Ortega-Murillo: el somocismo redivivo
“Cuando sólo hay diversidad y falta la unidad es señal de que se han impuesto los protagonismos personales y los intereses mezquinos”. Silvio Báez.
Oscar René Vargas
1. La crisis de la sociedad nicaragüense es estructural, hay un estancamiento crónico en la economía. Pero también es política, una crisis de la legitimidad de la dictadura. Mientras el sistema de dominación se hunde en las cinco crisis (económica, social, política, sanitaria e internacional), decenas de miles de personas luchan por una supervivencia incierta (niños que piden en las calles, hombre y mujeres sin trabajo) y cuestionan al régimen que ya no consideran legítimo. Es ostensible el contraste insultante de la miseria de muchos y la opulencia de pocos.
2. Las crisis son momentos de intensas luchas sociales. Ha habido una rápida polarización en la sociedad global desde 2018 entre un régimen autoritario y un sector democrático insurgente. La crisis de abril 2018 desató protestas populares: trabajadores, campesinos, estudiantes y ciudadanos llevaron a cabo una oleada de protestas. Pero la crisis también permitió el surgimiento de fuerzas neofascistas y paramilitares que reprimieron a los insubordinados.
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3. A partir de abril 2018, el régimen Ortega-Murillo se esfuerza por explicar la ingobernabilidad generalizada producida por la combinación de las cinco crisis hacia chivos expiatorios, tales como los ciudadanos autoconvocados o los campesinos que luchan en defensa de sus tierras, y hacia enemigos externos como Estados Unidos y la Unión Europea.
4. Económicamente el capitalismo, por su misma naturaleza, produce riqueza, pero polariza esa riqueza y genera niveles cada vez mayores de desigualdad social en ausencia de políticas redistributivas, produciendo como resultado niveles de polarización política y la desigualdad social sin precedente.
5. En 2021, el uno por ciento más rico de la población nicaragüense, encabezado por los 210 millonarios y multimillonarios pertenecientes a la vieja y a la nueva oligarquía, controlan más de la mitad de la riqueza del país mientras el 80 por ciento más pobre tiene que conformarse con apenas el cinco por ciento.
6. El 50 por ciento de la población intenta sobrevivir con menos de US$ 2.50 dólares diarios (equivalente a C$ 87.5 córdobas) y el 80 por ciento sobrevive con menos de US$ 10 dólares diarios (equivalente a C$ 350 córdobas, cuando el costo la canasta básica es C$ 500 córdobas diarios). Una de cada tres personas sufre de desnutrición, miles de personas se acuestan cada noche con hambre, y otros miles sufren de inseguridad alimentaria.
7. Estas desigualdades han terminado socavando la estabilidad del modelo autoritario mientras crece la brecha entre lo que el sistema produce o podría producir, y lo que el mercado distribuye. La extrema concentración de la riqueza en manos de muy pocos al lado del empobrecimiento acelerado de la mayoría significa que las elites dominantes, enfrenta cada vez mayores dificultades en encontrar justificaciones a la aguda disparidad social, y por ende se transforma en un modelo saturado.
8. El acceso de los pobres a adquirir una canasta básica se vuelve más difícil y cada vez más el régimen enfrenta la profundización de la crisis estructural. Por lo tanto, la tendencia es que la creciente polarización social resulte en: estancamiento, recesión, honduras, desigualdades, protestas y levantamientos sociales.
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9. En los años 2018-2020 se registró un constante aumento en la capacidad infrautilizada y una desaceleración de las actividades de los diferentes sectores económicos. El excedente de capital sin salida aumentó rápidamente. Las inversiones disminuyeron, al mismo tiempo que la economía entró en recesión. La especulación financiera y el constante aumento de la deuda gubernamental y de los consumidores se incrementó.
10. A partir del 2018, el régimen Ortega-Murillo ha llegado a depender cada vez más del despliegue de la represión y del control social, simplemente como medio para seguir en el poder. A partir del 2018, la acumulación de capital se ha militarizado; es decir, las ganancias de la clase hegemónica dependen más de las constantes campañas de control social y represión, para sostener el cada vez más tenue proceso de acumulación de capitales y las ganancias de los diferentes sectores económicos.
11. Los acontecimientos del 18 y 19 de abril de 2018 marcaron el inicio de una era de represión en el cual la logística, la inteligencia, la represión, el monitoreo, rastreo y hasta el personal militar son cada vez más controlados por la dictadura. Las numerosas campañas del control social y de represión entrañan la asociación de la acumulación privada con la militarización estatal.
12. La represión y la militarización de la sociedad se han convertido en importantes fuentes de ganancia y se volverán más importantes aún en la medida que la economía siga enfrentando el estancamiento crónico y la crisis sociopolítica siga sin resolverse. En resumidas cuentas, el Estado policiaco se volvió el mal necesario para el capital en momentos en que otras oportunidades de lucro se ven limitadas.
13. Los paramilitares y policías fueron desplegados para reprimir al movimiento social desde el 2018, proporcionar personal de seguridad para los miembros de la nomenclatura y sus familias, recompilar datos, llevar a cabo la contrainteligencia, operaciones paramilitares y de monitoreo y rastreo, realizar acciones de control y represión de los manifestantes, administrar las cárceles y centros de interrogación.
14. Hay otra dinámica en juego: la crisis de la legitimidad del régimen y de la hegemonía de la nueva oligarquía. El Estado dictatorial enfrenta una contradicción entre la necesidad de promover la acumulación de capital, la necesidad de lograr la legitimidad política y estabilizar el orden social interno.
15. La tarea de atraer las inversiones extranjeras al territorio nacional requiere que el Estado proporcione al capital todos los incentivos asociados con el neoliberalismo, como son: bajos salarios, represión sindical, desregulación laboral, políticas impositivas regresivas, privatizaciones, subsidios al capital, austeridad fiscal y recortes del gasto social, etcétera.
16. El régimen y las clases dominantes están aprovechando la emergencia sanitaria para legitimar un mayor control sobre la población descontenta. Dichas condiciones han ayudado al régimen a acumular cada vez más poder y consolidar su control sobre los ejes dominantes de la economía. Acarreando una mayor concentración de capital, un agravamiento de la desigualdad social, y también una agudización de las tensiones sociopolíticas y los peligros de un nuevo tsunami social.
17. Por el temor que el incremento de las desigualdades desencadene nuevas protestas ha llevado al régimen a desplegar un Estado policíaco omnipresente para contener la rebelión de las clases populares. Las contradicciones de un sistema en perpetua crisis han llegado al punto de quiebre, conduciendo al país hacia una situación peligrosa. Hoy la gran mayoría de la población nicaragüense es favorable al cambio. Sin embargo, Ortega no acepta el cambio de los tiempos.
18. El orteguismo ya no tiene propuesta a favor de las mayorías ni para renovar/modernizar el capitalismo ni para resolver las cinco crisis que otra estrategia que la represión. Por la no resolución de las cinco crisis se incrementa el peligro que Nicaragua pase de ser un “estado fallido parcial” o un “estado fallido total”. Resulta paradójico que los encabezaron la derrota de la dictadura somocista sean quienes hoy promueven el somocismo redivivo.
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