CONFIDENCIAL: Adolfo Marenco: Los “ojos y oídos” del estado policial
Subdirector de la Policía, jefe de investigación y de inteligencia política, opera “en la sombra”, como el jefe de espionaje de la represión
En las filas de la Policía Nacional, hay un oficial de alto rango que —si lo quisiera— podría conocer hasta el más mínimo detalle de la vida de cualquier nicaragüense. Le bastaría una llamada a la Unidad de Análisis Financiero (UAF), al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) o a la Dirección General de Impuestos (DGI), para obtener información de cuentas bancarias o de los ingresos económicos de cualquiera que esté bajo su lupa.
El oficial que ejecuta estas labores de espionaje al servicio de la dictadura es el comisionado general Adolfo Joel Marenco Corea, subdirector de la Policía Nacional, jefe de Investigación Policial y de Inteligencia Política. Un hombre que, desde el “punto de vista de inteligencia”, es “la persona más poderosa de Nicaragua, después de Daniel Ortega, Rosario Murillo, y Néstor Moncada Lau”, aseguran expertos en seguridad.
El subdirector de la Policía aparenta ser jovial, comprensivo y agradable. Sin su uniforme, puede pasar desapercibido en una parada de bus o en un centro comercial y es casi seguro que nadie lo reconozca. Ser el centro de atención no es su prioridad, tampoco le gusta figurar dentro de la estructura de mando policial. Al menos no ante los ojos del público.
Adolfo Marenco es una de las piezas más importantes dentro del estado policial del régimen orteguista. Fuentes policiales y cercanas al subdirector de la Policía Nacional, que aceptaron hablar con CONFIDENCIAL para la elaboración de este perfil, lo describen como un operador “en la sombra”, que tiene la confianza de la vicepresidenta Murillo y de Moncada Lau, el jefe de inteligencia y seguridad de El Carmen, descrito a su vez como el guardián de los secretos de la pareja presidencial.
Marenco es el “brazo siniestro” de la estrategia represiva de El Carmen, dice la fuente, y toda la información que él recaba y procesa está al servicio de la estrategia represiva del régimen. Desde su puesto, el comisionado general Adolfo Marenco tiene acceso al registro del Consejo Supremo Electoral (CSE) y al Registro Público de la Propiedad.
Además, dispone de información detallada del inventario de placas y licencias de conducir, y tiene total acceso a expedientes policiales y penales, registro de armas, nombre de importadores y exportadores de Nicaragua. “Todo ciudadano que es de ‘interés político’ tiene un expediente que Marenco se ha encargado de elaborar”, afirma una fuente policial consultada por CONFIDENCIAL.
Una carrera en la Policía
Adolfo Marenco nació en Managua el cuatro de agosto de 1965. Creció en Masaya, adonde sus padres se mudaron porque era un sitio más tranquilo. Fue un joven activo después del triunfo de la revolución sandinista, en 1979, y en 1985, a la edad de veinte años, ingresó a la Policía Sandinista.
Su primer puesto de trabajo lo ocupó en la delegación policial de Juigalpa. Llegó a esa estación de la mano del comisionado mayor Francisco Cuadra Serrano, quien era muy amigo de sus padres. Cuadra Serrano era jefe regional de la Policía en la quinta región, que incluía Bluefields, y decidió llevarse al novel oficial para que este evadiera su obligación de enlistarse en el Servicio Militar Patriótico.
Algunos años después, fue ubicado en distintas unidades de la quinta región en las que se mantuvo hasta mediados de los noventa, cuando fue trasladado a la primera región. Adolfo Marenco desarrolló una vocación especial por la investigación policial. Le fascinaba conocer detalles de sujetos que eran de “interés” para la organización.
La experiencia policial que adquirió a lo largo de ese tiempo le valió para ascender a subcomisionado y segundo jefe de la unidad departamental de Madriz. Trató de regresar a casa en 1999, cuando fue nombrado segundo jefe en Masaya. Sin embargo, su estadía en esa ciudad fue corta, pues en el 2000, luego de acumular más experiencia en el campo, pasó a ser jefe de uno de los departamentos de investigaciones especiales de la Policía Nacional.
“Lo nombraron en este puesto por sugerencia del comisionado general, ahora en retiro, Juan Báez, que lo conoció cuando estuvo trabajando en la quinta región”, relató a CONFIDENCIAL una fuente cercana a Marenco. Estando en la primera región, Adolfo Marenco estableció fuertes vínculos con el comisionado general Róger Ramírez, una relación que le sería útil más adelante.
