Félix Maradiaga: Nuestro derecho a volver a Nicaragua
En un estilo caracterizado por amenazas y diatribas, la co-dictadora Rosario Murillo ha lanzado una advertencia directa a cualquier nicaragüense exiliado que desee regresar a nuestro propio país sin la autorización del régimen. Esta postura confirma que los Ortega-Murillo se consideran dueños absolutos de Nicaragua, una nación que, bajo la dictadura sandinista, ha visto sus derechos y libertades sistemáticamente violados.
La dictadura sandinista se alinea con el reducido grupo de autocracias como China, Cuba, Irán, Rusia y Corea del Norte, que restringen recurrentemente el reingreso a su propio país a aquellos que disienten del poder establecido. Este control férreo no solo apunta a figuras políticas, cívicas, religiosas o sociales visibles en el exilio, sino a cualquier persona que pueda ser percibida como una amenaza a los intereses de la familia Ortega-Murillo o a su ego narcisista.
La amenaza de Murillo refleja un intento desesperado de anticiparse a cualquier retorno de los exiliados o a posibles movimientos internos que sacudan su dictadura. La paranoia y los trastornos de personalidad explosiva y narcisista de Murillo son evidentes, ya que sufre de un miedo profundo a que su proyecto dictatorial se derrumbe, como caen los ídolos de barro. La dictadura se sostiene únicamente mediante la represión y el terror, careciendo de toda legitimidad.
El temor de Murillo se acrecienta con la preparación de un plan de sucesión familiar y el acompañamiento de las dictaduras de China, Cuba y Rusia. Sin embargo, la ciudadanía rechaza no solo a Murillo, sino también a la idea de sus hijos en el poder. La dictadura está echando todas sus cartas para asegurarse de que no haya nicaragüenses dentro del territorio nacional que puedan liderar una eventual transición democrática.
Esta estrategia es torpe, pues ignora que dentro del territorio nicaragüense hay miles de patriotas esperando prudentemente el momento de ser parte del cambio. Ni Murillo, ni Ortega, ni nadie tiene el derecho legal de negarle a un nicaragüense el retorno a su patria. Aunque actualmente no existen condiciones básicas ni garantías para el regreso de los exiliados, debemos estar preparados para cualquier oportunidad de cambio democrático.
Una de las estrategias fundamentales de la oposición es trabajar con la comunidad internacional para crear condiciones para el retorno seguro y voluntario. Aunque no es prudente hablar de un retorno a corto plazo, muchos exiliados, estamos comprometidos a luchar por nuestro derecho a regresar a Nicaragua. Por ello, una de las decisiones que tomé fue la de no aceptar ninguna de las nacionalidades que muy generosamente nos ofrecieron varios países a un grupo de 316 nicaragüenses. En ese sentido, mi reclamo permanente al Estado de Nicaragua es que, a todos los nicaragüenses en condición arbitraria de apatridia, se nos restituya la nacionalidad que nos pertenece por derecho de nacimiento y que nadie nos puede arrebatar. Asimismo, estamos organizando una serie de acciones de derecho internacional sobre el tema de la apatridia y, además, para estar listos para volver a la patria cuando las condiciones lo permitan.
Las garantías necesarias para un eventual retorno incluyen el respeto a la vida y la libertad, así como a los derechos humanos fundamentales. Estas condiciones no existen actualmente, no solo para los exiliados sino también para muchos nicaragüenses que viven bajo constante acoso. Nicaragua se ha convertido en una gran cárcel para muchas personas.
Además, se necesita el apoyo firme de la comunidad internacional para facilitar el retorno de quienes voluntariamente decidamos regresar. Aunque estas condiciones son inexistentes en este momento, no debemos dejar de exigirlas y presionar por ellas. Nuestro derecho humano y constitucional es regresar a nuestra tierra, que amamos con toda el alma. Este es un sueño compartido por miles de nicaragüenses exiliados y seguiremos luchando hasta que se haga realidad.