Las declaraciones de Patrushev y la estrategia expansionista de Rusia en la región

Las recientes declaraciones de Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, durante su visita a Nicaragua, en las que prometió apoyar a los países latinoamericanos y específicamente a Nicaragua, en lo que él describe como supuesta interferencia de Estados Unidos, no deben ser tomadas a la ligera. Son expresiones que, por varias razones, deben despertar un fuerte rechazo de las instituciones democráticas y países del sistema interamericano. 

Estas afirmaciones plantean serias preocupaciones para la democracia y la estabilidad regional, ya que no solo reflejan la política de Rusia de desafiar el derecho internacional para promover los intereses de Vladimir Putin, sino que también resaltan la política del Kremlin en una confrontación directa con los países de occidente, no solo ante los países de Europa que son parte de la OTAN, sino también en las Américas.

Lo que Patrushev ha hecho es una amenaza directa a Estados Unidos en nombre del régimen de Putin, y a través de la estrecha relación entre los dos dictadores—Putin y Ortega—insinúa una escalada de la presencia rusa en Centroamérica.

La mención específica de Nicaragua en las declaraciones de Patrushev también sugiere un esfuerzo concertado por parte de Rusia para fortalecer su influencia en América Latina en el ámbito militar y de seguridad. Todos sabemos que Rusia no es la potencia que decía ser después de la guerra fría, pero su capacidad de desestabilizar el mundo no debe ser subestimada.

Putin ha decidido apoyarse en los regímenes más autoritarios del mundo que comparten su hostilidad hacia occidente y hacia Estados Unidos en particular. El ecosistema de dictadores y de violadores de derechos humanos funciona como una sociedad criminal organizada, con la misión de socavar la democracia y desafiar la influencia de Estados Unidos y Europa.

Patrushev trabajó junto con Vladimir Putin en la KGB en San Petersburgo. Es conocido por abogar por las políticas inflexibles del Kremlin y ha dado varias entrevistas a periódicos rusos justificando la decisión de Putin de lanzar la invasión a gran escala de Ucrania. Patrushev ha sido mencionado como el candidato más probable para suceder al presidente ruso. Tiene además un historial como fuerte opositor al Occidente, lo que añade una capa adicional de preocupación sobre las intenciones de Rusia en América Latina.

Sus recientes declaraciones en Managua son casi idénticas a lo que dijo el 16 de febrero en Biskek, la capital de Kirguistán, durante una reunión de secretarios de consejos de seguridad sobre temas de Afganistán. Acusó al Occidente de incitar conflictos, como en Ucrania y en el Medio Oriente, para mantener su dominio global, sugiriendo que Washington se beneficia de este "caos".

"Nuestra reunión se está llevando a cabo en medio de una agravación sin precedentes de la situación internacional. La razón de esto es el deseo del Occidente de mantener su dominio en los asuntos mundiales a cualquier costo", informaron los medios estatales rusos que dijo Patrushev.

Las recurrentes declaraciones alarmistas de Patrushev, confirman la existencia de un plan dirigido por Putin para afianzar sus alianzas en temas militares, con regímenes autocráticos que comparten su desprecio por Occidente. Su deseo es establecer un supuesto nuevo orden, en donde el modelo de las democracias liberales que hasta ahora han encarnado países como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, y los estados miembros de la Unión Europea, colapsen ante un modelo que algunos analistas han llamado” regímenes iliberales”. 

En ese sentido, la relación de Ortega con Putin no debe sorprendernos. La afinidad del dictador con regímenes como el de Aleksandr Lukashenko en Bielorrusia, Kim Jong Un de Corea del Norte, Xi Jinping de China y todos los otros miembros del club de tiranos, hace evidente su fascinación con Putin. Entre todos hay peligrosas similitudes como por ejemplo las ambiciones de Putin en Ucrania y las reclamaciones de Xi sobre Taiwán. 

En el contexto nicaragüense, lo que es especialmente preocupante es que esta fascinación con las tiranías está llevando a Nicaragua a un peligroso e innecesario involucramiento en una nueva Guerra Fría. Hace algunos meses dije que la actitud del General Julio Cesar Avilés, jefe del Ejército de Nicaragua, es irresponsable, al involucrar innecesariamente a la institución armada nicaragüense en un conflicto distante de Nicaragua. Se está cometiendo un error histórico de gigantes proporciones como las que se cometieron en la década de los años ochenta. 

Finalmente, es imposible completar este comentario sin hacer un fuerte llamado de atención a la falta de acción de occidente, muy especialmente a Estados Unidos, que en los últimos años ha venido cediendo cada vez más espacios de influencia en América Latina frente a regímenes como los de China, Rusia e incluso Irán. Es hora de que Estados Unidos reconozca su responsabilidad geopolítica en las Américas, no solo como el principal actor del mundo libre sino como aliado fundamental de sus socios en las Américas que creemos en un mundo basado en los principios de la libertad, el estado de derecho y los derechos humanos, y no en el tenebroso nuevo orden mundial que desean promover tiranos como Putin y Xi, bajo la adulación de dictadorzuelos como Ortega, última reliquia de la guerra fría.

El autor es Presidente de Fundación para la Libertad de Nicaragua.