El departamento operativo de la H
El departamento de investigaciones especiales de la Policía Nacional que coordinó Marenco en el 2000, también era conocido como la H. Esta oficina estaba encargada de la vigilancia secreta de delincuentes de alta peligrosidad, siempre y cuando, fuese solicitada por otras especialidades de la misma institución.
“La función era auxiliar las investigaciones en curso que llevaban otras áreas. Si la Dirección Económica pedía información sobre una o más personas, entonces la H brindaba auxilio con métodos más sofisticados”, expone otra de las fuentes consultadas para este perfil.
A veces realizaban un seguimiento riguroso al sujeto en cuestión. Este tipo de investigaciones son efectuadas por “policías encubiertos”. En otras ocasiones solo le solicitaban informes sobre la rutina del sospechoso, y en ocasiones, la intención era conocer con quién se reunía y hablaba “el objetivo”.
El departamento operativo de la H era una unidad de policías encubiertos de unos 40 oficiales. Una buena escuela para desarrollar y mejorar herramientas que serían de utilidad en el futuro para Marenco.
La conexión de Adolfo Marenco con Moncada Lau
En 2009, Marenco fue promovido del departamento de la H a la jefatura de la Secretaría Ejecutiva de la Policía, luego de una propuesta del comisionado mayor en retiro, Francisco Aguilera Ferrufino.
Aguilera necesitaba a un hombre que tuviera estricto control y orden. Marenco reunía ambas cualidades. “Estaba a cargo del manejo de informes, controles de trabajo. La rigurosidad es importante para evaluar a las demás unidades”, indicó una fuente policial.
Marenco estuvo en la Secretaría Ejecutiva aproximadamente dos años. Su agenda se desahogó y le dejó tiempo libre para proyectarse en el béisbol a través de la Federación Nicaragüense de Béisbol (Feniba), en la que llegó a ser presidente.
Durante el tiempo que estuvo en ese cargo, Marenco estaba abierto con la prensa deportiva para hablar de béisbol, siempre y cuando no le cuestionaran su dirigencia. Un periodista deportivo, que prefirió el anonimato, indicó que Marenco era reacio a las críticas y “se molestaba demasiado”.
En el área policial Marenco era bastante similar, según Elizabeth Romero, periodista y directora del medio digital Obrera de La Tecla. “Hasta 2009 siempre habló. Trataba de ser agradable, pero obviamente te decía lo que le convenía”, señaló Romero. Pero luego de ese año, agrega, Marenco dejó de ser ese oficial al que “vos creías que tenías para una versión”.
Su aventura en el béisbol acabó en 2012, un año después de ser ascendido a comisionado general. A través de una carta, que publicó la Feniba, explicó que renunciaba al cargo de presidente por nuevas y mayores responsabilidades en su trabajo profesional que demandaban el ciento por ciento de su tiempo. Su nuevo cargo era la Dirección de Inteligencia de la Policía.
Desde su origen, esta Dirección surgió para investigar cualquier información de carácter delictivo y de las estructuras delincuenciales que operan en Nicaragua. El trabajo era descubrir, identificar e infiltrar unidades criminales que pudieran formarse en el país: traficantes de drogas, de armas, de personas, de grupos dedicados a asaltos, extorsión y secuestro.
En esta Dirección, Marenco tuvo acceso a una cantidad impresionante de información. Una investigación que estaba engavetada desde hacía muchos años, le permitió establecer un vínculo con Néstor Moncada Lau.
Una de las fuentes policiales consultadas por CONFIDENCIAL, reveló que Marenco entregó a Moncada Lau un expediente que la Policía tenía sobre tráfico de armas y vínculos con el narcotráfico que relacionaban al exoficial de la Seguridad del Estado del Ministerio del Interior, mucho antes que Ortega llegara al poder en 2007.
Bajo el mando de Marenco, la Dirección de Inteligencia Policial, comenzó a moldear sus objetivos. Dejó de perseguir actuaciones delictivas para ir tras informaciones de carácter político desde 2015, cuando Marenco fue nombrado jefe de Inteligencia Policial e Investigación Política.
Este nombramiento fue hecho por recomendación del comisionado general Róger Ramírez, quien además de ser subdirector de la institución en ese momento, era secretario político del Frente Sandinista en la Policía, cargos que Marenco heredaría años más tarde. La fidelidad de Marenco a Ramírez, fortaleció aún más su vínculo con Moncada Lau, y estableció buena comunicación con el comisionado general Ramón Avellán.
El precursor de la investigación política
Como jefe de inteligencia, Marenco se empeñó en potenciar la investigación política al servicio del gobernante Frente Sandinista. Así, la Policía empezó a “darle seguimiento” a los críticos del régimen, incluyendo a quienes estaban dentro de las instituciones del Estado.
