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Óscar René Vargas: El proceso de implosión del régimen en Nicaragua

La implosión social de una dictadura se produce por un proceso como el utilizado por las hormigas, los comejenes, las termitas que mediante su acción colectiva pueden llegar a carcomer la estructura de una casa hasta tornarla inhabitable o provocar su derrumbe. ORVE

Junio 12, 2024 06:49 PM
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Óscar René Vargas: El proceso de implosión del régimen en Nicaragua
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Oscar René Vargas

Desde principios de 2020, después de la pandemia del COVID, hemos venido señalando que el escenario posible de salida de la dictadura sea por la implosión desde adentro, sin necesidad de matar sin necesidad de morir. Las crisis (económica, política, social, ambiental, religiosa e internacional) aceleraron las contradicciones de la sociedad, redujeron el lapso de los tiempos políticos y facilita el proceso de implosión social.

La política implementada de “el poder o la muerte” ha tenido repercusiones negativas mermando el apoyo: (1) de su base social; (2) de sectores de los “nuevos ricos”; y (3) de los funcionarios gubernamentales, que no ven ninguna salida de la crisis con esa estrategia ya que pone en peligro sus intereses personales. Razón por la cual, el tiempo político de la dictadura se acortó, finalizó su validez y su legitimidad por la incapacidad de enfrentar/solucionar correctamente una salida a las crisis que vive el país.

La desgracia infligida por la combinación de las crisis tendrá unas consecuencias tan drásticas como la revolución de 1979 o la rebelión de abril de 2018. La crisis sanitaria y la recesión actuaron como motores que aceleraron el proceso de implosión del régimen en desarrollo. Ortega-Murillo han demostrado que son personas que padecen el “Síndrome de la Ceguera” que viendo no ven la realidad del país.

La crisis sociopolítica de abril de 2018 fue un evento que puso en máxima tensión todos los recursos y fuerzas del país. Esto quiere decir que la organización política, el desarrollo institucional, la coherencia ideológica, la fortaleza económica y el respaldo del pueblo al poder autoritario, que son factores vitales para su funcionamiento, entraron en crisis.

Descartada, por el momento, nuevas movilizaciones sociales similares a las realizadas a partir de abril hasta finales de 2018 para provocar la caída de la dictadura. Es entonces, la configuración política de lo venidero se está gestando a diario en las decisiones personales que se toman de cara a su propio futuro.

Su creciente fragilidad sociopolítica que se ha ido creando durante los últimos años, se ha exacerbado de modo brutal con la crisis sanitaria, el deterioro social (pobreza, desempleo, bajos salarios, desigualdad, precariedad alimentaria, hambre, pérdida de poder adquisitivo), la crisis política y la fragilidad económica, todo lo cual estimula el cuestionamiento a la dictadura de parte de la gran mayoría de la población.

Se están desarrollando tendencias ineluctables hacia la implosión del régimen cuando su política errada no logra evitar que la curva del deterioro socioeconómico se haga exponencial. Cuando su incapacidad afecta los intereses de su base social o a los miembros de los diferentes círculos de poder, entonces comenzamos a conocer deserciones, voces disidentes y pequeñas fracturas en los pilares que lo sostienen, son manifestaciones del proceso de la implosión en desarrollo.

La implosión en las instituciones del régimen y del partido (desmoronamiento interno) avanza. Cada día el nivel de tensión no cesa de crecer y se hace más evidente y palpable que estamos en manos de un gobierno irresponsable, ineficiente, incapaz, sordo y ciego. Ortega sigue en el poder porque ha sabido golpear al movimiento social y triturar a personajes de la política nacional; lo cual le permite utilizar los resortes del Estado a su favor, no siempre con buenos resultados, muchos errores.

Estamos en un momento en el que sectores de la nomenclatura y del establishment orteguista ven amenazada su situación, caso más visible es Humberto Ortega. También hay personas perjudicadas, daños colaterales y cabezas políticas y empresariales que han comenzado a rodar. En equis plazo no sé quién va a sobrevivir de la primera línea de la política, quién va a quedar herido grave, leve o con respiración asistida. El régimen quedará con suficientes heridas como para que no puedan cicatrizar de un día para otro.

Los poderes fácticos y la sociedad en general tienen que tener conciencia que el país no es igual, a pesar de la incertidumbre de los efectos de las crisis, sin embargo, hay una certeza: ha fracasado el modelo sociopolítico basado en el “consenso público-privado” encabezado por la dictadura. Para los poderes fácticos el panorama político luce complicado, pero cualquier escenario es mucho mejor con Ortega-Murillo fuera del poder.

Hay que tener claro que la implosión es un proceso en desarrollo. Lo que vengo sosteniendo es que el proceso de implosión es lo que va posibilitar el final del régimen. Se presentará un proceso de ablandamiento y quiebre en su base social, sumado a que no puede continuar su política clientelar para asegurar su base social a través de prebendas lo cual facilita el proceso de implosión desde adentro.

En un ambiente caótico, de calamidad social sin solución a la vista, de desastre económico y un proceso de implosión en desarrollo; todo indica que es casi imposible que Ortega-Murillo logre sobrevivir con su gobierno colapsado por mucho tiempo, aunque el tiempo para su caída es indeterminado. Para desviar la atención y prolongar su permanencia en el poder Ortega ha pasado a la contraofensiva reprimiendo a moros y cristianos.

La implosión no es igual al tsunami social de 2018, ni los actores, ni los tiempos políticos, ni las circunstancias, ni la correlación de fuerzas serán los mismos. El colapso del régimen no tiene fecha predeterminada, sin embargo, el proceso de implosión sigue su marcha. Estamos en la fase del tic-tac de una bomba de tiempo con efectos internos.

La magnitud y la profundidad del proceso de implosión del régimen es imperceptible y silencioso; es similar a la corrosión que producen los coleópteros, gorgojos o insectos domésticos, devoradores de madera y papel. La madera y lo sólido de una estructura se ahuecan por dentro por el accionar de las termitas o comejenes, como está sucediendo en la actual implosión silenciosa del régimen.

Las termitas o comejenes ejercen su acción sin signos visibles. Las termitas le dedican todo el tiempo del mundo al proceso de carcomerse la madera de las vigas. Las deserciones, los errores, la ineficiencia y las crisis actúan de manera similar a las termitas o polillas carcomiendo y destruyendo los pilares de la dictadura que terminarán produciendo su implosión.

Las termitas lo que hacen en el largo plazo es mantener las apariencias externas, mientras socavan las estructuras que sostienen el edificio. Igualmente hay un proceso de debilitamiento estratégico estructural interno de la base social de la dictadura. La represión, las sanciones internacionales, las muertes por las epidemias (dengue, neumonía, etcétera) y la fragilidad económica están mermando, debilitando, agotando al régimen. El proceso de desgaste o agotamiento terminará implosionando a la dictadura.

Precisamente por eso es necesario que la oposición en su conjunto adopte la estrategia de fracturar los cuatro pilares de sostenimiento de la dictadura. Al mismo tiempo, se va modificando la correlación de fuerza y construyendo un contrapoder a todos los niveles (comarcal, municipal, departamental, nacional); todos estos factores aceleran el proceso de implosión de la dictadura.

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