cuenta. 

Al intensificarse los enfrentamientos, otros familiares que vivían en Managua también abandonaron sus hogares y se fueron a refugiar a la casa donde se encontraba Marquesa Busto Coronado, con su mamá, hermanos y otros parientes. 

“En la casa de mi abuela ya habían más de diez personas y por eso mi mamá decidió irse el 8 de julio a refugiar a la escuela, para no estar amontonados porque ella siempre pensaba en protegernos, según me contó mi papá Marcos Coronado, que falleció hace 10 años” detalla. 

Tres días después de estar en la escuela la aviación, Somoza autorizó un bombardeo sobre Belén y la mamá de Bustos Coronado buscó como abandonar el lugar para resguardar a sus hijos en casa de una tía, localizada a uno 150 metros del costado este del colegio. 

Rosario Bustos, la madre, al salir del aula caminó en dirección este sobre un pasadizo de la escuela con la misión de resguardar la vida de sus tres hijos y su nieto de dos meses. 

“Ella caminaba en dirección oeste sobre el pasadizo cuando cayó la bomba frente a ella. Ese episodio marcó el antes y después de mi vida”, asegura. 

¿CÓMO SOBREVIVIÓ? 

Esta mujer atribuye a Dios el haber sobrevivido al bombardeo. Cree que resistió al impacto porque era la última, venía detrás de su mamá y sus hermanos de 19, 9 y 7 años.  

“Al momento de caer la bomba falleció de manera instantánea mi hermana de 19 años, junto con su hijo de dos meses y sus cuerpos quedaron abrazados. También murió en el lugar mi hermana de 7”, me relató mi papá ya que en ese momento yo no sabía que estaban muertos. 

Su mamá y su hermano de 9 años, fueron trasladados en un jeep verde a una casa hacienda donde se atendían a personas heridas, pero ambos fallecieron al día siguiente. 

“A mí me trasladaron a un hospital de Costa Rica para tratarme las quemaduras de tercer grado y cuando regresé al país, cuatro meses después es que me enteré que mi mamá mis tres hermanos y mi sobrino habían fallecido”, comenta.  

En el colegio erigieron un monumento con los nombres de las víctimas, ya que ahí fueron enterradas.

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