“Él siente que es legítimo utilizar el instrumento que tiene en sus manos para la defensa y el apoyo de su partido y sus líderes. Es el único de los oficiales que puede hablar de forma directa con Néstor, con Rosario o con Daniel. ¿De dónde viene el poder de la Rosario? Del manejo de los hilos territoriales. Y eso pasa por manejar información de todo”, explicó una fuente cercana al círculo del subdirector de la Policía.
El 24 de agosto de 2017, la Presidencia nombró a Marenco encargado de Consejo Nacional contra el Crimen Organizado. Un puesto que le permite tener acceso a la Unidad de Análisis Financiero, la Superintendencia de Bancos, la Dirección General de Ingresos, el Ministerio de Gobernación, entre otras instituciones.
Desde su jefatura, además, rastrea información en las redes sociales. Está al tanto de todas las menciones que puedan hacer en contra del Gobierno, incluso, su mano está en chats grupales de WhatsApp o Signal. Todos los días, su equipo monitorea los medios de comunicación y a los periodistas que realizan publicaciones que critican al orteguismo.
El comisario en la crisis de abril
Durante la crisis política que estalló en abril 2018, la investigación política de Marenco se enfocó en los liderazgos que surgieron en las manifestaciones y protestas de 2018 y las organizaciones que nacieron a finales de ese año y en 2019. Su personal se dedicó a infiltrar a agentes de su confianza y subordinación. Esta labor de búsqueda de información fue clave para ejecutar la “Operación Limpieza” de los tranques, en julio de 2018, pues gracias a los datos personales y fotografías que se realizaron de forma pública y oculta, identificaron a los rostros visibles de la protesta autoconvocada.
“Las capturas secretas y los secuestros son ejecutados por personal de la especialidad de inteligencia que dirige Marenco”, afirmó una fuente cercana al subdirector de la Policía. A los ejecutores de estas capturas se les garantiza el anonimato y la impunidad. “Ninguna captura o secuestro se hace sin el visto bueno de Marenco”, aseguró la fuente.
Estos oficiales y operadores clandestinos ejecutan tareas como “sembrar droga o armas a las personas que desean capturar” e inventarles cargos. Luego, con la complicidad del personal de Auxilio Judicial, elaboran los expedientes de investigación policial que a su vez son usados por fiscales para presentar acusaciones ante las instancias judiciales.
Durante la Operación Limpieza en Carazo, el ocho de julio 2018, fue asesinado el policía Faber López, de 23 años. “Él fue detectado por la inteligencia, pues no estaba de acuerdo con la represión”, dice otra fuente policial.
En cambio, en las Cuatro Esquinas, Carazo, los policías de inteligencia Ilish Aarón Urrutia y el suboficial mayor Alan Alexander Rodríguez Hernández, fueron ultimados el primero de julio de 2018 por paramilitares drogados y ebrios. “Ellos cumplían con una misión ordenada por Marenco desde Managua”, destaca la fuente policial, sin embargo, para evitar un escándalo por el poder de los paramilitares, Marenco enterró el crimen de sus subordinados, por “disciplina partidaria”.
En una ocasión Marenco solicitó personalmente información sobre un líder estudiantil que estaba en el exilio denunciando las atrocidades del régimen. El comisionado se acercó a familiares del joven, que trabajaban en dos instituciones del Estado, para que cooperaran con información relevante.
La oficina del jefe de inteligencia
Para cumplir con todas las funciones de espionaje político, Marenco tiene un equipo de trabajo de más de setenta oficiales. Es “como un pulpo que tiene muchos tentáculos para manejar bases de datos y mucha información”, detalla otra de las fuentes.
El trabajo de definir estrategias, objetivos o planes es meramente de oficina. Cuando Marenco quiere contactar a fuentes, concertar entrevistas y “realizar juegos operativos”, envía a su equipo a la calle. Si es necesario participa de forma directa en estas misiones, y si no, solo espera los informes.
Como subdirector general, Marenco tiene una oficina en Plaza El Sol, pero como superior de los jefes de inteligencia, dispone de otros inmuebles que tienen fachadas de casas o empresas particulares. En la calle, su personal es partícipe de las labores de inspección, registro, cateo, búsqueda de documentación e información.
La fortaleza de Adolfo Marenco es un sistema de información que él mismo se ha encargado de crear y administrar. Aunque las fuentes policiales advierten que su arrogancia le ha generado enemigos internos en el mando policial, su mayor protección radica en el vínculo directo que mantiene con Murillo y Moncada Lau. “Marenco es un tipo que trabaja en las sombras, hilando información para construir expedientes, apartado de los escándalos y con un bajo perfil”, finalizó la fuente consultada por CONFIDENCIAL.
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