La Implacable represión de Daniel Ortega y Rosario Murillo: Un régimen despiadado, incluso con los suyos
La despiadada represión de Ortega y Murillo no se detiene ante los lazos de sangre. A lo largo de los años, han maltratado a miembros de su propia familia sin ningún reparo. Por ejemplo, las innumerables humillaciones y marginación sufridas por Camilo Ortega Herrera, hijo de Daniel, y su madre, la Comandante Guerrillera Leticia Herrera
Flavio Cárdenas
En Nicaragua, el poder se ha concentrado de manera absoluta en las manos de Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes han demostrado repetidamente su falta de escrúpulos al castigar de manera cruel a cualquier persona que se desvíe de sus designios.
Esta pareja gobernante no solo reprime a sus opositores con dureza, sino que también muestra una crueldad aún mayor hacia aquellos que provienen de las propias filas del sandinismo, el Estado e incluso de su propia familia. Las acciones recientes y pasadas de los Ortega-Murillo dejan claro que no hay límites para su represión, evidenciando un régimen despiadado y peligroso para todos los nicaragüenses, especialmente para aquellos que alguna vez fueron cercanos a ellos.
Represión sin Límites
La implacable represión de Ortega y Murillo no conoce fronteras. Cualquier muestra de pensamiento crítico o disidencia es severamente castigada. Esta política no se limita a los opositores políticos, sino que se extiende a aquellos que alguna vez fueron aliados cercanos.
Un claro ejemplo de esto es el allanamiento y posterior confinamiento en casa por cárcel del General en Retiro Humberto Ortega Saavedra, único hermano vivo de Daniel Ortega. La pareja dictatorial ha decidido mantenerlo incomunicado con el mundo exterior, encerrándolo en su habitación, a pesar de su delicada condición cardiaca, es decir, a sabiendas que el estrés causado por esta medida podría costarle la vida. Este acto no es una excepción, sino parte de un patrón de conducta donde la traición y el castigo son herramientas comunes del régimen.
Traición a la Familia
La despiadada represión de Ortega y Murillo no se detiene ante los lazos de sangre. A lo largo de los años, han maltratado a miembros de su propia familia sin ningún reparo. Por ejemplo, las innumerables humillaciones y marginación sufridas por Camilo Ortega Herrera, hijo de Daniel, y su madre, la Comandante Guerrillera Leticia Herrera.
La propia Leticia Herrera, a pesar de su trayectoria y sus méritos personales dentro del Frente Sandinista, fue destituida de manera denigrante de la Dirección de Resolución Alterna de Conflictos del Poder Judicial por una publicación que revelaba excesos cometidos por ex compañeros durante la lucha contra la dictadura de los Somozas y después del triunfo de la Revolución.
El caso de Zoilamérica Narváez, hija de Rosario Murillo, es quizás uno de los más emblemáticos. Tras denunciar a Daniel Ortega por violación, Zoilamérica y su núcleo familiar han sufrido vejaciones constantes por parte de su madre y padrastro. Rosario Murillo no solo dio la espalda a su hija, sino que ha dirigido activamente su persecución y sufrimiento, al punto que Zoilamérica tuvo que asilarse en el extranjero, para poder huir de las garras de su madre y su padrastro.
La Implacable Purga Interna
El régimen Ortega-Murillo también ha purgado y hasta causado la muerte a figuras que en algún momento desempeñaron papeles claves dentro de sus propias filas y del Estado. Herty Lewites, Carlos Guadamuz, Hugo Torres y el Comisionado General Adolfo Marenco, entre otros, han sido víctimas de esta purga. Adolfo Marenco, ex Jefe de Inteligencia de la Policía Nacional y pieza fundamental en la represión de abril de 2018, ha sido desaparecido sin dejar rastro, ejemplificando el destino que aguarda a quienes caen en desgracia ante el régimen.
Brooklyn Rivera, ex diputado y miembro de la alianza política que sostuvo a los Ortega-Murillo en el poder, también está desaparecido. Sus familiares no tienen acceso a una prueba de vida, lo que aumenta la preocupación y el temor entre aquellos que alguna vez apoyaron al régimen.
Purga en las Instituciones del Estado
Las purgas recientes en diversas instituciones del Estado, tanto civiles como militares, son un reflejo de la desconfianza y el temor que los Ortega-Murillo tienen hacia sus propios seguidores.
Magistrados, jueces y altos oficiales de la Policía, que en algún momento demostraron fidelidad absoluta al régimen, que han asumido sanciones personales por parte de la comunidad internacional, como producto de los crímenes que cometieron en obediencia a las órdenes emanadas de Ortega y Murillo, han sido destituidos de manera deshonrosa ante el menor "error".
Para “justificar” la destitución frente a sus bases, el régimen los acusa de corrupción, como si tales hechos fueran novedosos para la pareja presidencial, cuando ellos mismos no solo la han tolerado, sino que la han propiciado por años, pero a la hora que quieren deshacerse de una ficha caída en desgracia, sacan esa carta de debajo de la manga como excusa para ocultar las verdaderas razones detrás de estas purgas.
En otras ocasiones, lo que motiva la expulsión, persecución y hasta criminalización, no es el insatisfactorio cumplimiento de ciertas orientaciones, acorde a los caprichos de la pareja por parte de los que consideran empleados de su hacienda; sino que ciertos militantes confiados en su “trayectoria histórica” han cometido el “pecado” de tener rasgos de independencia, por mínima que sea, es decir, sin que necesariamente estén en oposición al Sandinismo, ni siquiera al Orteguismo, sino que han creído haberse “ganado el derecho” a opinar o criticar (constructivamente), pero terminan cayendo en desgracia ante los ojos de los “amos y señores”, que por su soberbia consideran tener la verdad absoluta de su lado y no admiten ninguna atisbo de pensamiento crítico.
En tales casos, los ORMU justifican ante sus cada vez más escuálidas bases el guillotinamiento con señalamientos de traición. Recordemos que en una estructura de origen militar, devenida en narco- mafia,, la acusación de traición implica la condena a muerte, si no física (como ha ocurrido reiteradamente en el Frente), al menos si la muerte civil.
Conclusión: Un Régimen Peligroso para Todos
Las acciones de Daniel Ortega y Rosario Murillo han demostrado una y otra vez que son el mayor peligro para todos en Nicaragua, incluyendo a quienes siguen apoyándolos, por conveniencia o porque se niegan a reconocer que han vivido bajo una estafa populista, creyendo en su narrativa “socialista y antiimperialista”, porque se resisten a despertar de los sueños de opio de la fallida revolución sandinista, que nunca fue. Su régimen no sólo reprime a los opositores, sino que también castiga cruelmente a aquellos que alguna vez fueron leales a ellos.
En este ajedrez de poder, no hay alfiles, torres ni caballos; solo un reyezuelo, su bruja consorte, sus vástagos suspirantes a futuros dictadores, y todos los demás son peones descartables. La historia reciente y los hechos actuales confirman que, bajo el gobierno de Ortega y Murillo, nadie está a salvo, ni siquiera los más cercanos a ellos.
Para los Ortega Murillo solo importan aquellos que llevan ambos apellidos conjuntamente, todos, absolutamente todos los demás son solo fichas descartables a conveniencia o capricho de estos déspotas usurpadores del poder, por lo cual, se hace urgente la unidad de todos los nicaragüenses, sin distingo ninguno; incluyendo a quienes se consideran sandinistas, empleados públicos (civiles y militares), que no tienen sus manos manchadas de sangre de hermanos, ni han tomado parte en la corrupción gubernamental, para sacar del poder a estos 2 criminales; terminando de una vez y para siempre esta noche oscura de terror; y abrir así paso a la construcción de una nueva Nicaragua, con libertad, democracia y oportunidades para todos los hijos e hijas de esta Patria que nos vio nacer.
Facebook
Visitar Facebook
X
Visitar X
Instagram
Visitar Instagram
Youtube
Visitar Youtube
LinkedIn
Visitar LinkedIn
WhatsApp
Visitar WhatsApp
Telegram
Visitar Telegram
Spotify
Visitar Spotify
TikTok
Visitar TikTok
Google Noticias
Visitar Google Noticias